Además de las cifras bestiales y los ganchos infalibles, ¿qué tienen en común “Callaíta” de Bad Bunny, “Candy” de Rosalía, “Ganas de verte” de J Balvin y “telepatía” de Kali Uchis? La mano mágica de Tainy. Siempre encerrado en el estudio, agazapado detrás de los monitores, Marcos Efraín Masís ha sido un hombre en la sombra clave en el ascenso fulgurante de lo que hoy en día son algunas de las mayores estrellas del planeta.
Si el centro de gravedad del pop global se ha desplazado hacia el sur, con Puerto Rico y Medellín como mecas de esa segunda ola del reguetón que lleva cinco años dominando las listas, ha sido en buena parte gracias a la maestría para los ritmos y las texturas sintéticas de Tainy a los controles.
Su currículum como productor (y compositor) es prácticamente una genealogía del género: Tainy no solo es un puntal de la hornada actual del reguetón, sino que su nombre también está grabado en sus orígenes porque entró a producir en el estudio de Luny Tunes con 14 años. Allí metió mano en temas legendarios como “Noche de sexo” de Wisin & Yandel con Romeo Santos, “Cambio” de Daddy Yankee y “La vida es así” de Ivy Queen.
Por supuesto, la competencia viene apretando hace rato, con MAG, Sky Rompiendo, Ovy On The Drums y Taiko a la cabeza. Todos esos productores han logrado alcanzar el nivel de audacia de Tainy con los ritmos (en el caso de MAG, también su versatilidad). Pero ninguno ha logrado replicar el aura y el magnetismo –la tensión ambiental, los acabados de neón– que Tainy consigue imprimir en sus temas.
Tainy ha demostrado una capacidad única para lograr trascender los límites, ya sea expandiendo la paleta sonora de sus producciones para darle una cualidad magnética y espacial al reguetón o adentrándose en otros ritmos (del pop ochentero al house y el drum’n’bass). Pero su visión artística como productor y compositor siempre ha estado supeditada a una meta mayor, constreñida por la opinión y las decisiones de los nombres para los que ha trabajado.
Por eso necesitaba invertir la dinámica de su relación con los gigantes del reguetón para ponerlos a su servicio y tomar todo el control creativo en un proyecto propio inspirado en el formato de los recopilatorios “Más flow”. Eso es justo lo que pretende (y lo que consigue) “DATA”.
Lo cierto es que ya había habido tentativas de lograr una autonomía mayor, con la mixtape “Neon16 Tape. The Kids That Grew Up On Reggaeton” (2020) y “DYNASTY” (2021), su reivindicable miniálbum con Yandel. Pero bastan los primeros segundos de “obstáculo”, con esos tambores y coros totalmente deudores de la banda sonora que Geinoh Yamashirogumi creó para “Akira” (1988), para sentir que la ambición y la escala de lo que Tainy se ha propuesto con este primer álbum a su nombre están a años luz.
Esa primera pista, dominada por el flow imbatible y en crescendo de Myke Towers, es directamente una intro para la historia. Y la cosa no decae en “PASIEMPRE”, con un ritmo trap no tan especial, pero definitivamente infeccioso, con Towers siguiendo en racha, batiéndose en bravado con Arcángel, Jhayco y Omar Courtz.
“PASIEMPRE” es un acontecimiento por dos motivos. Uno se puede desvelar aquí: sumada a todos esos tótems del reguetón, Arca (que no Arcángel) aporta plasticidad y rango expresivo a través de toques en la producción, pero sobre todo mediante la voz. Alejandra Ghersi brilla en modo full diva experimental, haciendo que su registro más íntimo y frágil (de diosa etérea, de heroína trágica) sobresalga entre tanto fronteo y tanta lucha de pollas.
La segunda razón por la que “PASIEMPRE” merece la categoría de tema épico es mejor no contarla, por si acaso alguien que no la ha escuchado aún no se ha topado de bruces en internet con lo que debería seguir siendo un secreto: Tainy ha querido que sea una sorpresa, y no está bien chafar las sorpresas. Lo que sí se puede decir es que escuchar el llanto de Arca declamando “una vez más estoy aquí / luz eterna” antes de que el artista que no aparece acreditado entre en escena es algo tan extraordinario que basta para justificar la existencia de este disco.
