Están muy bien los discos en solitario de Adrianne Lenker, Buck Meek o James Krivchenia, pero algo extraño e intangible sucede cuando ellos tres, unidos a Max Oleartchik, deciden juntarse para hacer música: una simbiosis que canaliza algo superior a la suma de los cuatro. Tras la temporada de aislamiento impuesta por la COVID-19, sus ganas de cultivar y mantener ese milagro, y la variedad de sus impulsos, les llevaron a plantearse hacer un disco gigante: el doble “Dragon New Warm Mountain I Believe In You”, en el que, a lo largo de un metraje generoso pero siempre justificado, confluyen todas las caras conocidas del grupo y algunas todavía ignotas.
Este álbum mastodóntico pero fluido y grácil es el resultado de cuatro sesiones de grabación distintas, cada una de espíritu diferente. La inicial y campestre “Change” pertenece a la tercera, desarrollada, como “U.F.O.F.” (2019) y “Two Hands” (2019), bajo la supervisión del ingeniero Dom Monks, quien mejor ha sabido conducir las energías del grupo hacia la magia y la intuición. Si suena a precalentamiento, es porque lo es: Big Thief creían estar ensayando para la primera toma del tema, pero Monks había grabado ese asalto tentativo. De la misma sesión provienen la canción titular (cuyo dragón ya asomó en “anything”, publicada por Lenker en “Songs”, de 2020), las estupendas “No Reason” y “The Only Place”, o la aún mejor “Flower Of Blood”, desvío hacia un nuevo horizonte dream pop y electrónico que forma un verdadero doble nocaut con la cuasi trip hop “Blurred View”.
Esta última ya proviene de la segunda sesión de grabación, en la que quisieron probar toda clase de delirios sónicos con el ingeniero Shawn Everett. Atención al desestabilizador uso del estéreo en “Time Escaping”, en el que distintos retorcidos instrumentos compiten por tu atención desde uno y otro lado de los auriculares; la también gozosamente caótica “Little Things”, en la que Lenker deja un poco aparte el cripticismo poético para lanzar preguntas obsesivas a un ser adorado, o una tensa “Simulation Swarm” con lo que parecen referencias a la vida virtual y su inferioridad respecto a la táctil.
La primera y cuarta sesiones, desarrolladas en los bosques al norte de Nueva York y Tucson (Arizona), traen a los Big Thief más rústicos. En la segunda se unió al grupo un quinto miembro: Mat Davidson, alias Twain, para violín y voces. El resultado fueron temas como “Red Moon”, “Dried Roses” o el festivo “Spud Infinity”, una nueva llamada (en sintonía con el material de “U.F.O.F.”) a hacer las paces con el Otro o, como dice la letra, “aceptar al alienígena que has rechazado en tu propio corazón”. Lo jipi no quita lo turbulento, y en “Sparrow”, uno de los primeros cortes grabados para el disco, las esencias folk se dejan enturbiar rápidamente por una extraña subtrama eléctrica o la tensión vocal en crescendo de Lenker. A veces con desatada imaginación, casi siempre con ingente emoción, otras veces con oscuridad relativamente inesperada, las canciones de Big Thief se resisten a ser simple ruido de fondo de esta absurda vida moderna: quieren toda nuestra atención, sin interferencias ni pestañas abiertas en segundo plano. ∎