Una muestra exultante de sus geniales “salidas de tono” gráficas.
Una muestra exultante de sus geniales “salidas de tono” gráficas.

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Jim Flora: portadas que son arte

La galería de arte La Fiambrera, en el madrileño barrio de Malasaña, ha tenido la osadía y el buen gusto de organizar la primera exposición en España alrededor de la figura del ilustrador Jim Flora –se puede visitar hasta el 3 de septiembre–. Bajo el título de “El arte en alta fidelidad de Jim Flora”, recoge algunos de sus trabajos durante la década de 1940 –para la compañía discográfica Columbia– y ya en los años 50 para RCA Victor. Pero, antes de continuar, respondamos a la pregunta que muchos se estarán haciendo: ¿quién diablos es Jim Flora?

Jim Flora (1914-1998) era natural de Ohio y se licenció en Bellas Artes. En 1941 comenzó a trabajar como ilustrador para Columbia Records, pero no es hasta 1942 –ahí empieza su etapa como director de arte de la compañía, cargo que desempeñó hasta 1945– cuando comienza a ilustrar portadas para las cajas recopiladoras de los discos de 78 rpm –con canciones de artistas como Benny Goodman, Harry James o Bob Wills– que se enviaban como regalo promocional a las tiendas. En 1944 aparece “Crosby Classics”, disco recopilatorio de Bing Crosby para el que diseña la portada. Esta, todavía lejos del personal estilo que lo caracterizará, contiene ya tres pequeños dibujos que acompañan a la foto del crooner y que son plenamente reconocibles como suyos.

Pero tenemos que esperar hasta 1947 para encontrarnos con la primera portada del autor en la que aflora esa personalidad artística en todo su esplendor. Es la del fantástico disco “New Orleans Jazz”, de Kid Ory And His Creole Jazz Band. En ella, un dibujo de rasgos cubistas picassianos muestra a un trombonista en vivos colores. Aquí ya se aprecia cómo el ilustrador juega con las formas humanas a su antojo, utilizando el cubismo como punto de partida para llenar de imaginación y originalidad las obras. A partir de aquí no será raro que sus personajes puedan volar, tener numerosas extremidades o permanecer en posturas imposibles con total naturalidad.

Dibujo de rasgos cubistas picassianos en el “New Orleans Jazz”, de Kid Ory And His Creole Jazz Band.
Dibujo de rasgos cubistas picassianos en el “New Orleans Jazz”, de Kid Ory And His Creole Jazz Band.

Lo cierto es que 1947 fue un año especialmente prolífico para Flora. A lo largo de estos doce meses aparecerán varias de sus portadas más icónicas, empezando por la del disco “Gene Krupa And His Orchestra”, con la que se ganaría un puesto de honor en la historia como diseñador de cubiertas. Probablemente sea su trabajo más reconocido: en un llamativo fondo amarillo aparece la figura de un batería con varios brazos y piernas y con un perfil todavía influido por la obra de Picasso. Poco después, llega “Louis Armstrong And His Hot Five Vol. 2”, donde Flora explora más allá del cubismo y trabaja un estilo propio sin dejar de ser un vanguardista radical. Aquí la figura del icónico trompetista aparece bellamente caricaturizada, levitando en posición horizontal y con varios instrumentos rodeándolo. Esta fantástica temporada se cierra con la aparición del álbum “Bix And Tram”, de Bix Beiderbecke & Frank Trumbauer, otra maravilla en la que reconocemos su estilo al instante, pese a que el uso del color aparece de manera matizada y no con la agresividad de trabajos previos.

Asentado ya como un diseñador de referencia y todavía a sueldo de Columbia, en el resto de la década de los 40 comienza a desarrollar otras inquietudes estilísticas que desembocarán más adelante en la ilustración de libros infantiles, cuya primera obra de un total de diecisiete será “The Fabulous Firework Family” (1955). Su interés inicial en este ámbito puede intuirse en portadas como la de “Come To The Circus” (1948), de Jack Lawrence With Male Quartet And Orchestra.

Jim Flora y sus sorprendentes ideas.
Jim Flora y sus sorprendentes ideas.

Ya en la década de los 50, se convierte en artista comercial independiente. En su labor como diseñador de portadas discográficas en los primeros años de este decenio –que simultanea con la edición de libros infantiles y encargos comerciales para distintas empresas– seguirá realizando encargos para Columbia. Y durante el año 1954 los combinará con otros para RCA Victor hasta que, en 1955, pasa a dibujar portadas en exclusiva para estos últimos. De este período, que llegará hasta 1961, destacan trabajos tan magníficos como los realizados para los discos “Top Pops Of Latin America” (1955), de Raphael Muñoz And His Orchestra; “The Battle Of New Orleans” (1958), de Jimmie Driftwood, una de mis favoritas por su complejidad y los numerosos personajes y situaciones recogidas; o la maravilla en tonos rojos que creó para el álbum “After The Riot At Newport” (1960), de The Nashville All-Stars, entre otros muchos que ponen difícil escoger cuál podría ser el mejor.

Con la descacharrante y caricaturesca portada para “Inside Sauter-Finegan Revisited” (1961), de la Sauter-Finegan Orchestra, termina su labor para RCA Victor, pero su legado como autor ha llegado hasta nuestros días y aún se utilizan algunas de sus creaciones para ilustrar diferentes trabajos discográficos. Echen por ejemplo un vistazo a discos como el recopilatorio “Promenade Fantasy At The Midtown” (2010) o la edición digital de “Pictures Of Infinita” (2018), de Sun Ra & His Arkestra, por citar tan solo un par de ellos.

Las portadas de discos como arte.
Las portadas de discos como arte.

Como apuntábamos al inicio, por primera vez en España –desde el pasado 18 de junio y hasta el 3 de septiembre– está instalada en La Fiambrera Art Gallery de Madrid la exposición “El arte en alta fidelidad de Jim Flora”, que recoge no solo una muestra de sus creaciones para portadas de discos, sino también algunas de sus obras pictóricas más destacables. Gracias a la colaboración con Irwin Chusid –biógrafo, archivista y experto en la obra de Flora–, la galería está exponiendo casi medio centenar de portadas originales junto a una treintena de serigrafías, impresiones y grabados de su colección personal y privada.

La colección, recogida en un espacio reducido pero repleto de maravillas, sirve como perfecta muestra para adentrarse en el personalísimo espíritu artístico de Flora, a medio camino entre el surrealismo y el cubismo, en el que también destacan su fino sentido del humor, su uso impactante del color y las formas y una inteligente mala baba. Todos estos elementos dan como resultado un estilo que, aunque al principio pueda parecer naíf, en realidad posee cierta perversidad y despierta sentimientos encontrados en el espectador.

Esta exposición pone en valor la obra de un artista no tan reconocido por el gran público como sus seguidores desearían, por mucho que goce de un merecido aura de culto entre los melómanos. Nunca es tarde para adentrarse en el universo de Jim Flora. Si tienen oportunidad, no dejen de visitar la exposición, o bien recurran a jimflora.com para deleitarse con algunas de las portadas discográficas más imaginativas y portentosas del jazz, el swing, la música latina, el country o la música clásica del siglo pasado. ∎

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