Iconos del nuevo andalucismo cultural. Foto: Adrián del Campo
Iconos del nuevo andalucismo cultural. Foto: Adrián del Campo

Entrevista

Califato ¾, celebrando la subsistencia

El colectivo sevillano edita “La contraçeña”, un nuevo álbum que engrasa y da una nueva dimensión a su alquimia sónica. En esta entrevista, sus componentes explican las distintas declinaciones de un lenguaje que suena intransferible, pero que el cerebro sabe traducir como un gozoso baile popular.

Uno tiene la tentación de pensar que lo de Califato ¾ es cosa de magia, de magia negra, polvos rosas y espectros blanquiverdes. Pero eso sería si detrás no hubiera sabiduría y trabajo. Ninguna de las referencias musicales y populares que manejan lo son por nada, y mucho menos se ensamblan tirándolas al aire a ver qué pasa. Aunque a veces lo parezca por lo orgánico que suena “La contraçeña” (Breaking Bass, 2021), su nuevo largo y el que debería incitarnos a que los consideremos, en el buen sentido, una banda. Además, sus nuevas canciones están concebidas en el año del confinamiento. No lo pueden negar, pero no porque Chaparro, Curro, Esteban, Loren y Sergio se hayan perdido en su propio ombligo. Al revés, las ganas de vida es lo que se derraman aquí. Tirando de ti para los dos lados y si te descuidas –que puedes cuando te cuidan y aquí estás entre amigos–, para arriba. Los Califato, ya sin apellido de compás por familiaridad, andan convertidos casi en un icono del nuevo andalucismo cultural por quien no ve todavía que son algo mucho mejor: un colectivo que sabe dónde pisa, a quién se debe. Y haciéndonos caer en la cuenta de que nos merecemos una fiesta cuando todo esto escampe.

¿Qué abre esta “contraçeña”?

Curro: Nuestro universo. Es la entrada a una movida que en principio es un poco críptica y no entendemos muy bien cómo le está gustando a tanta gente. Son las sorpresas que te da la música. Hemos hecho cosas más o menos accesibles, pero en general nuestra música no está concebida para ser un producto de masas. Somos los primeros sorprendidos.

Desde fuera da la impresión de que ya tenéis un sonido, un tranquillo pillado. Es fácil decirlo.

Chaparro: Todo es muy orgánico, nos conocemos y a veces ni nos tenemos que hablar.

Curro: El primero también salió así, ¿eh? Aunque este sí que ha tenido más trabajo posterior porque queríamos que estuviera más elaborado, más arreglado.

Esteban: Las trece demos se hicieron en cuatro días y la mitad de las canciones estaban casi terminadas, como quien dice. Otras sí estaban más verdes y se terminaron meses después.

Curro: Nos tiramos un año sin hacer música nueva, pero viéndonos cuatro o cinco veces a la semana, y, quieras que no, vamos hablando de ideas que están flotando y cuando vamos al sitio las materializamos. En realidad todas nuestras canciones están hechas así, yéndonos a concentrar a un sitio. Y no hemos desechado ninguna idea todavía.

Chaparro: Y son jornadas maratonianas de 14, 15 o 16 horas.

“La clase media en la música ha muerto. O pegas un pelotazo increíble o nada”

Curro

¿Antes erais más la unión de productores musicales y ahora sois más grupo?

Curro: Al principio éramos un grupo de amigos que nos juntamos para producir electrónica. Ahora el enfoque de banda lo tenemos todo el año, menos cuando vamos a componer, ahí sí que volvemos a ser un poco más productores todos. Es un poco el perfil que creo que nos ha dado este resultado. No nos ponemos, ni creo que lo hagamos nunca, en un local de ensayo a ver qué sale.

En un mundo de nombres propios, seguís pareciendo un colectivo.

Chaparro: Es que principalmente somos un colectivo.

Curro: Somos cinco, pero luego están los músicos de directo –Rosana Pappalardo y Guillermo Iniesta– que vienen siempre, más los técnicos Abraham y Nacho, los músicos que vienen cuando hay pasta, mi hermana Araceli Morales, María José Luna, Alberto de Mártires del Compás o Manuel de Breaking Bass, que se encarga de la distribución del “merchan”. Todos forman parte del Califato. Ese concepto de colectivo lo tenemos sobre todo ahora que no ganamos un pavo, quizá cuando seamos millonarios eso se pierda (risas).

Lo que es obvio es que tenéis un universo particular.

Curro: Nos ponemos mucha música unos a otros, cada vez que alguien descubre algo interesante lo pone en común. Tenemos un núcleo de gusto compartido bastante amplio. Por eso también funciona el grupo.

En “La contraçeña” habéis metido cosas que nunca pensé que escucharía juntas. A Psychic TV con Los Sobraos, el “Rebel Waltz” de los Clash con El Risitas y El Penumbra. También suena más a feria y playa que a adoquín.

Curro: ¡Y pasado por Venetian Snares, el vals de los Clash y El Penumbra!

Esteban: Eso que dice El Penumbra sobre la sabiduría de la gente de la calle lo vivimos en el día a día. La calle, el barrio, la música, lo popular, la vivencia está ahí siempre para nosotros.

