Si únicamente hubieran legado para la posteridad los diez minutos de
“Hallogallo”,
Neu! ya tendrían asegurado un puesto de honor en la historia del rock. Lo afirma Julian Cope en su ineludible manifiesto-guía “Krautrocksampler” (1995) y, por supuesto, no se equivoca.
En el fabuloso campo de cultivo creativo que se desarrolló en Alemania durante los últimos sesenta y los primeros setenta, abonado por una explosiva mezcla de vanguardia a lo Stockhausen, free jazz, las ceremonias ácidas de California y las revueltas de Mayo del 68, el proyecto de Michael Rother y Klaus Dinger –salidos de una de las primerizas encarnaciones de Kraftwerk– cayó como un meteoro rebosante de ritmos y sonidos inéditos y deslumbrantes.
“Hallogallo” era la bienvenida de
“Neu!” (1972), un álbum grabado en cuatro días y colmado de genio visionario donde se dan la mano hipnóticos cúmulos de ritmos repetitivos con elucubraciones de carácter más impresionista y cósmico. Cortes como
“Sonderangebot” o
“Im Gluck” son verdaderas invitaciones a la exploración espacial, pedazos de polvo de estrellas que juegan con la idea del tiempo y el espacio como algo infinito y moldeable. El monstruoso paisaje de
“Negativland” –con unos diálogos diabólicos entre bajo y batería– y la fragilidad de
“Lieber Honing” –la voz rota y asustada de Dinger sobre trazos de banjo japonés– punteaban la declaración de “Neu!”: música que parecía llegar de ninguna parte para dar testimonio de unos años donde la revolución podía estar a la vuelta de (cualquier) esquina.
También con la complicidad técnica de Conny Plank se grabó
“Neu! 2” (1973); cuando se había completado la primera cara –abierta con
“Für Immer”, un nuevo “Hallogallo” depurando los hallazgos del precedente– se acabó el presupuesto. Rother & Dinger, en otro ataque de genio, no se amedrentaron y con
“Neuschnee” y
“Super”, dos cortes que habían publicado previamente en single, completaron el disco: ambos se incluyen en formato original y con las revoluciones cambiadas –a 16 y 78 rpm– en un acto de afirmación radical que cuestiona, con más de un cuarto de siglo de antelación, la actual fiebre del
remix como postura creativa. Incluso “Für Immer” fue rebautizado como
“Hallo Excentrico!”, con Dinger manipulando con las manos las cintas originales…
Los problemas de “Neu! 2” pudieron con el dúo, pero tanto Rother –en Harmonia– como Dinger –en La Düsseldorf– continuaron ampliando su propia galaxia musical hasta que en 1975 volvieron a reunirse para firmar
“Neu! 75”, una absoluta y perfecta obra maestra primorosamente estructurada: a Rother pertenece la primera cara del disco –los tres primeros cortes del CD–, con un componente más lírico e introspectivo, con pianos y sintetizadores flotantes y gemas volátiles como
“Leb’ Wohl”, que ya desplegaba climas que para sí quisieran Radiohead en su “inteligente” reconversión. La segunda parte, propiedad de Dinger, es un auténtico manifiesto prepunk con ritmos irritados y voces poseídas: tanto
“Hero” y
“After Eight”, su reverso en crudo, como
“E-Muzik”, una revisión más punzante y metálica de “Hallogallo”, son clarísimos relámpagos que anunciaban la tormenta de
no future que se avecinaba en las estancadas aguas del pop mundial.
La estela de Neu! puede rastrearse en docenas de formaciones que vieron en el dúo de Düsseldorf un ejemplo para la experimentación y la creatividad: de Pere Ubu al David Bowie berlinés, de Sex Pistols a Echo & The Bunnymen, de Joy Division a Magazine, de Teardrop Explodes a Brian Eno, todos sintieron el seísmo de Rother & Dinger. En los noventa, el post-rock tomó buena nota de sus hallazgos y Tim Gane sabe –quizá demasiado– que Stereolab no existirían sin el patrón rítmico de Neu! Lo más fascinante, no obstante, es poder verificar con estas reediciones que las dos horas y pico de música que contienen siguen tan vivas, bellas e impertinentes en los albores del siglo XXI como en el momento en que fueron ideadas. Sí, Nuevo! ∎