Álbum

Mac DeMarco

Five Easy Hot DogsMac’s Record Label, 2023

Si no fuera esquivo, raro, sorprendente… no sería Mac DeMarco. Algunos llevan casi diez años, que se dice pronto, pidiéndole la continuación de “Salad Days” (2014), como ignorando la autenticidad de “Another One” (2015) y la profundidad sonora de “This Old Dog” (2017), un disco de madurez que pedía un cambio de dirección que, entonces sí, nunca llegó. Otros le perdonan todo y quizá con algo de razón, pues es cierto que su momento álgido, y con el permiso de Connan Mockasin, le abrió la puerta de la popularidad –¿una mayor de la que había experimentado jamás?– al slacker rock avivando la llama de un verdadero revival que nos dio también las carreras de Alex G, del Kurt Vile pos The War on Drugs, de Courtney Barnett o de otro enamorado de Jonathan Richman y de sus Modern Lovers, Car Seat Headrest. La dejadez, la actitud desenfadada, la economía del lenguaje de unas letras directas, honestas y sencillas. La cotidianidad vulgarmente extraordinaria, los bajos funky, las guitarras rasposas, la ética lo-fi, el DIY, los tecladitos atmosféricos.

Una ola que incluso reverberó en Inglaterra con King Krule, por ejemplo, y que es argumentablemente decisiva en la consolidación del bedroom pop y en dos momentos que, sin tener mucho que ver, tienen mucho que ver: “Blonde” (2016) de Frank Ocean y “Flower Boy” (2017) de Tyler, The Creator. Mientras todo esto evolucionaba, mientras muchos de sus colegas de generación y de ideales sonoros cambiaban de dirección y conseguían mantener su voz actualizada, DeMarco parecía haberse quedado atrapado en su propia trampa temporal, en su propia dictadura creativa. Y no hay nada menos slacker que eso. “Here Comes The Cowboy” (2019) era autocomplaciente y por momentos rozaba la biblioteca musical. Depurada ya hasta la raíz su pluma y cada vez más parco en su forma de entender lo musical, desde entonces solo da vueltas, cabizbajo y perdido, por los mismos lugares, sin muchas ganas de salir de su redil para darle el gusto a nadie.

La pandemia y el confinamiento no ayudaron. Él, que necesita vivir para crear, de repente se quedó en blanco. Y en busca de experimentar algo que le resultara inspirador, se embarcó en un viaje maratoniano que lo llevó de Gualala, en la costa de California, a Rockaway, en New Jersey, pasando por Canadá. Él solo, su portátil, una caja de ritmos y su Land Cruiser. “Five Easy Hot Dogs”, su nuevo álbum, llega como el reflejo de aquella experiencia. Y aunque quizá debería remitir a una recuperación de la ilusión y de la inspiración, lo que escuchamos en él se parece más al hastío y la soledad de la carretera.

El relato que hace en ‘GQ’ del viaje es cuando menos desalentador. Cuenta que durmió en el coche, en camiones, en moteles de mala muerte y en cabañas a la intemperie, en casas de amigos cuando les pillaba –siempre iba sin avisar–. Todo mientras dejaba de fumar: más de tres semanas de irritabilidad, insomnio y mala hostia. Parte de esa ansiedad se percibe en la iteración casi obsesiva de “Vancouver 2”, por ejemplo.

En fin, lo que podría ser un nuevo horizonte para DeMarco termina siendo una extraña exorcización personal que al menos le ha servido para estar libre de nicotina. Un trabajo completamente instrumental que no aporta demasiado a su paleta cromática y que satisfará sobre todo a fans acérrimos del canadiense. Que tiene más que ver con su serie “CAM TONY”, videoblogs en los que abre la puerta de su proceso creativo, y que puede pecar de música de fondo, demos de lo que podría haber sido un disco mayor.

Por supuesto retiene una signatura intocable, como en “Gualala”, y cuenta con ganchos aquí y allá, como esa melancolía que parece sacada de las aldeas desoladas de “Golden Sun” o de los “Final Fantasy” de SNES que transmite “Gualala 2”, el amago drone de “Portland”, la guitarra renqueante de “Victoria”, el lounge jazzy de “Chicago 2” o esas flautillas que casi parecen compuestas en 16 bits de “Portland 2”. Y “Edmonton” podría ser el sketch de una gran canción. Pero “Five Easy Hot Dogs” se queda en eso. En un ensayo sobre lo duro que puede llegar a ser Mac DeMarco –tanto como la carretera, la soledad o dejar de fumar–. En el boceto de un disco que no nos cuesta demasiado imaginar. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados