Marcada por el quietismo, el detallismo y la palidez de tonos pastel que caracterizan el universo del sueco
Roy Andersson,
“Sobre lo infinito” (2019; en España, 2020)
se presenta como un pequeño artificio tragicómico que aborda las paradojas de la condición humana a través de un collage de
tableaux vivants. Un fresco democrático en el que cada microrrelato y cada personaje –todos hilados por una voz en off que evoca a la Sherezade de “Las mil y una noches”– tiene el mismo valor que los demás; una idea que adquiere su sentido radical cuando la escena de un hombre que agrede a su esposa en público se encadena, minutos después, con una inquietante visita al búnker en el que Adolf Hitler halló su final. Los horrores de la Historia son observados desde un presente en crisis en esta película que resulta devastadora sin caer en la crueldad, emocionante pero nunca sentimentalista, ambiciosa pero alérgica a la grandilocuencia. ∎