El 4 de mayo de 1970, un contingente de 28 soldados de la Guardia Nacional de Ohio abrió fuego en el campus de la Universidad de Kent State sobre una multitud de universitarios. Algunos de ellos protestaban contra la presencia estadounidense en Vietnam. Otros, simplemente, transitaban de una clase a otra. Las balas de soldados estadounidenses hacia civiles estadounidenses dejaron cuatro jóvenes muertos y nueve heridos de diversa consideración. Con cada vez menos testigos directos vivos, el episodio sobrevive bajo una densa bruma de preguntas sin responder y documentos clasificados.
El dibujante Derf Backderf (Richfield, Ohio, 1959) tenía diez años cuando presenció el despliegue del ejército estatal en las calles de su pueblo natal, ubicado a media hora del campus de Kent State, como parte de un dispositivo gubernamental que buscaba ahogar las cada vez más intensas manifestaciones sobre la guerra de Vietnam y su reclutamiento forzoso. Esos días dejaron en él una profunda huella, que plasmó en dibujos infantiles de soldados con mecanismo de cuerda y retratos de un Nixon como malo de película, en trozos de papel que aún hoy conserva. Backderf asegura que esa experiencia le impulsó a convertirse en caricaturista político, labor que desarrolló durante años en diversos periódicos. Medio siglo después del suceso publicaría “Kent State” (2020), novela gráfica que llega ahora al mercado español de la mano de Astiberri Ediciones.
El veterano dibujante de Ohio se ha encontrado casi en la puerta de su casa con las historias que han dado lugar a sus obras más celebradas. En “Mi amigo Dahmer” (2012; Astiberri, 2014) había contado cómo compartió clases en el instituto con El carnicero de Milwaukee, uno de los asesinos en serie más sanguinarios de la historia estadounidense, mientras que en “Basura” (2015; Astiberri, 2016) elaboraba un auténtico tratado sobre lo mucho que revela sobre nosotros cómo gestionamos los desechos, a partir de sus experiencias personales como basurero en la zona colindante con Kent.
El de Kent State es un episodio importante de la historia de Estados Unidos, no solo porque la Guardia Nacional disparase sobre sus propios ciudadanos, un hecho sin casi precedentes hasta entonces. También por estar considerado como punto clave en el proceso de creciente polarización de un país que, en parte, asumió como ciertas medias verdades y mentiras fabricadas por los poderes gubernamentales con el objetivo de retratar al conjunto de universitarios contrarios a la guerra como peligrosos radicales comunistas.
Backderf asume un delicado equilibrio al integrar una visión crítica de los hechos (nacida de un escrupuloso proceso de documentación y reconstrucción) con un relato de corte más personal que convierte en protagonistas a las víctimas del tiroteo. Durante los cuatro años que tardó en completar la obra, se encargó de que esta ofreciera una completa contextualización que permite conocer al detalle piezas importantes para entender aquel zeitgeist, como son el proceso de incorporación a filas forzoso instaurado para la guerra de Vietnam, el funcionamiento de la Guardia Nacional y de la Academia de Oficiales Universitarios o el nacimiento y desarrollo de la Weather Underground Organization, un grupo de protesta radical que acabaría convertido en organización terrorista de facto.
Todo ello compone un conjunto de valiosas herramientas que el autor proporciona a los no nacidos en Estados Unidos o a quienes no están familiarizados con ese momento histórico. Para quienes sí lo están, Backderf ofrece un exhaustivo recuento de qué, quién, cómo, cuándo y por qué, complementado por un generoso anexo con notas y referencias bibliográficas. Pero, sobre todo, lo hace a través de una semblanza sincera de los protagonistas y, a la postre, víctimas de todo aquello. En este sentido, el estilo gráfico de Backderf toma como claros referentes precisamente a autores underground de los 60 y 70, como Robert Crumb o Spain Rodriguez. Su trazo tosco y algo caricaturesco deja el contador de stendhalazos a cero, pero resulta muy efectivo para su reporterismo en formato viñeta.
“Kent State” abruma por su ejemplaridad a la hora de abordar la tragedia, de desplegar sus precedentes y de mostrar sus secuelas. El rigor milimétrico en su desarrollo no impide que el resultado sea una historia viva y humana. A la vez, ese poner caras a las víctimas tampoco convierte lo sensible en sensiblero. “Comedido”, “enciclopédico” y “emocionante” no suelen ser adjetivos que casen demasiado bien juntos, pero aquí el maridaje es total. ∎