Single

Fatima Al Qadiri

GumarHyperdub, 2023

Fatima Al Qadiri desveló en “Medieval Femme” (2021) la cara más íntima y serena de su sonido. Aquel álbum llevó a la compositora y productora kuwaití asentada en Los Ángeles a afrontar su música desde la contención y la delicadeza para hallar formas de una belleza imperturbable. Tomando la poesía clásica árabe escrita por mujeres como pilar conceptual y emocional del proyecto, Fatima acudió a la música tradicional de la península arábiga para construir una fantasía fuera del tiempo con réplicas digitales de cítara, órgano y laúd árabe engastadas en un esmerado diseño del sonido.

Los cuatro cortes que conforman “Gumar” parten de las mismas coordenadas estéticas y temáticas que “Medieval Femme”: el vacío inconsolable ante el amor no correspondido, expresado a partir de manierismos enraizados en la tradición islámica. Pero esta vez Fatima recurre a la voz de Gumar, un amigo suyo de Kuwait, formado en el mawwal, un canto tradicional árabe reservado al duelo y la lamentación. Su nombre da título al EP y su voz es la viga maestra que sostiene cada uno de estos temas, soportando el peso de la melodía principal. La música de Fatima la arropa desde un segundo plano con sus contornos sinuosos, plagados de sombras y rebozos.

“Gumar” quiere decir “luna” en árabe. El cuerpo celeste ha sido testigo de los encuentros entre amantes en mitad de la noche desde tiempos inmemoriales. En el minuto y medio que sirve de prólogo al EP –y que condensa todas las ideas contenidas en él– la voz de Gumar oficia una plegaria a la Luna, preguntándole dónde está. La Luna nueva, que deja el cielo teñido de un negro inescrutable, es una metáfora de un amor perdido; su oscuridad un espejo del desaliento. En esos noventa segundos Gumar y Fatima decantan una forma extrema de melancolía como un caldo espeso. La voz de Gumar, cenital y mística, cae sobre solemnes acordes de órgano en clave menor como un haz de luz sobre la penumbra.

“Fidetik (I Lay Down My Life For You)” marca un tono aún más ominoso. Los melismas de Gumar se inflan, completamente sumidos en reverb, abombando el dramatismo mientras Fatima dispone un imponente cortejo de metales digitales. Sus notas amenazantes son como estocadas. Desde el fondo de la mezcla, conforme Gumar repite esa declaración de lealtad eterna en un trance devocional, se ciernen ambientes tenebrosos que crecen con la insistencia de un mal presagio.

Si “Medieval Femme” recreaba las estancias majestuosas de los palacios y jardines árabes de Al-Ándalus como espacios para la soledad y el desconsuelo, “Gumar” traslada el escenario a un mar inmenso. La pena adquiere una magnitud oceánica y sus corrientes amenazan con tragárselo todo. “Mojik (Your Waves)” es una oda a la muerte del ahogado, a ese momento justo en que el cuerpo se rinde ante la resaca y deja de luchar, cuando los ojos se abren debajo del agua ante un lienzo borroso de verdes, añiles y grises en una expresión entre el terror y la incredulidad, y los pulmones empiezan a encharcarse. Esa escena del instante en que alguien queda a merced de las olas y deja de resistirse es una alegoría de la aceptación del dolor, cuando la pena empieza a anegarte, envolviéndote en su mortaja azul.

Los colores del sintetizador reproducen tan solo seis notas y mecen la voz de Gumar, que suena distinta a sus tomas en los otros tres temas, en un registro mucho más alto. La textura y el acabado de su voz en ese corte parecen naturales, dando la impresión de que logra alcanzar esas notas agudas por sí mismo. Pero Fatima también podría haber procesado y alterado el tono de su voz porque el canto de Gumar en “Mojik (Your Waves)” puede llegar a parecer el de una mujer.

Buscada o no, esa percepción en cuanto a la ambigüedad de género en esa toma vocal en contraposición a las otras arroja luz sobre otro de los contrastes del EP respecto a “Medieval Femme”. Aquel álbum estaba mediado por la experiencia femenina, con Fatima recurriendo a su propia voz para reflejarse en los versos de desamor que las mujeres nobles de las sociedades tribales árabes escribieron hace cientos de años, encontrando consuelo en sus palabras a través de los siglos. Pero en este EP ella ha decidido que sea un hombre quien cante y, por lo tanto, ha renunciado a retratar la perspectiva inequívoca de una mujer para abrazar la universalidad del anhelo y el dolor.

Para cuando se pone el sol en los paisajes sintéticos que llenan “Meriem”, donde se intuye la sombra de Vangelis, la noción del tiempo se ha desvanecido: el EP se alarga tan solo hasta los once minutos, pero podrían ser once horas. Hay algo en el misterio y la inmensidad de esta música, en el calado de los lamentos de Gumar, que hace que el tiempo se deshaga como la sal en el agua. ∎

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