Curro: Este disco igual suena menos callejero porque lo hicimos tras el confinamiento. Es lógico, aunque yo no lo había apreciado de esa manera.

Las colaboraciones corren a cargo de Kurt Savoy, Andrés de Jerez o Queralt Lahoz.

Chaparro: A Queralt la conocimos en el talego, cuando fuimos a tocar a La Modelo de Barcelona.

Esteban: Teníamos la demo, pensábamos que la persona adecuada era ella y se lució.

Curro: Lo de Andrés era una de las ideas que teníamos por desarrollar, cuando le pasamos la base era superesquelética y ha sido uno de los mejores temas del disco.

 Un colectivo que sabe dónde pisa, a quién se debe. Foto: Adrián del Campo
Un colectivo que sabe dónde pisa, a quién se debe. Foto: Adrián del Campo

Chaparro: ¡La fuerza que tiene el Andrés pegando un quejío con Auto-Tune!

La portada de Rorro Berjano parece también una declaración de intenciones. Parece Public Enemy organizando un paso de Semana Santa.

Esteban: Es una pasada, después de eso no sé qué coño haremos. Rorro es un artista del circuito internacional que pone la calle en el museo.

Curro: Uno de los artistas más importantes de Sevilla en los últimos años. Somos fans, se lo propusimos y nos pusimos supercontentos de que dijera que sí.

En “Camelamô naquerâh” cantáis en romance andalusí. ¿Cómo ha sido el proceso, siendo una lengua perdida?

Chaparro: Porque tenemos a Pablo Sánchez, que se puso en contacto para hacer algo juntos. Empezamos a hacerlo en caló, por eso el título –“Queremos hablar”, traducido– en homenaje a esa obra icónica. Pablo nos lo tradujo a romance andalusí, muy complicado porque esa lengua no tiene estructuras fáciles y además tenía que tener ritmo, la verdad es que se pegó un curro increíble. Y luego me lo tuve que aprender yo (risas). Hace 800 años que nadie canta en ese idioma.

Parece que últimamente se habla de la identidad andaluza en clave más constructiva, fresca y reivindicativa, por fin, que como víctima pasiva de prejuicios y desprecios. ¿Cómo veis el tema?

Curro: El nuevo andalucismo cultural, le llaman aquí. Había un clamor popular por autodefinirnos y por que nuestra cultura no se pise más. Los años de degradación cultural han tenido una respuesta que, sobre todo, parte desde los jóvenes y nosotros nos sentimos parte de ello. Hay gente que nos pone como abanderados, pero nosotros no abanderamos nada, somos unos más en ese movimiento.

Esteban: Nosotros quizá porque tocamos y tenemos una cara, pero eso es anónimo sobre todo.

Curro: El anuncio de Cruzcampo es un síntoma de eso. Que luego haya dado que hablar en el Congreso es también un síntoma de que hay algo hirviendo ahí.

“No haremos música nueva este año. Lo que nos falta y nos apetece es tocar, porque ahora mismo estamos subsistiendo”

Curro

¿Cómo valoráis vuestra participación en ese spot?

Chaparro: Positiva. Por ejemplo, con el anuncio se le puso nombre a la discriminación por acento y todo el mundo sabe que se llama glotofobia. La parte más positiva ha sido poder abrir esos debates.

Curro: Como banda lo hemos hecho por varias razones, entre ellas una necesidad económica, porque se cayó toda la gira, y pesaban más los pros que los contras. Si no, no existiría “La contraçeña”.

Chaparro: Ni Califato. Yo estaría cortando cebollas.

Curro: También sentimos que esa marca es un símbolo andaluz que ha sido denostado por su origen. Empoderar esos símbolos va con nuestra filosofía. Pero de lo que ese anuncio dice mucho es de que algo ha cambiado en la calle, porque es un reflejo de ella.

¿Qué planes hay en el horizonte y cómo os está condicionando la pandemia?

Curro: Nuestro plan este año es tocar. No queremos hacer música nueva. A lo mejor después de verano algún proyecto como el que hicimos con Le Parody, si surge. Lo que nos falta y nos apetece es tocar, porque ahora mismo estamos subsistiendo.

Chaparro: Y los técnicos y toda la gente que mueve la música en directo. Toda la gente que sin poder hacer bolos ha tenido que volver a la construcción o a la hostelería.

Curro: Es que la clase media en la música ha muerto. O pegas un pelotazo increíble o nada. Antes podías ganarte tus mil o dos mil euros al mes y vivir, pero eso ha desaparecido. Somos nosotros, que estamos saliendo en todos lados y estamos subsistiendo, así que imagínate cómo lo están pasando todos los grupos que no tienen esta repercusión.

Hablamos, últimamente también, de libertad de expresión. Y del encarcelamiento de Pablo Hasél.

Chaparro: Es una aberración. Estuvimos en las concentraciones de Sevilla, pero la cosa estaba calmada.

Curro: Nosotros nos hemos manifestado y lo apoyamos. También creo que deberíamos haber levantado, al menos una manifestación aquí en Sevilla, sobre lo que ha pasado en Linares, que nos toca de cerca. Aquí está más apagado el tema y tiene una razón de ser, porque ha habido un trabajo de sometimiento mental al que es difícil darle la vuelta. ∎

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