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Shackleton y Scotch Rolex tienen mucho en común. Por ejemplo, su condición de músicos fuera de sitio, tanto geográfico como estilístico. El primero, inglés residente en Berlín (de Lancashire y no de Bristol, como muchos piensan), empezó en el dubstep, pero ya entonces era un rara avis dentro de la escena, y con los años ha ido enrareciendo y mutando su estilo hacía un universo que nadie es capaz de definir de forma satisfactoria. Scotch Rolex antes se hacía llamar DJ Scotch Egg, pero no tiene nada de escocés: su nombre real es Shigeru Ishihara, nacido en Tokio y residente en Brighton durante unos años. Recientemente se ha metido de lleno en la escena electrónica de Uganda viviendo y colaborando con la familia Nyege Nyege Tapes, y su sonido es también cambiante, normalmente bastante abrasivo, asociado a escenas como el chiptune o el breakcore. Es famosa su sesión en Boiler Room del 2014 donde, entre gritos y ritmos gabber, se dedicaba a cocinar pancakes en directo.
Ambos comparten, además, una aproximación creativa aventurera y muy libre, encontrando en el camino casi sin quererlo ese elemento que Luis Buñuel siempre señalaba como la clave de cualquier obra artística: el misterio. Y sí, “Death By Tickling” (título bastante gracioso, por cierto: “muerte por cosquillas”) es un álbum muy misterioso; sus texturas, sus desarrollos, su paleta sonora y sus atmósferas condensadas te llevan a lugares inusitados, irreales, un poco paranoicos incluso, en los que puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento. Es también un disco siniestro y mareante en el mejor sentido de la palabra: escuchándolo no es extraño perder un poco el equilibrio y sentir como el suelo se vuelve mercurio bajo los pies.
En ese sentido, y visto también desde otros puntos de vista (el tempo más bien bajo, la paleta sonora), “Death By Tickling” se revela más como un disco de Shackleton en el que ha participado Scotch Rolex que al revés. Todos los adjetivos escritos en el párrafo anterior concuerdan con el espíritu Shackleton y aparecen citados a menudo en las reseñas de sus recientes lanzamientos; ahí está, sin ir más lejos, su último EP firmado con el alias The Purge Of Tomorrow en Modern Obscure Music (el sello de Pedro Vian), con dos largos tracks que podrían colocarse como posibles prólogo y epílogo de los diez de este LP.
Aunque el disco sea muy Shackleton, eso no quiere decir que la aportación de Ishihara no se deje sentir. Las poderosas percusiones del álbum son, muy probablemente, cosa suya; especialmente las de “Deliver The Soul”, la pieza que sin duda mejor encajaría en su disco de 2021 junto a varios de los miembros del colectivo Hakuna Kulala / Nyege Nyege (MC Yallah, Lord Spikeheart de Duma o Don Zilla, entre otros). También parece lógico pensar que el japonés ha sido clave en el acto de tensar y concretar el sonido habitualmente volátil de su compañero, y en aportar algo más de contención y control en los desarrollos; no hay aquí ningún tema, por ejemplo, que supere los siete minutos: solo lo hace, por escasos doce segundos, uno de los momentos más destacados del disco, “Shattered”, cuyo tramo final casi parece un track de house.
A ambos parece haberles sentado muy bien la colaboración: Shackleton reduce su tendencia a la dispersión y encuentra un cómplice que parece entenderle perfectamente, y Rolex/Egg amplía su abanico de texturas y sonidos y disfruta (es una especulación, claro) dejándose llevar por el ritual chamánico de su partenaire. Si lo dejan aquí y no vuelven a compartir estudio no pasa nada. Todos (ellos y nosotros) hemos ganado algo, pero ojalá repitan y haya, al menos, segunda parte. ∎