Las idas y vueltas entre Lagos y Londres son habituales para artistas que han cimentado su carrera con un pie en cada ciudad. Es el caso del enigmático Lecke, alias CHiF, músico y productor, volando de una ciudad a otra para perfilar el sonido hip hop y afrotuturista de “Drum Money”, editado por el sello belga Crammed.
En su currículo figura haber trabajado como diseñador de sonido para los estudios Pinewood británicos y Nollywood, la industria de cine de Nigeria, tan poderosa que solo está por debajo de Bollywood y Hollywood. De ahí cogió gusto por los detalles y la diversidad, algo que demostró en su notable debut, “Abeg No Vex” (2019), ya en Crammed, lleno de afro hip hop soul futurista, con fondo electrónico pero muy emocional. De ambos, de detalles y diversidad, va sobrado su nuevo disco, que se permite alargarse hasta los 17 temas, dirigiéndose al público de la diáspora africana y más allá si puede ser, algo perfectamente posible gracias a su capacidad para aglutinar enseñanzas de la electrónica y del hip hop en un sonido rítmico y melódico lleno de ingredientes que lo acercan a las escuelas del afrofuturismo, del recorta y pega y a la ciencia de la mixología en el estudio.
Dando gran relieve a los sonidos africanos, polirritmos y cantos corales, en la deslumbrante “Fuji On One” lleva las raíces a una dimensión cercana a la de los nuevos chatarreros de Kinshasa. En cambio, el dibujo de la sección de metales que perfila “Chairman”, con el poderío de unos Africa 70, le otorga un aire de afrobeat al que hay que añadir un decorado electro-swing, con el estímulo añadido del convincente flow de sista Aunty Rayzor.
Un elenco coral empuja “Free The Boy” a un sitio entre el rap, el soul y lo mestizo, sin dejar de lado los beats de fuerte connotación afro, ni el mood de chill out sofisticado, con acabado drum’n’bass. Es una imaginativa fusión de estilos que en “Ebi Pa Mi”, con la ayuda del grupo de percusión nigeriano Wura Samba y atrezo de vientos, se convierte en una especie de afro marching band lunática. Es una música que siendo electro suena muy orgánica; así, en el tema titular “Drum Money” muestra dominio de las rimas con un flow que oscila entre lo acerado y el tono laidback de la spoken poetry, entre aromas de jazz deconstruido.
La calidez lounge que da la mano al rap llega en “Dabaru” a convertirse en afropop sofisticado, con buenos coros y efectos especiales/espaciales sobresaliendo en una marejada hasta psicodélica. Es una música que siempre vuelve a los cantos primarios, determinantes en la envolvente atmósfera del breve apunte de un minuto que es “Jiji Mo Ji”, de nuevo con la indispensable colaboración percutiva de Wura Samba.
Unos espectrales efectos introducen “Ku Ise”, otra fiesta percusiva, entre orgánica y sintética, con un acusado tono afro que acentúa Debbie Ohiri, conocida como la voz de oro del teatro nigeriano, que suena a diosa Orisha en una canción tribal y futurista. Ohiri repite en “Raindrops”, demostrando la versatilidad de su registro, en una cadencia folk-soul entre la caricia acústica y la deformación experimental.
El ambicioso sonido de estudio convierte “Ghost Leader” en una convincente mezcla de hip hop y R&B, con arreglos de metal con un pie en el funk y otro en el jazz. Podríamos llamarlo afro acid jazz hecho con un gusto exquisito, como en los mejores tiempos de Galiano e Incognito, pero con un groove que no suena nada trasnochado, sino contemporáneo y adictivo. Y qué decir de “Story Story”, con la energía del mejor Prince, mezclando prominentes coros soul y flow estratosférico, en un exuberante crescendo.
Dan sentido al título “Home” la rotunda mezcla entre metales netamente afrobeat, recitados a diferentes velocidades, percusiones que parecen acústicas y coros femeninos deep soul. Está en su casa, su salsa, donde se siente cómodo, mezclando sin prejuicios hasta lograr manifiestos sintéticos como “Mami Wata”, con la efervescencia del dub, sin llegar a serlo, toda la herencia africana en los coros y un final de película. O de cómo ser fiel al legado de Fela Kuti y al hip hop de la vieja escuela y al mismo tiempo codearse entre los mejores productores del momento.
El apartado temas breves lo cubren con nota las dos partes de “aLAcarte”, haciendo notar, de manera muy sui generis, que el drum’n’bass vuelve a estar de moda. Por su parte, “Tom Tom” parece dar la bienvenida al renacer del espíritu de la Daisy Age que pregonaron De La Soul; idéntica sensación que la final “Eko Bridge”, que también incide en su faceta downtempo. Se puede afirmar que el nuevo afroelectro de Ekiti Sound combina con maestría hip hop melódico y alquimia de estudio, música africana y el tono laidback del nuevo pop electrónico, más allá de afrobeats y amapiano. ∎