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Tres hermanos, dos chicos y una chica, son los que forman BAILEN, proyecto neoyorquino a medio camino entre la canción acústica de armonías vocales y el pop de querencia mainstream. Tras un primer disco (“Thriller To Be Here”, 2019) en el que se escoraban más decididamente hacia el folk haciendo notar unas fuertes influencias de Joni Mitchell o Simon & Garfunkel (heredadas de sus progenitores, ambos músicos de formación clásica), en este segundo trabajo se les nota el bagaje acumulado durante los cuatro años que median entre ambos álbumes. Este nuevo disco destila personalidad y buenas maneras, y nos hace mirar su evolución como una de las más interesantes del pop blanco de reciente hornada.
El protagonismo vocal recae aquí de manera especial en Julia, la menor de los tres hermanos Bailen (el trío lo completan los mellizos Daniel y David), y aquellas influencias aquí se concretan y se expanden hasta recordarnos a Haim y/o Vampire Weekend (y, por ende, a Paul Simon). A veces suenan más meditabundos (“Tired Hearts”, “Change Your Mind”, “Relic”), otras se animan casi con un pie en la pista de baile (“Call It Like It Is”). Aciertan con los medios tiempos (“These Bones”) y tienen un par de estribillos brillantes que deberían auparlos a una liga superior (“Nothing Left To Give”, “Here We Are Again”).
En líneas generales, la primera mitad de estas doce canciones funcionan a la perfección, entran a la primera escucha, mientras que la segunda tanda precisa de un extra de ayuda por parte del oyente al no estar al mismo nivel de inspiración. Con todo, se trata de un disco notable que sirve de paso para ponernos sobre la pista de un proyecto con posibilidades reales de despuntar en el medio plazo. A mí ya me han ganado. ∎