En términos del peso y el paso del tiempo, que Wanda Jackson, The First Lady Of Rockabilly, haya sacado ahora, en 2021, un disco con tanto abolengo como “Encore”, el trigésimo segundo de su carrera, es, para que nos hagamos una idea, como imaginarse a Rosalía o a Mala Rodríguez, las dos con 83 años cumplidos (los mismos que tiene Wanda right now), publicando sendos LPs, o mixtapes o como se llamen en ese momento, en el año 2076 o en el 2062, respectivamente, y que estos tengan la dignidad canosa y la solera que gasta “Encore”. Permitidme que no ponga la mano en ese fuego empoderado, por si acaso.

“Me haces temblar, me estremeces, complazcámonos el uno al otro hasta el amanecer” (de “You Drive Me Wild”), “tacones altos, cabello crespado, labios rojo cereza y un vestido escotado que abraza mis caderas" (de “Treat Me Like A Lady”). ¿Calentura octogenaria y ganas de bailarse un último vals? Ocho canciones, entre versiones y composiciones suyas (“Encore” se hace corto, no llega ni a los veinticinco minutos de duración), grabadas en un arrebato posterior a su anuncio, en 2019, de que se retiraba de las actuaciones en directo, en una postrera demostración de que sigue teniendo brasas y ardor. Igual que ya ha hecho en sus últimos años, cuando ha contado con colaboradores de renombre en el rol de productores –en “The Party Ain’t Over” (2011) fue Jack White; en “Unfinished Business” (2012), el malogrado Justin Townes Earle–, aquí se ha apoyado para esa labor en Joan Jett (ayudada por Kevin Laguna), que sabe estar centradita y en su sitio, sumando (algo de dureza) sin restar (nada de dulzura), sin excederse, como tampoco lo hacen el resto de invitados (entre ellos, las cantantes Elle King y Angaleena Presley), todos en un punto justo de discreción y dejando a Wanda, frágil pero segura, situarse en el rocanrolero lugar hacia donde se dirigen los focos.

Pero más allá de las primeras impresiones, las de estar ante una especie de fogoso canto del cisne, en plan la que tuvo, retuvo en la batalla de sexos, me da, por cómo la tristeza se va colando por su voz, que Wanda está también enviando una carta desde el vacío, con alusiones a lo bueno y no tan bueno de las relaciones largas, esa habitación de sombras. Tras cincuenta y seis años casada, enviudó en 2017. A esa ausencia me suena que, de fondo, va este último bis. ∎