Pero lo cierto es que en “DATA” hay más, mucho más, que está fuera de lo normal. Jhayco explota todo su potencial para la melancolía horny en “FANTASMA | AVC”, un perreo galáctico que se cuenta entre lo mejor que Tainy y él han hecho juntos. Vamos, esto es de lo mejor que el género ha dado en años: cuando cambia el ritmo y Jhay Cortez sube la apuesta de la letra soltando “dos pezones, un arete / estás muy rica / sé que cualquiera no te lo mete”.
Si hay alguien que puede medirse ante Jhayco con estrofas sobre estar tan jodido como cachondo, ese es Bad Bunny, que hace gala de su química especial con Tainy en ese muzak de pop retro que es “MOJABI GHOST”, con un estribillo tamaño himno de estadio: “Fumando / bebiendo / chingando / fingiendo que ya no pienso en ti / No sé a quién le miento / si esto que siento / no me deja dormir”.
El Conejo Malo también da lo mejor de sí mismo en “Lo siento BB :/”, lo primero que se conoció sobre “DATA” hace ya un par de años. El tema condensa una de las mayores ambiciones de Tainy en el álbum: fundir mundos aparentemente opuestos, pero que revelan una simbiosis perfecta cuando colisionan. Es el caso de Bad Bunny y Julieta Venegas en “Lo siento BB :/”. Benito convenció a Tainy para que cambiara la estructura de la canción, dejando que abriera la parte de Julieta al piano (que en una primera versión iba a ser una coda al final) antes de que caiga el ritmo pesado y entre él.
Benito también le dio a Tainy la idea de juntar a la cantante de The Marías con Young Miko (con el lesbianómetro a punto de estallar) en “mañana”. La de “VOLVER” es otra mezcla improbable y ganadora, que funde el techno de brocha gorda de Skrillex con la delicadeza del sample de “Lush” de Four Tet, una base bien gruesa de reguetón y el fraseo resbaladizo de Rauw Alejandro, que reaparece unas cuentas pistas después en “Sci-Fi”, sintonizando el groove en algún punto indeterminado entre los setenta y los ochenta, con esos sintes como nudos corredizos que acaban derramándose sobre el siguiente tema, un reguetón lento y pegajoso a cargo de Chencho Corleone (de Plan B).
Sech derrocha rencor, reproches y catarsis en “11 Y ONCE” (coproducida con Ratatat) antes de que Kany García le dé la réplica en el interludio que sigue. Otro de los puntos álgidos lo sirve la gaditana Judeline, con esa voz humeante y esquinada respondiendo a Kris Floyd en “si preguntas por mí”.
Tainy produce tan bien –sus propuestas son tan certeras y están tan bien ejecutadas– que la cosa funciona incluso cuando “DATA” cae en el terreno del perreo más predecible, como en “Todavía”, donde Wisin & Yandel mantienen su instinto para los clásicos de marquesina tan intacto como en “La última misión” (2022), o en “LA BABY”, un reguetón de alto octanaje con Daddy Yankee, Feid y Sech y los ritmos disparándose como patadas y puñetazos en una sesión de sparring.
Hay una intención panorámica, de otorgar una escala cinematográfica a “DATA”: para ello, Tainy no ha escatimado en recursos, tanto a nivel sonoro como en el elenco de talento y voces del álbum. Incluso en el apartado gráfico del disco, con una portada diseñada por Hiromasa Ogura, responsable de la animación del clásico cyberpunk “Ghost In The Shell” (1995).
El arte muestra a Sena, un androide que parece un trasunto tanto de la propia mayor Kusanagi que dibujó Ogura como de Rei Ayanami de “Neon Genesis Evangelion” (1995), y que sirve para elaborar una idea que Tainy ha utilizado para dar unidad al proyecto. Cada uno de los temas a lo largo de la secuencia del álbum es un banco de datos (de emociones), introducidos a través de esos cables dentro de los oídos de Sena para desplegar el abanico de sentimientos que nos hace humanos. Cuando acaba el disco y el volcado de datos se completa, Sena respira como lo haría una persona.
La obsesión de Tainy por esos clásicos del anime japonés conecta con su propio imaginario sonoro: una música que ha construido el reguetón del presente sonando al futuro. Esa visión futurista también entronca con el Caribe tóxico y distópico que Rita Indiana imaginó en su vibrante novela “La mucama de Omicunlé” (2015). Tainy ya ha hecho historia. Ahora le toca seguir escribiéndola. ∎