Que Barney Hoskyns (Londres, 1959) es una de las grandes voces del ensayo musical quedó más que claro en el enorme “Hotel California. Cantautores y vaqueros cocainómanos en Laurel Canyon 1967-1976” (2005; Contra, 2021), libro del que también brota una radiografía sin igual del zeitgeist contracultural vivido en los años 60 y 70. Precisamente en la era hippie fue cuando surgió un ser extraordinario, fascinante y desastrado como Arthur Lee (1945-2006).
Poseedor de una visión superior de la condición pop, el mero hecho de haber sido el cerebro y alma de “Forever Changes” (1967) le otorga la eternidad absoluta dentro de los grandes compositores de todos los tiempos. Discos así jamás surgen por casualidad, como queda demostrado en los pasajes dedicados a su grabación: si eran necesarias 44 tomas para que “Your Mind And We Belong Together” quedara a su gusto, se grababan. Y punto.
La visión y el tono dictatorial mostrados por Lee durante las sesiones de su obra cumbre y por extensión de Love, su nave nodriza, desmienten a todos los que mientras vivía se aprovecharon de sus debilidades para cuestionar el verdadero genio de un tipo que –tal como demuestran las poco más de 140 páginas que componen este libro– perdió la oportunidad de entrar en el olimpo de los dioses junto a coetáneos como Brian Wilson o Jim Morrison.
Publicado originalmente en 2001, un lustro antes de la muerte de Lee, “Arthur Lee. Esplendor y decadencia de Love” (“Arthur Lee. Alone Again Or”; Contra, 2022) se caracteriza por el tono de biografía coral. Está centrado en un momento básico en la vida del chamán de Love, pero también de su mano derecha Bryan MacLean, como cuando en un concierto de 1982, durante una actuación de este último, Lee despotricó contra él. Episodios como este definen la personalidad volátil de un ser cuyo comportamiento se ciñe a las características básicas de lo que entendemos por “genio”.
Las entrevistas realizadas por Hoskyns a las dos voces centrales de Love arman el corazón del relato, dispuesto en torno a la exposición de un contexto verbalizado en las letras plagadas de terror de las canciones que conforman “Forever Changes”: el reverso oscuro del “Verano del amor”.
Hoskyns muestra su habilidad natural para describir –sin necesidad de sesudas búsquedas introducidas con calzador ni de ningún atajo conceptual que desvirtúe la propia fuerza de un relato corto, preciso y monumental– una historia encauzada a la gran pregunta: ¿por qué Arthur Lee no pudo labrarse una trayectoria acorde a su talento descomunal?
Quizá la respuesta provenga del anecdotario de un grupo en el que dos de sus miembros –el guitarrista Johnny Echols y el batería Ken Forssi– llegaron a ser denominados “los ladrones de donuts”. La razón: su insana afición a atracar puestos de donuts en Los Ángeles con el fin de costearse su adicción a la heroína.
Capítulos como este último o el texto dedicado al encarcelamiento del propio Lee son una metáfora perfecta del carácter voluble del capitán de Love y los suyos. Seguramente un grupo con potencial para poder mirar de tú a tú a The Byrds y The Beach Boys, pero cuya exigua temporada en las aguas de la inspiración divina –entre 1966 y 1967– no fue suficiente para dejar de lamentar sus años perdidos. Love, lo corrobora esta joya del periodismo musical, no tuvo rival cuando se trataba de tomar la dirección equivocada. ∎