Los periodistas de El Bloque llevan años tomando el pulso a los artistas que han surgido desde los márgenes y que han sacudido tanto la escena musical como a una industria discográfica que, como ya pasó en los 90 con el grunge, ha querido apuntarse al carro tarde y mal. Sabíamos que a nivel audiovisual El Bloque funcionaba de manera óptima –por algo han sido imitados hasta la saciedad–, pero trasladar su labor audiovisual al papel y explicar lo que ha pasado en los últimos años en lo que se ha dado en llamar “música urbana” era un reto aún mayor, para el que han contado tanto con sus discos duros (en sentido literal) como con la colaboración de algunos de sus protagonistas: La Zowi firma el prólogo del libro, y Alizzz lo epiloga.
Empecemos por la forma, porque en el caso de “Making flu$” es importante: El Bloque ha entendido que no se puede contar la historia de una escena que ha roto con todo usando los códigos del periodismo tradicional. Por eso, sus componentes han querido trasladar ese nuevo lenguaje con la ayuda del estudio Vasava para llevar al papel el lenguaje de internet, desde los memes a las conversaciones de WhatsApp, pasando por nombresdearchivo.mp3 y hasta la forma en que se puede leer saltando de un capítulo a otro como si fueran pestañas del navegador o haciendo “scroll down” de principio a fin.
A lo largo de las más de 350 páginas de “Making flu$”, El Bloque lleva de la mano al lector a los primeros botellones, bolos y fiestas de nombres que ahora son tan conocidos como Yung Beef, C. Tangana o Rosalía. Vemos a un Antón que trabaja haciendo bocadillos y que graba en sus ratos libres, a unos PXXR GVNG que se montan sus propias fiestas y venden sus discos a 5 euros o a una Rosalía que anda de gira por Europa cantando flamenco y de la que nadie aún ha oído hablar. Pero no se limitan a hablarnos de los nombres que todos conocemos o de los hitos que hemos vivido en tiempo real: ALEIX MATEU ahonda en los artistas de rap que abrieron camino; AÏDA CAMPRUBÍ disecciona las claves estéticas de las ráchets y pone la lupa en las mujeres que se han empoderado con la música sin pedir permiso a nadie; DAVID CAMARERO analiza el lenguaje visual de los vídeos “urbanos”; ALICIA ÁLVAREZ–responsable de la edición junto a BLANCA MARTÍNEZ– contextualiza sus puestas en escena, y ALBA RUPÉREZ pone cara a ese público que es tan importante en esta escena. Mención aparte merecen los capítulos de QUIQUE RAMOS sobre cómo funciona la industria musical en el siglo XXI o el del mismo autor junto a Álvarez sobre cómo trataron medios y marcas a unos artistas a los que a menudo han mirado con sorna, con condescendencia o, en la mayoría de los casos, con una absoluta incomprensión.
Si dentro de unos años alguien quiere entender qué pasó en la música de los 10, este libro será sin duda de lectura obligada, aunque también debiera serlo para cualquiera que tenga curiosidad en conocer cómo se mueven los artistas al margen de las estructuras tradicionales: en eso, sienta cátedra. ∎