Fernando Ricciardi, Daniel Lozano, Mario Siperman, Sr. Flavio, Florián Fernández, Vicentico y Astor Cianciarulo. Foto: Pablo Franco
Fernando Ricciardi, Daniel Lozano, Mario Siperman, Sr. Flavio, Florián Fernández, Vicentico y Astor Cianciarulo. Foto: Pablo Franco

Entrevista

Los Fabulosos Cadillacs, en la cueva del romántico

Conversamos con Flavio Cianciarulo, bajista histórico y emblemático de Los Fabulosos Cadillacs, autor de “Mal bicho”, “Vos sabés”, “Manuel Santillán, El León”, “La vida” y “Gitana”, himnos del rock latino. El grupo bonaerense actuará el 5 de septiembre en Madrid (WiZink Center), el 7 en Barcelona (Poble Espanyol) y el 9 en el festival Vive Latino de Zaragoza. ¿El motivo de esta nueva reunión? Festejar los treinta años de otra de las obras maestras de nuestro interlocutor: “Matador”.

Ocho compases de percusión. Suena a una murga de un barrio porteño y popular. Un silbato. Parece un domingo al mediodía antes de un picadito de fútbol en una plaza de Barracas. El cantante Gabriel Fernández Capello, Vicentico, grita: “¡Te están buscando Matador!”. La calle de Buenos Aires se percibe en la música. Se puede sentir el aroma indudable del asado. Veinticinco segundos de intro. Los vientos y el bombo marcan el ingreso de la banda. La historia, el crudo relato de un referente social que termina reprimido por la policía. “Si hablamos de matar, mis palabras matan”, canta ahora Vicentico. Cuatro minutos de una innovadora conjunción de los sonidos: la base jamaicana del ska, la prosa narrativa inspirada en Rubén Blades, el ritmo bahiano que Flavio Cianciarulo importó de Brasil y el rock argentino más barrial, ese que es de origen gemelo al punk. Los Fabulosos Cadillacs se convierten con “Matador” en sinónimo de rock latino. Un hit que más de treinta años después sigue conmoviendo.

“La sobredimensión que tomó ‘Matador’ es algo mágico y alquímico”.
Esa canción que Sr. Flavio, el alias artístico de Cianciarulo, empezó a componer en 1992 mientras viajaba entre provincias argentinas, es la excusa perfecta para “El león del ritmo”, una nueva gira y reunión de la banda que en Argentina le disputó el título internacional a Soda Stereo. Los festejos por los treinta años de “Matador” son históricos e incluyen un viaje a Europa con parada en el Festival Vive Latino de Zaragoza, donde Los Fabulosos Cadillacs actuarán el 9 de septiembre, tras su paso por Madrid y Barcelona.

“La sobredimensión que tomó ‘Matador’ es algo mágico y alquímico”, dice Cianciarulo desde su casa en las afueras de Mar del Plata, una ciudad en la costa argentina donde vive con su familia. “Para mí es una canción más de las mías”. Después de tocarla durante tantos años, Flavio la sigue disfrutando, y es por la línea de bajo que le compuso, inspirada en “The Bed’s Too Big Without You”, de The Police. “Me gusta mucho esa cosa que tiene de silencio que descarga el instrumento. Es silencio y acción, silencio y acción, silencio y acción”, dice, mientras hace la mímica de sus dedos atacando el diapasón del bajo.

Tras la edición de su último disco en estudio, “La salvación de Solo y Juan” (Columbia-Sony, 2016), Los Fabulosos Cadillacs se fueron convirtiendo poco a poco en lo que él define como “El Combo Cadillac”, una especie de gran pandilla musical donde los originales conviven con sus hijos: “Como los combos cubanos, puertorriqueños y mexicanos, ahí donde los linajes se van sucediendo de padre a hijo y siguen tocando. Los Cadillacs empiezan a tener –ya empezó, en realidad– un poco eso, y me gusta; es sanguíneo, la sangre es fuerte”. Su hijo mayor, Astor Cianciarulo, está en el escenario desde pequeño –cuando tenía cinco años, la crew le hacía una batería infantil detrás de la de Fernando Ricciardi para que jugara a ser como él, embelesado por el músico– y ahora comparte el instrumento con su ídolo. Uno aporta el swing, el toque melódico ska de tantos años, y el otro la potencia de la juventud. No solo está el hijo de Flavio como parte de la banda, también se sumó como guitarrista Florián, hijo de Vicentico y ahijado de Sr. Flavio. La familia extendida sale de gira una vez más. La nómina del grupo la completan Sergio Rotman (saxo), Mario Siperman (teclados) y Daniel Lozano (trompeta).

