Álbum

Air Waves

The DanceFire-Popstock!, 2022

Si “Warrior” (2018) ya fue la constatación de un universo sentimental y sonoro muy particular, “The Dance” amplía la brillantez y precisión del mundo acogedor, tan orgánico como electrónico, de Air Waves, nombre de grupo tras el que se parapeta la cantante, guitarrista y compositora de Brooklyn Nicole Schneit, que ofrece una nueva colección de canciones, breve (apenas dura media hora el disco) y llena de detalles estimulantes e inspiradores, incluso de potenciales hits. En un mundo mejor, “Wait” hubiera sido canción del verano 2022.

Air Waves parece dotada de una sofisticación natural. Las melodías son sencillas, la voz rehúye la espectacularidad y se apoya en el sentimiento, los arreglos se construyen solo con los detalles precisos y, aunque las canciones podrían partir de un esquema folk con guitarra, se transforman por completo en un acabado final de gran distinción, que podría encajar tanto en una electrónica suave y sensual como en un pop contemporáneo sin artificios de moda. Pero no del todo.

Más que contar historias, Nicole apela a retazos de recuerdos y sensaciones que alcanzan su plenitud en una interpretación sentida pero contenida. A veces Nicole puede evocar esa forma de aspirar a las alturas emocionales y sonoras de la voz de Victoria Legrand de Beach House, esa forma de crear ambientes melancólicos pero sólidos, vaporosos pero ligeramente épicos. También asocio una y otra vez esas cajas de ritmos ocasionales y esos secuenciadores o teclados de fondo con la electrónica doméstica y cálida de Anna Domino en los años 80: aquí encajarían también los saxos y otros instrumentos inesperados que Air Waves introduce inesperadamente, a veces para crear una melodía ligeramente discordante en el paisaje plácido de una canción pegadiza.

“The Dance”, quinto álbum de Air Waves, puede ser un título algo desconcertante para un disco que, lo que tenga de bailable, será en modo de cuerpos cimbreantes y gestos acompasados a la sensualidad, no a ritmos machacones. La canción del título se conforma como un medio tiempo que deja intuir romances zozobrantes, quizá más dramáticos de lo que puede parecer a primera vista. Y “Wait”, que sí se apoya en un esquema dance, deambula por una pista de baile a la hora en que los maquillajes empiezan a derretirse. Es una canción preciosa, que te arrastra, lo mismo a la euforia que a la derrota, según se tome.

El álbum de ocho canciones más una pequeña coda casera se apoya también en las colaboraciones. Aparte de los músicos de base que acompañan a Nicole, que se ocupa de la voz y la guitarra, hay dúos nada forzados; todo lo contrario. Destaca en primer lugar la entrada de la voz de Cass McCombs, que engrandece desde la segunda estrofa la, en principio minimalista, “Alien”. Algo similar ocurre con la tarareable “Black Metal Demon”. También aparecen Luke Temple (la voz de Here We Go Music) y Rina Mushonga en la inicial “The Roof”, un riff de simpleza rock que enamora al instante.

Ambicioso sin parecerlo, contenido para no perder la fuerza de los pequeños hallazgos, “The Dance” desafía las barreras del tiempo y suena absolutamente contemporáneo aunque contenga trazas de lo más diversas, desde ecos del doo-wop o la balada sentimental de los 50 hasta un do it yourself de primeros de los 80. Un disco breve para tener a mano largo tiempo, y que no para de desvelar nuevas capas y sugerentes ambientes de una artista muy crecida en su discreción. ∎

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