La fábrica sonora levantada por El-P asienta firmemente sus cimientos en los temas que lo abren, el titular y
“Squegee Man Shooting”, dos proyectiles de ritmos gordos y lúgubres que retrotraen, sin imitar, a los creados en su día por The Bomb Squad para Public Enemy. Dos señales de aviso que preparan el terreno para pináculos como
“Deep Space 9mm” –ondas de funk infeccioso y descarado ajustando cuentas con Rawkus– o
“Dead Disnee” –con inquietantes voces (manipuladas) infantiles escupiendo a los sueños de plástico del capitalismo–.
“Delorean” –con Aesop Rock y Ill Bill– despide implacable tralla metálica y está atravesado por los
turntables de DJ Abilities (de Rhymesayers), mientras que
“Truancy”, con Rob Sonic, respira saltarín empujado por guitarras y percusiones efervescentes.
Vast Aire desata su lengua en
“Dr. Hellno And The Praying Mantus”, una monstruosidad cebada con bajos hinchados, y
“Stepfather Factory”, con su dramatismo casi wagneriano, cruza ciencia-ficción y autobiografía para revisar la infancia (nada ideal) de El Producto.
La atmósfera de cyberpunk de
“Accidents Don’t Happen” –con cameos de Cage y Camu Tao– y los charcos de electrónica turbia –
“The Nang, The Front, The Bush And The Shit” y
“T.O.J.”: lo que harían Autechre de haber nacido en Comptom– o moderadamente soñadora –el instrumental
“Innocent Leader” encajaría sin chirriar en el listado de “Geogaddi” de Boards Of Canada– suben el listón del álbum y corroboran que Meline no se detiene ante géneros ni fronteras.
Mientras termina su trabajo para el debut en solitario de Zack de la Rocha y finaliza nuevas colaboraciones con Dan The Automator, “Fantastic Damage” no solo cumple cualquier expectativa, sino que se coloca, sin problemas, entre los discos a retener de 2002 e inscribe su nombre junto a los elegidos del hip hop a los que habrá que referirse a partir de ahora. Hecho. ∎