“Y volvimos porque no nos habíamos separado”, dice Sr. Flavio. Foto: Pablo Franco
“Y volvimos porque no nos habíamos separado”, dice Sr. Flavio. Foto: Pablo Franco
“En el mejor sentido de la palabra es una estrategia linda, porque nos renueva la energía, nos refresca muchísimo a nosotros internamente”. Astor y Florián quieren sumarle sonidos al vivo, proponen reflotar canciones de un repertorio inmenso, algunas que ya no tocan hace mucho. Porque si hay algo que define a los Cadillacs es la permanente reversión y actualización de sus canciones. “Nos van empujando. Eso es lindo, rico”. Y eso está en el show, por ejemplo, del festival Tecate Coordenada de Guadalajara, México, en octubre de 2022, cuando hicieron “Mal bicho” y el invitado fue el rapero argentino Trueno. Ahí se ve a la factoría más joven de los Cadillacs dándolo todo en el escenario, con una emoción que contagió a un público eufórico con un tema de 1995, casi una década antes de que nacieran los tres jóvenes que estaban sobre el escenario. “La canción que es valiente, es canción para siempre”, canta Vicentico, y Trueno le contesta enumerando todos los militares que lideraron dictaduras en Latinoamérica, haciendo fuck you al aire. Como un linaje musical que no solo es interno, porque la herencia de los Cadillacs traspasó los géneros musicales, las generaciones y las nacionalidades.

Si su trip lo empezaron con una música bailable en su primer disco, “Bares y fondas” (Interdisc, 1986) –o en el segundo, “Yo te avisé!!” (CBS, 1987)–, y la crítica no los entendía y los rechazaba, su música se fue transformando en un retrato social a medida que se acercaban los años de crisis de hiperinflación en Argentina a finales de la década democrática o con el neoliberalismo salvaje que comenzó en los noventa. “En lo personal, yo estaba muy inspirado con la prosa y con la narrativa de Rubén Blades. Yo quería escribir canciones en ese momento, dentro de un contexto Cadillac, ‘bladinezcas’. Cuentos testimoniales, sociales, más que por la impronta política, que yo nunca la tuve por más que siempre estuve motivado por The Clash. Quería escribir así y así me salió la ficción de ‘Manuel Santillán, El León’. Insisto, si bien es política, nunca me salió con esa intención, siempre lo hice más desde la motivación de lo que puede decir un artista, de lo que me había mostrado Rubén”.

“Como los combos cubanos, puertorriqueños y mexicanos, ahí donde los linajes se van sucediendo de padre a hijo y siguen tocando. Los Cadillacs empiezan a tener –ya empezó, en realidad– un poco eso, y me gusta; es sanguíneo, la sangre es fuerte”

Sr. Flavio

Entre los discos “El León” (Columbia-Sony, 1992) –que no vendió lo esperado– y el recopilatorio “Vasos vacíos” (Epic-Sony, 1993), que Sony les dejó grabar a regañadientes, pasó el milagro, la magia. Flavio estaba fanatizado con Suicidal Tendencies, todavía con Robert Trujillo, actual bajista de Metallica, en su formación. “La cosa fue así: me compro un disco de ellos que se llama ‘Still Cyco After All These Years’, que no es ni más ni menos que su primer disco de 1983 todo regrabado en los noventa con la banda de ese momento. A mí me voló la cabeza eso y en cierto modo propuse a los Cadillacs usar esa dinámica como inspiración”. Como la discográfica no quería invertir, solo les pagaron los días de sala de estudio en Estados Unidos y no les dieron ni un billete para la comida o la estancia. Dormían en sillones en casa de sus amigos californianos. “Ahí entraron dos temas nuevos míos, que son ‘V Centenario’ y ‘Matador’. Y pasó lo que pasó”, dice.

