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Milena Smit y Penélope Cruz: matriarcado almodovariano.
Milena Smit y Penélope Cruz: matriarcado almodovariano.

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“Madres paralelas”: Pedro Almodóvar desentierra a la madre patria

La nueva película del más universal de los manchegos es la última consecuencia de toda una filmografía repleta de ecos y de rimas, pero también la primera en la que se enfrenta a nuestro pasado tremendo, del que parece que siempre había querido huir, como si se hubiera autoimpuesto la misión imposible de modernizar el país él solito a través de sus películas.

07. 10. 2021

En casa somos muy del lado maternal del cine de Pedro Almodóvar, que puede ser como un abrazo comprensivo en momentos de crisis, entre otras cosas. Teníamos que ir al cine a ver “Julieta” (2016), pero a mi mujer le cogieron las contracciones que nos boicotearon el estreno, y como finalmente fueron contradictorias volvimos a “Volver” (2006), que la ponían en la tele o en alguna plataforma, ya no me acuerdo; ha pasado como siglo y medio desde entonces. Así que ya éramos, de salida, público cautivo de una película como “Madres paralelas” (2021), no solo porque en ella Penélope Cruz y Milena Smit dan a luz de manera tan simétrica como intercambiable, sino porque también Almodóvar ha terminado encontrándose, tras más de cuarenta años de carrera, con la madre de todas las madres: la madre patria, esa a la que, en el caso de España, solo se puede llegar escarbando en una de esas fosas que son uno de los más ominosos vertederos de nuestra Historia reciente. Hay otros, aunque ahora no vienen al caso.

Pe es Janis –sí, por Janis Joplin: en la banda sonora suena su imborrable “Summertime”–, una fotógrafa de moda acorralada por el presente y por el pasado: ha querido seguir adelante sola con su embarazo y ha terminado en un laberinto de mentiras, que solo se solucionan con pruebas de ADN, y esas pruebas riman con las que el antropólogo forense, al que da vida Israel Elejalde –el Pepe Navarro de la serie “Veneno” (2020)–, llevará a cabo para desentrañar identidades en la fosa del pueblo de la fotógrafa. Está claro que hay algunos diálogos, unos pocos –en realidad, solo dos–, que pueden sonar algo ortopédicos, metidos con calzador, porque ya sabemos de qué va todo esto, pero a los americanos no, y están encantados. Solo por eso se podría tachar “Madres paralelas” de imperfecta, pero resulta imposible negar que la película va sobrada de belleza y de emoción, todo lo que se puede pedir a un melodrama preñado de memoria histórica. Para perfección ya están los anuncios sobre la potencia sin control.

El pasado siempre ha pesado en los personajes de Almodóvar, como en cualquier persona, qué duda cabe, y si lo que sorprende es su giro político –mentando incluso a Rajoy en una línea del guion–, como si la edad no nos hiciera menos egocéntricos y más responsables, “Madres paralelas” se empeña en demostrar la íntima relación entre lo público y lo privado, entre las miserias de uno y las de toda la sociedad que lo rodea. La sociedad como madre, el paroxismo de un tema que viene de largo.

La patria y la memoria.
La patria y la memoria.

Bien es sabido que el de Almodóvar es un cine repleto de madres, dominado además por la suya propia, Francisca Caballero –fallecida en 1999, a los 82 años–, que ha sido como un modelo para todas las demás, prestándose incluso a algunos cameos –la recordaremos especialmente dando la noticia de los terroristas chiitas en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988)–, a pesar de que las películas de su hijo le parecían demasiado “guarras”, amén de que le acarreaban quejas de amigas y vecinas que se veían retratadas; una afrenta por la que el cineasta ya tuvo ocasión de pedir perdón, a través del Antonio Banderas de “Dolor y gloria” (2019), en aquella conmovedora escena coprotagonizada por este y Julieta Serrano.

Antes de repetir en “Madres paralelas”, donde, medio ciega, asiste al desentierro de nuestro pasado, Julieta ya había sido la madre enloquecida con pestañas postizas de Antonio Banderas en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), la madre superiora de “Entre tinieblas” (1983), la madre desprendida de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” (1980) y, una vez más, la madre de Banderas en “Matador” (1986). En “Madres paralelas” también repite Rossy de Palma, aquella madre narcotizada en “Mujeres...”, un poco a la manera de Leonor Watling en “Hable con ella” (2002), la madre en coma por excelencia. Madres que no se enteran de nada.

Hay otras madres de Almodóvar que lógicamente brillan por su ausencia en “Madres paralelas”. Carmen Maura, por supuesto, que fue madre maltratada y vengativa en “¿Qué he hecho yo para merecer esto!” (1984), madre fantasma en “Volver”, y madre del asesino de Cuatro Caminos en el spot que se marca en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, la madre detergente. Tampoco aparecen Marisa Paredes, Susi Sánchez o Emma Suárez. Normal que no salgan todas, aunque ya desde el título “Madres paralelas” es un festival de la maternidad. Madres solteras, madres solidarias, madres que se abrazan y madres recién llegadas, como la ya citada Milena Smit –el gran descubrimiento de la no desestimable “No matarás” (David Victori, 2020)–, la madre millennial, fluida y más cosas que no se pueden decir. O Aitana Sánchez-Gijón, la madre facha, o apolítica, o del PP, que rima con esas fosas que hay que dejar como están, no fuera a ser que se despierten los muertos y regresen para vengarse, como en las películas.

Lo fluido y lo apolítico.
Lo fluido y lo apolítico.

Hace ya bastante tiempo que las “chicas Almodóvar” se convirtieron en madres, y la reina de todas ellas es Penélope Cruz. Recordemos que, antes de ser la madre encubridora de “Volver” y la monja embarazada de un travestí con sida al que daba vida nada más y nada menos que Toni Cantó (quién le ha visto y quién le ve: el más listo del país) en “Todo sobre mi madre” (1999), Cruz entró en el cine de Almodóvar pariendo en el bus de “Carne trémula” (1997), premonitoriamente asistida por la que acabaría convirtiéndose en su suegra, la recientemente desaparecida Pilar Bardem, a la que dedicó la Copa Volpi alzada en Venecia por “Madres paralelas”.

Aquí, Penélope Cruz vuelve a dar a luz, ya con la experiencia de lo vivido, y resulta imposible no conectar con la angustia de esta madre atrapada en una doble tragedia de la que no puede escapar, a la que solo le queda ocultar y seguir adelante como puede porque es incapaz de hacer otra cosa. Una pletórica huida hacia adelante. Penélope nos deslumbra con su gama de matices, y gracias a todos esos ecos y rimas entre lo personal y lo universal, entre lo íntimo y lo político, ha acabado convirtiéndose en la madre de todas las madres en el cine de Almodóvar. Tan española como ninguna, ha terminado encarnando a la mismísima madre patria, que solo puede alcanzar la paz una vez ha desenterrado todos sus secretos, ha desvelado sus mentiras y ha hecho el duelo como está mandado. Pe de España, un país en el que todo podría ser belleza. ∎

La maternidad, España, Almodóvar.

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