Y así es como llegó su época dorada: el lanzamiento de su tercer disco,
“I’m Your Baby Tonight” (1990), su actuación en la Super Bowl cantando el himno norteamericano (1991), su flamante boda con el rey del new jack swing Bobby Brown (1992) y el gran pelotazo internacional con su doble faceta de cantante y actriz en el filme “El guardaespaldas” (1992) junto a Kevin Costner. La cinta incluía su
megahit planetario “I Will Always Love You”, una versión de Dolly Parton por la que la Houston será considerada siempre culpable de las negro-
affectations que muestran las participantes de todos los concursos de talentos del mundo. En esa época competía con Mariah Carey y Céline Dion por el título de reina de los gorgoritos mientras saboreaba las mieles del triunfo masivo.
Pero tras su participación en el filme “La mujer del predicador” (1996) junto a Denzel Washington y la edición de
“My Love Is Your Love” (1998), su disco más próximo a la estética del hip hop y el R&B contemporáneo, comenzó su travesía del desierto, sus flirteos con las drogas, sus continuas peleas con Bobby Brown y, lo que es peor, la pérdida progresiva de su maravillosa voz, que le supondría cancelaciones de giras, abucheos en conciertos y el descalabro definitivo de su carrera, que, a pesar de todo, continuó con discos irregulares como
“Just Whitney” (2002), el navideño
“One Wish: The Holiday Album” (2003) y su último trabajo,
“I Look To You” (2009), que, milagrosamente, logró llegar al nº 1 de las listas norteamericanas.
El 11 de febrero fue encontrado su cuerpo en una bañera del hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, donde la diva caída se preparaba para asistir a una fiesta previa a la ceremonia de los Grammy, que ha estado marcada por su recuerdo. A Bobby Brown le sorprendió la noticia mientras cantaba en Mississippi y solo acertó a lanzar un beso al cielo mientras le decía
“I love you, Whitney”. Así se apagaba una de las voces más radiantes del universo negro y la que mejor representaba esa curiosa combinación de artificio y emoción. ∎