Single

black midi

CavalcoversRough Trade-Popstock!, 2022

black midi siempre estuvieron abiertos al divertimento y se han asentado completamente en una experimentación extrovertida que mezcla géneros, especialmente el alt-rock y el free jazz, sin ningún tipo de vergüenza. Sus conciertos son famosos por snippets de los temas de cabecera de “Los Simpson” o “Friends” y otras versiones inusuales que van de Captain Beefheart o Steely Dan a Bruce Springsteen, y añadiendo siempre un puntito justo de comedia que ya se ha convertido en marca de la casa. “Cavalcovers” responde exactamente a esto. Al juego por el juego. A la ironía salvaje. Está compuesto únicamente por tres versiones (que podrían haber sido más si los dueños de los derechos de Prince y Talking Heads hubieran permitido añadir las de “Nothing Compares 2 U” y “Psycho Killer” a la edición digital; solo se pueden escuchar en el flexi), y en los apenas trece minutos que duran parecen literalmente tres bandas diferentes. Su aproximación es tan personal que ni optan por acercarse con fidelidad a los originales ni eligen por destrozarlos flagrantemente. En el punto medio está la virtud, que diría Aristóteles, y black midi sonreiría con sorna.

Para “21st Century Schizoid Man”, original de King Crimson que Kanye West ascendió a la mainstream culture al samplearla en “Power”, se olvidan de toda la parte más virtuosa y se quedan con los riffs aplastantes y el frenetismo del saxo, el gran descubrimiento de los británicos en “Cavalcalde” (2021), su segundo trabajo largo. Más concreta, conecta con aquella versión que hiciera Ty Segall con Fuzz allá por 2013, pero vira más hacia el jazz-rock de unos Steely Dan que al heavy metal de unos Black Sabbath. Y no se quedan ahí las conexiones con el irreverente músico californiano –¿recordáis “Segall Smeagol” (2020), aquel discazo de versiones de Harry Nilsson?–.

También hay algo de su forma de enfrentar composiciones ajenas en “Moonlight On Vernon”: es pantanosa, la que más difiere de la “original” de Captain Beefheart, proporcionando un croonerismo decadente en la línea de Tom Waits, recreándose en la disonancia y rematando de vacile con el legendario estribillo de “One” de U2. Quizá una versión que cobra importancia por lo que no se dice: escrita por John Blackburn en 1944, considerada de forma extraoficial la canción bandera del estado de Vermont y frecuentemente utilizada allí para abrir los convites de las bodas, carece de rima, forma haikus y está pensada para ser cantada adaptándose recíprocamente a la base rítmica. Esto ha hecho que, además de Captain Beefheart, la versionaran entre otros Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Frank Sinatra, Bobby Womack o Willie Nelson, convirtiéndola en símbolo de canción mutante. Como black midi.

Por último, le dan un twist gay a la “Love Story” de Taylor Swift con una cover springsteeniana que no aporta demasiado y que podría haber aparecido como bonus track de aquel disco de Ryan Adams que versionaba al completo el “1989” (2014) de la tejana. En definitiva, destellos de ese lado más juguetón del –ahora– quinteto británico que nos acercan a su sorprendente faceta de directo. ∎

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