Álbum

Come

Peel SessionsFire-Popstock!, 2022

Las sesiones que tramaba el radiofonista John Peel en los estudios de Maida Vale constituyen un archivo cuyo valor se ha agigantado con el transcurso del tiempo. Son fieles radiografías del estado de forma que brindaban prácticamente todos los tótems del rock alternativo e independiente británico (y también parte del norteamericano) desde 1967 hasta 2004. Testimonios en directo de sus mejores potencialidades. Agudizadas, resaltadas o exprimidas por el fragor del escenario y la urgencia del presente perfecto, casi siempre generando visiones complementarias a los discos de estudio y justificando el desembolso del fan. Sacándole buena punta a sus protagonistas. Los bostonianos Come también formaron parte, cómo no, de aquel reguero de luminarias. Y lo hicieron pronto, cuando su carrera aún despuntaba.

Esta exhumación de sus dos sesiones, que ha tenido a bien publicar Fire Records, los muestra en flor. Vibrando. Sangrando. Goteando intensidad. Fue en 1992 y 1993, cuando retorcían la esencia del blues hasta generar una propuesta abrasiva que sumó fieles adeptos, pero estuvo siempre muy lejos de romper una barrera del mainstream que ni ellos mismos oteaban, como les pasó a tantos ojitos derechos de Kurt Cobain que pasaron inadvertidos ante el radar comercial, por mucho proselitismo entusiasta que el líder de Nirvana les dedicase.

Come fueron un cuerpo singular y extraño en aquellos tiempos de marejada grunge y eclosión del fenómeno alternativo, porque ni casaban con los primeros ni tampoco sintonizaban del todo con la escuela de Boston y alrededores, zona de la que procedían (Dinosaur Jr., Buffalo Tom, Pixies, quizá sí algo más con Throwing Muses). Demasiado retorcidos, demasiado torturados, demasiado entregados a un aquelarre sónico de anclaje (además) algo venerable para lo que se estilaba: ¿quién tenía los bemoles en 1992 de debutar honrando el “I Got The Blues” de los Rolling Stones (bonus track de su primer álbum)? Ni siquiera los Primal Scream, que aún bajaban de la nube lisérgica post-rave y no se habían zambullido en la regresión stoniana.

Los cinco primeros cortes de este disco fueron grabados en 1992 y cuatro de ellos parten de su debut largo, “Eleven: Eleven” (1992). Son “Dead Molly”, “Bell”, “William” y “Off To One Side”, con la guinda del “Wrong Side” que encabezó el EP del mismo nombre (“Wrong Side”, de 1994) y engrosaría luego el segundo álbum, “Don’t Ask Don’t Tell” (1994). A este segundo elepé pertenece también “Mercury Falls”, una de las que integra la tanda de 1993, junto a “Sharon Vs. Karen” y la versión del “City Of Fun” de The Only Ones, el corte que –lógicamente– más se sale del guion. La inédita “Clockface”, registrada en directo en Boston en 1991, completa el minutaje.

Son 37 minutos de electricidad abrupta, indomable e hiriente. El temprano punto de combustión de las guitarras de Chris Brokaw y Thalia Zedek, en connivencia con el bajo de Sean O’Brien y la batería de Arthur Johnson. La plasmación de todo el vigor en escena de esta primera formación que duró hasta 1995 (los dos siguientes discos, tercero y cuarto, contaron con otra base rítmica), quizá porque su derroche de vehemencia interpretativa los condenaba a no durar demasiado. Teniendo en cuenta que Come no registraron ningún disco en vivo, esto es todo un documento. ∎

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