Lo que pasó es que “Matador” se convirtió en un himno. El vídeo rotó como ninguno en ‘MTV Latino’ en el segundo año de existencia de sus emisiones. Y fue tan emblemático que el primer “Unplugged” que hizo el canal fue protagonizado por Los Fabulosos Cadillacs. Sin embargo, fue Rockdelux el medio que primero los valoró antes del éxito comercial.

 “Como dice el viejo Neil Young, ‘Hey hey, my my, el rock’n’roll no morirá jamás’”. Foto: Pablo Franco
“Como dice el viejo Neil Young, ‘Hey hey, my my, el rock’n’roll no morirá jamás’”. Foto: Pablo Franco
“Nosotros siempre fuimos muy criticados porque éramos muy soberbios y pedantes desde nuestro desparpajo”, dice Flavio. Los jóvenes Cadillacs no sabían tocar sus instrumentos tan bien en esos primeros años, no les interesaba ser correctos ni querían sonar bien como se entendía eso en los setenta. Querían hacer una música nueva que horroriza a cierta crítica argentina. “Si les gustábamos era lo peor, queríamos que nos denostaran, sentíamos que eso nos hacía más fuertes, que no teníamos que gustarle a ciertas personas”.

La crítica de “El León”, “de la implacable Rockdelux”, como dice Flavio, fue clave para la banda. En 1993, Luis Lapuente escribe en su reseña: “Los Fabulosos Cadillacs, nueve músicos que uno se imagina con un directo demoledor, demuestran en ‘El León’ haber asimilado, triturado, tamizado e incluso mejorado buena parte de las influencias que reconocen con admiración en la hoja interior del disco, desde Parliament a The Skatalites, pasando por Les Negresses Vertes, The Jam, Celia Cruz o Los Texas Tornados”. Hoy lo recuerda entre risas: “Fue lindo, cuando veíamos que a otros le daban con un hacha eléctrica a nosotros un poco más nos consideraban lo más ‘cool’ del mundo”. Es que en las épocas donde las cosas eran más uniformes, cuando los rockeros tenían pelo largo y lucían como hippies, estos chicos de pelo corto y gomina con la Fred Perry no eran entendidos. “Nos veían como caretas, y nosotros nos cagábamos de risa”.

“La implacable Rockdelux... Fue lindo, cuando veíamos que a otros le daban con un hacha eléctrica a nosotros un poco más nos consideraban lo más ‘cool’ del mundo”

Sr. Flavio

Son casi cuarenta años los que llevan tocando juntos. Su vínculo laboral, amistoso y familiar fue cambiando en estas décadas. Ahora, Los Fabulosos Cadillacs se reúnen para hacer un par de shows cada uno o dos años. Disfrutan los ensayos y luego tienen tiempo para hacer sus proyectos solistas. Esta dinámica empezó después de su primera parada en 2002. Tocamos sin parar durante un montón de años. La primera vez que dejamos de tocar nosotros nunca dijimos que nos separábamos, siempre fue que dejamos de tocar. Los Cadillacs nunca se separaron a pesar de una diáspora que creíamos que iba a ser de dos años. Queríamos parar un poco la pelota y de golpe pasaron seis. Y volvimos porque no nos habíamos separado”. Ahora pasa lo mismo. Y a finales de este verano visitarán España: “A estas alturas, después de cuarenta y cinco años de carrera, nos parece cómodo laburar así, nos da ánimos, retomamos con más ganas”.

El pulso actual es el de gozar. Empezaron como una banda de ska, se abrieron a lo latino, al funk con influencias entre el punk y la salsa. Y todo eso ahora está macerado por cuarenta años sobre el escenario. “Los temas suenan y gozamos mucho en la sala de ensayo porque los temas se escuchan con nuestro estilo. Somos una banda con un estilo único que disfruta mucho de tocar y creo que eso la gente lo percibe”.

El sonido de los Cadillacs tal vez ya no suene a nuevo, no se escuche desde los móviles de los adolescentes, pero tienen una cantidad de hits que atraviesa las generaciones y logra sobrevivir al tiempo. Tienen identidad. “Yo creo que el rock ya no es la contemporaneidad, pero, ojo, porque es una frase fea lo que estoy diciendo y también, como dice el viejo Neil Young, ‘Hey hey, my my, el rock’n’roll no morirá jamás’, porque está en otro lado, en la cueva del romántico”. Y ahí es adonde vamos todos. ∎

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