Durante algo más de una década, Dustin Payseur ha amplificado el pensamiento interno de una generación. La endofasia, esa voz inaudible que nos acompaña de forma constante, de muchos de sus coetáneos ha sintonizado con aquello que el vocalista y líder de Beach Fossils narraba desde 2010 sin pretensiones ni ornamentos y que ha ido evolucionado desde la efervescencia de la juventud hasta la implicación política o el cuestionamiento de aquello en lo que nos convertimos. El mérito de los de Brooklyn es que han acompañado esa trayectoria vital en primera persona de un progreso en su sonido que ha enriquecido la idea embrionaria dejando intacta su identidad.
Payseur ha estrenado recientemente su paternidad. En la misma etapa había traducido sus mejores canciones al jazz en “The Other Side Of Life: Piano Ballads” (2021), una conexión entre su momento existencial y musical. Lejos de sumergirse en géneros más elevados, el cuarteto recupera en su nuevo “Bunny” el protagonismo de las guitarras, difusas entre los arreglos de vientos del notable “Somersault” (2017), y las dota de una mayor robustez y heterogeneidad. Su cantante, que pese a sus reticencias escribe con la marca del paso del tiempo, echa la mirada al retrovisor en “Run To The Moon”, con una entradilla que evoca a Ryan Adams y muestra las cicatrices de la gran urbe: “Living in Nеw York / It can grind you down / I tell you, it will grind you down”.
Beach Fossils conserva la esencia de ese pop independiente que convirtió la ciudad que nunca duerme en el epicentro de la escena musical, a pesar de que ahora puedan prevalecer sus inconvenientes. Además de las capas de guitarras, características de su primera época y de formaciones hermanas como DIIV, sobre las que se construyen temas como “Dare Me”, el cuarteto muestra una versatilidad con pocas tachas. “Don’t Fade Away” podría ser un medio tiempo, pero las baquetas de Anton Hochheim restan sentimentalismo a una canción dedicada a las amistades perdidas. De la sensación de que no se quiere olvidar nada de lo ocurrido. Tras la colaboración puntual que hubo hace cinco años con Rachel Goswell en “Tangerine”, la huella de Slowdive es patente en “Anything Is Anything” o en el colchón distorsionado de “Numb”.
El dream pop concluye en “Feel So High” en un expansivo estribillo, también maravilloso en “(Just Like The) Setting Sun”, aunque en este último caso hay una mirada a los Byrds con unos primeros versos que conducen a su época (“Woke up in California / Fucked up when we were younger / I used to think I was in love with everyone”). A esos años la banda regresa en “Seconds”, aunque en este caso combina esas pinceladas con su idiosincrasia elemental, en una demostración más de la capacidad para llegar a cualquier punto sin perder el arraigo.
“Bunny” está lejos de ser un disco de madurez, como apuntan muchas de sus letras. (“Staying out all night / We’re all taking drugs / Acting stupid, having fun / ‘Til the sun is coming up” es el inicio “Run To The Moon”). Pero sí es un trabajo que refleja la experiencia de la formación, un álbum producido por un Dustin Payseur en estado de gracia, con su leve voz abarcando un espacio inmenso y en el que la base rítmica ocupa un lugar protagónico gracias a las omnipresentes líneas de bajo de Jack Doyle Smith. El cuarto LP de Beach Fossils constituye su mejor colección de canciones hasta la fecha y actúa como un manifiesto de una generación reacia a abandonar la primera línea de una época que ya no les pertenece. ∎