El tópico del “difícil” tercer álbum se hincha con el regreso de
Tortoise, uno de los grupos más odiados y ensalzados de los últimos años, cuando el adjetivo post-rock ha sido manoseado hasta la náusea y los cuchillos se afilan para iniciar la carnicería.
Con David Pajo instalado definitivamente en Aerial M y la incorporación a tiempo total del guitarrista Jeff Parker –ya compuso “Wait” para la recopilación de Red Hot “Offbeat” (1996)–, John McEntire y sus chicos han empaquetado más de una hora de sonido puro y duro cuya primera misión parece ser la de abrir interrogantes, no la de ofrecer respuestas. ¿Saqueadores sin escrúpulos? ¿Intelectuales progresivos enmascarados en las trincheras de la modernidad? Sí y no, no y sí. Como ya quedó patente en el monumental “Djed” de
“Millions Now Living Will Never Die” (1996), Tortoise son un conglomerado de ideas e influencias dificílmente clasificables, un puzle siempre a medio armar que recurre al revisionismo como punto de partida para lanzar un puente hacia un presente que todavía debe definir su lugar exacto en la actualidad. La música de Tortoise está fechada en los noventa, pero también podría estarlo en 1972 o dentro de un lustro: una grandeza al alcance de muy pocos y que nadie debería negar a los de Chicago.
“TNT” es jazz y rock espacial, música cinematográfica y pop de cámara, abstracción y ritmo, introspección y euforia, lounge en blanco y negro y drum’n’bass neblinoso, formulismo e improvisación, hielo y fuego, minimalismo y alta fidelidad. Necesita –exige– una predisposición del receptor que está ausente en casi todas las propuestas “independientes” de los últimos años. Tortoise no esparcen ambientes biodegradables para sonorizar bares de temporada; incluso su codificación como profetas de un género al que casi dieron nombre es cada vez más complicada frente a una música tan libre y moldeable.
El ritmo en múltiples mutaciones es el entramado sobre el que se sostiene “TNT”, un álbum que bucea sin miedo en determinadas parcelas de los setenta que, a pesar de ya ser más o menos aceptadas en los cenáculos de lo
cool, todavía provocan erupciones cuando se las utiliza frontalmennte. Tortoise no tienen miedo de jugar con fuegos –Herbie Hancock, Weather Report, Tony Williams, el Miles Davis más eléctrico...– donde, sin duda, se abrasarían la mayoría.
¿Importa, entonces, que
“Ten-Day Interval” cite demasiado explícitamente a Steve Reich? No, como tampoco importó que “Along The Banks Of Rivers” recurriera a Ennio Morricone para entregar algunos de los minutos sonoros más bellos de los últimos años.
“TNT” sabe esquivar el papel más o menos “crucial” que algunos le otorgaban de antemano y triunfa sin paliativos porque, a pesar de préstamos y altibajos, es, paradójicamente, música que no le debe nada a nadie. Y mientras firmen cosas como
“The Equator”,
“Jetty” o
“I Set My Face To The Hillside”, permitiré que los interrogantes sigan suspendidos durante el tiempo que sea necesario. ∎