Ni el Mercury Prize, ni dos veces el galardón al mejor álbum escocés, ni una popularidad moderada han desviado la dirección artística tomada por Young Fathers desde su fundación en un lejano 2008. Para bien o para mal, Alloysious Massaquoi, G. Hastings y Kayus Bankole siguen comprometidos en rebuscar en su rica herencia para dar con esos sonidos que aporten un valor diferenciador a una propuesta caníbal, que muerde tanto del hip hop, el trip hop, el post-punk, el afropunk, el art rock o la música africana. Cinco años después de su “Cocoa Sugar” (2018), el combo de Edimburgo regresa a sus espacios sonoros preferentes para alumbrar otro significativo logro: “Heavy Heavy”.

Y ya desde su primera escucha se percibe un flirteo con lo ambiental, menos retribución percusiva (esos bombos febriles han reducido el número de llagas) y, por lo general, una fórmula más refinada con la que alcanzar ese mismo ardor guerrero que los caracteriza, de alto contagio en sus llameantes y extenuantes directos.

El enlace africano se establece desde el primer corte del lote: un “Rice” de cánticos tribales, procesiones paganas y un folk con el que parecen invocar espíritus de sus antepasados. Además, programado con esos crescendos marca de la casa. Toma el relevo “I Saw”, un sarpullido de rock agreste que no desentonaría en un trabajo de los olvidados TV On The Radio que hubiera sido manoseado por Kanye West. Una primera fase aguerrida y urgente que completa “Drum” y su carácter hedonista: “Hear the beat of the drums and go numb / Have fun”.

“Tell Somebody” configura este cambio de registro más ambiental mediante una épica sintética emparentada con Son Lux o M83, mientras que “Geronimo” cumple a la perfección con su papel de single avanzadilla con todo lo que entusiasma de su música: poderío sonoro, armonías vocales de afinación emotiva acopladas a una línea de piano, y ritmo creciente medido que termina devorado por un clímax vocal.

El arranque adrenalínico con caja de ritmos de “Shoot Me Down” se desvanece en un medio tiempo reposado cuya interpretación vocal vuelve a remitir a Tunde Adebimpe.

“Ululation” se descubre como un homenaje no velado a las raíces africanas de dos de sus componentes a través de cantos zulúes femeninos sobre una capa de folk que podría haber firmado Paul Simon en tiempos de “Graceland” (1986). “Sink Or Swim” y “Holy Moly” recuperan la rítmica febril heredada de sus ancestros para dar con un irrefrenable impulso post-punk. Y despiden el frenético, y comprimido, recorrido con la quietud interrumpida de “Be Your Lady”.

Alaridos que invocan figuras ancestrales, percusiones algo más atenuadas, crescendos eufóricos tallados por esa sabiduría tan suya, letras que mantienen su cerrazón críptica pero que bajo sus pliegues se intuye tanto un afán hedonista como comprometido con su entorno. En definitiva, el trío sigue aporreando cuerpos y dominando mentes, como corresponde a la magia negra de una banda haciendo de la herencia africana de dos de sus integrantes no un mero adorno exótico, sino la base espiritual de un sonido arrollador. ∎