Desde la muerte de Alan Vega en 2016 su figura no ha dejado de estar activa con la constante aparición de discos póstumos como “It” (2017), los inéditos “Mutator” (2021) –ambos coproducidos por su viuda Liz Lamere con Jared Artaud, de la banda de Brooklyn The Vacant Lots– o “After Dark” (2021), o el recopilatorio “Surrender” (2022), votado por Rockdelux entre los diez mejores de 2022. Play Loud! ha sacado recientemente “Live At Rockpalast 1982”, donde puede saborearse el genio escénico de Vega y de sus músicos, como el inolvidable bajista Larry Chaplan. Martin Rev también ha visto la reedición de gran parte de sus trabajos en solitario. “Demolition 9” (2017) es, por ahora, su último esfuerzo largo.
Mientras esperamos que alguien dé cuenta en formato digital de los tres primeros discos de Vega sin Rev –el cuarto y peor de la época, “Just A Million Dreams” (1985), sale en Futurismo el próximo mes de julio, de nuevo en vinilo y con dos cortes inéditos–, Mute vuelve a resucitar el tercer álbum conjunto de los neoyorquinos con motivo de su 35º aniversario. Ya lo hizo en 2005 variando la portada original y añadiendo un bolo en la sala londinense Town & Country del 13 de julio de 1987. El gancho consiste ahora en restituir la carpeta original y sorprendernos con cuatro temas extra. Tres pertenecen a una actuación registrada en París el mismo año de la edición de “A Way Of Life” (1988). El principal es “Born In The USA”, un corte ya conocido de viejos piratas. Frente a las protestas de un público irritado que percibe erróneamente a Bruce Springsteen como anatema, Vega exhorta “hey, hey, hey… it’s a version of it, we’ll fuck it up, don’t worry”. Suicide practicaban la desfiguración en vivo de todos sus temas y versiones, por lo que cualquier parecido con el original es mera coincidencia. La pieza, presentada por el vocalista como “una canción para Bruce Springsteen”, era su coartada para dar cuenta de un puñado de compatriotas favoritos: Fats Domino, Little Richard, Elvis Presley, Ricky Nelson, Waylon Jennings, Johnny Cash, Bob “Fuck” Dylan, Lou Reed, Iggy Pop, Hot Chocolate o el mismo Vega, que se coloca astutamente en primer lugar.
“Born In The USA”, la original, y cosas de Suicide como “Frankie Teardrop” no ofrecen lecturas tan distintas de la realidad: sus protagonistas se ganan la vida precariamente entre fábricas y refinerías. Vega y Rev mutan el himno más popular de Springsteen en un extenso duduá radioactivo que recuerda a su versión de Question Mark & The Mysterians, “96 Tears”. El corte se suma a las tomas en vivo de “Cheree”, perteneciente al primer álbum de Suicide, y “Devastation”, de “A Way Of Life”. Esta última, junto a una versión primeriza de la hipnogótica “Dominic Christ”, completan los extras de un álbum que contiene al menos otras dos piezas fundamentales: “Jukebox Baby 96”, remedo electrónico del single de Vega en solitario “Jukebox Baby” (1981) –el cantante quiso capitalizarlo de alguna forma junto a su amigo Rev–, y “Surrender”, la canción con corazoncito de rigor y una de las melodías más ortodoxas de Suicide, ideal también para cualquier escena de amor de “Twin Peaks” (el escocés Paul Haig la versionó en 1993).
Producido por Ric Ocasek, “A Way Of Life” surgió en un momento de cambio de paradigma para la música pop y supuso la vuelta de Suicide a un sonido más radical, separándolo de los más accesibles “Alan Vega - Martin Rev” (1980) y de “Why Be Blue” (1992), segundo y cuarto álbumes de Suicide, respectivamente, también producidos por el líder de los Cars. Además, la fuerza gravitatoria de la primera etapa del dúo es demasiado potente, por lo que su tercer disco suele pasar más desapercibido. Es verdad que la mitad de los temas no consiguen dejar la misma impronta que los viejos cortes y que el sonido del proyecto no podía avanzar mucho más, pero no olvidemos que en 1988 llevaban casi veinte años de carrera. Aun así, se mantenían razonablemente frescos y el tecno-roll industrial actualizado de “A Way Of Live”, puntualmente servido por la cafetera percutante de Rev y la berrea demoníaca de Vega, son la prueba. Un trabajo que, de nuevo, no encuentra parangón en su época, y sigue sin hallarlo en esta. ∎