Álbum

Dave Gahan & Soulsavers

ImposterColumbia-Sony, 2021

De yogurín electrónico a mártir greñudo del synth’n’roll, de cantante pop a doliente garganta blues, de líder-comparsa a circunspecto autor de canciones, el firme opositor a joven cadáver que llegó a ser David Gahan se fue transformando, poco a poco y por méritos propios, en rey underground de toda una generación masiva y transversal –hasta la gótica Isabel Díaz Ayuso luce en su antebrazo izquierdo la rosa de “Violator”–. Esta circunstancia podría encontrase detrás del famoso síndrome del impostor. Técnicamente, un trastorno psicológico derivado del éxito y no de la baja autoestima.

Más chulo que un ocho es lo que siempre ha parecido Gahan en sus incontables puestas en escena. Es verdad que todos lucimos una máscara, aunque sea solo por educación, cuando salimos a la calle para subsistir. La palabra “impostor” podría titular muchas vidas, pero, en el caso de un cantante, el sustantivo cobra más fuerza si cabe, de forma parecida a la de un actor cuando afronta la interpretación de un papel. Más aún cuando aquel deja de cantar sus propios temas –algo que, bien visto, hizo casi siempre en Depeche Mode con las composiciones de Vince Clarke, Martin L. Gore o Alan Wilde – y se viste de largo gracias a unas versiones con las que, asegura, y aquí está una de las claves de este álbum emancipatorio, se siente plenamente identificado.

Para su nuevo disco en solitario, Dave Gahan se asocia por tercera vez con los solventes Soulsavers (Ian Glover y Rich Machin). Su blues-rock cadencioso, épico y americanizado, similar al que adoptaron Depeche Mode a finales de los años 80, alienando a su público synth pero abriéndoles las puertas de los grandes estadios, le viene como anillo –platino-calavera– al dedo de este personaje anguloso con cara de niño curtido más grande que la vida. Pero todos los disfraces guardados en su variopinto ropero no ocultan un hecho indiscutible: su estilo vocal, emparentado con la saga Jagger-Gillespie-Sandoval, puede gustarte más o menos, pero caben pocas dudas de que Gahan es un cantante tan superdotado como infravalorado. Es lo que tiene venir del tecno-pop, algo que “Imposter” quiere solventar de una vez por todas.

Para ello, Gahan enfatiza su capacidad para introducir matices y variar los registros vocales, liberado además de la responsabilidad de convencer con sus propias canciones y plenamente consciente de que no se debe confundir impostura con la mejor versión de uno mismo aunque sea en las manos de otros compositores. Solo que esta vez es él quien decide el qué y el cómo. Tomas intimistas de “The Dark End Of The Street”, “Always On My Mind” o “Smile”– la canción de Chaplin – le podrían situar sin sonrojo junto James Carr, Elvis Presley o Nat King Cole. Pero el modesto post-punker de Basildon quiere fijar también su impronta personal en temas más generacionales y menos consolidados como “Strange Religion” (Mark Lanegan), “Shut Me Down” (Roland S. Howard), “Metal Heart” (Cat Power) o “The Desperate Kingdom Of Love” (PJ Harvey). Gene Clark, Neil Young, Bob Dylan o la preciosa “Lilac Wine”, de James Shelton, asisten al despegue definitivo de un crooner adulto que convencerá a los ya convertidos, sorprenderá a los desprevenidos y quizá acabará dando pereza a todos. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados