… y The Mountain Goats vieron la oscuridad, pero la oscuridad tenía otros planes para ellos. Ellos lo percibieron como una oportunidad. O, quizá, como la única salida posible. “Dark In Here”, vigésimo álbum en la longeva trayectoria del proyecto de John Darnielle, se atropella con los otros dos largos que han publicado en estos últimos quince meses. Todo comenzó el fatídico marzo de 2020, cuando Darnielle, el bajista Peter Hughes, el batería Jon Wurster y el multinstrumentista Matt Douglas se desplazaron a los estudios de Sam Phillips en Memphis para grabar “Getting Into Knives” (que se publicaría en octubre de ese mismo año) bajo la producción de Matt Ross-Spang. Una semana después, ese mismo equipo bajó a Alabama, a los FAME estudios de Muscle Shoals, y allí registraron el disco que nos ocupa. De vuelta a casa, en Durham (Carolina del Norte), el confinamiento llevó a que Darnielle recuperase aquella vieja costumbre de grabar sus canciones en una casete y de ahí salió “Songs For Pierre Chauvin”, que se publicaría en abril de 2020.
Se puede entender, por tanto, que hay aquí como una especie de trilogía de la COVID en la que The Mountain Goats nos han mostrado cada obra de modo cronológicamente inverso a cuando fue concebida y, de este modo, todo adquiere más sentido. Es curioso observar cómo plantaron cara al espíritu de los tiempos tocando durante cinco días de modo completamente orgánico junto a míticos músicos de sesión como el guitarrista Will McFarlane y el teclista Spooner Oldham, cuyos órganos Hammond y Wurlitzer marcan de modo decisivo la atmósfera de muchas de estas canciones. La interacción entre los instrumentistas, el modo en que fluyen las canciones, es indicativo de lo mucho que tuvieron que disfrutar, pero, al tiempo, eso no distrae sobre la narrativa de las canciones, siempre tan cuidada como es costumbre en Darnielle.
Y, también marca de la casa, hay una temática común: la fragilidad del hombre ante las fuerzas del mal, bien el provocado por él mismo, bien por esa naturaleza depredadora que nos puede sorprender con cualquier catástrofe. La imaginería bíblica, los mitos y los cultos paganos tienen aquí una buena excusa para poblar las letras, también al gusto del autor, que de vez en cuando añade algún recuerdo biográfico, como en “The Slow Parts On Death Metal Albums”. Visualiza personajes, reales/ transfigurados (como un crítico musical fallecido en “Arguing With The Ghost Of Peter Laughner About His Coney Island Baby Review”), o de aparente ficción, como el guardián de un templo profanado que se sume en la culpa por haber defraudado a sus fieles en “Before I Got There”. Podría haber sido un disco de contenido irónico o apocalíptico, pero no sería propio de John Darnielle. Por mucho que la oscuridad tuviese otros planes para estas canciones, él ha optado por la opción de que sean compasivas y empáticas. Imposible no emocionarse, por ejemplo, con “Mobile”. ∎