Álbum

Foo Fighters

But Here We AreRoswell-Sony, 2023

La muerte, nunca mejor dicho, puede esperar, así que dejémosla un rato aparcada. Veamos. ¿Cuál fue el último disco realmente relevante de Foo Fighters? ¿Se habían entregado ya los de Dave Grohl a las bondades del piloto automático? Así a ojo, podría decirse que desde que lanzaron “Wasting Light” (2011), se habían limitado a cumplir el expediente. Y poco más. ¿“Medicine At Midnight”? (2021)?: un divertimento a costa de la música disco y las mutaciones de David Bowie. ¿“Concrete And Gold” (2017)?: espesura psicodélica en un intento por erigir su propio “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. ¿“Sonic Highways” (2014)?: un mastodonte de rock más genérico que inspirado.

Una década larga de aprobado raspado, lo justo para salir a la carretera y, ahí sí, reinar a golpe de guitarrazo como monarcas absolutistas del rock hercúleo y el himno inflamado. Una existencia más o menos plácida (ni siquiera su intento de tomarse un respiro después de “Wasting Light” duró demasiado) que saltó por los aires el 25 de marzo de 2022, cuando el batería Taylor Hawkins apareció muerto en un hotel de Bogotá. Sobredosis y fallo cardíaco. The same old song… Otra vez la parca. Otra vida que se apaga antes de tiempo.

Ese día se rompieron muchas cosas, los fantasmas de las navidades pasadas viajaron de Seattle a Colombia en primera clase y, aunque en ese momento aún no lo supiera, Dave Grohl empezó a escribir el arrebatado y dolorosamente inspirado “But Here We Are”. La muerte, está feo decirlo, no le sienta del todo mal. “I gave you my heart / But here we are / Saved you my heart / But here we are”, brama Grohl desde el estribillo del corte titular. Y sí, hay más emoción e intensidad en la manera que tiene de estirar con gran rabia los “heart” y “are” que en diez años de discos tibios y normalitos.

A veces, ya ven, no hay mejor acicate que una tremenda sacudida. Y “But Here We Are”, marcado tanto por la muerte de Hawkins como por la de la madre de Grohl, fallecida también el año pasado, es un disco empapado en muerte y tragedia. Un álbum nacido del dolor que, sin embargo, rezuma vitalidad: si “Under You”, arrollador calambrazo de la escuela Bob Mould, no es de lo mejorcito que han grabado en años, poco le falta. Tampoco es casualidad que sea una de las canciones que mejor encajaría en el debut homónimo de de la banda, álbum en el que Grohl se refugió tras el suicidio de Kurt Cobain.

Los dos discos, “Foo Fighters” (1995) y “But Here We Are”, están estrecha e íntimamente conectados, y el espíritu del primero, ese luto vestido de furia y desgarro, es la gasolina que alimenta el segundo. La diferencia es que todo lo que Grohl dijo entonces entre líneas, con letras encriptadas y versos heridos que intentaban disimular el auténtico dolor, lo canta ahora alto y claro. Con un nudo en la garganta y el corazón en un puño, sí, pero sin rodeos innecesarios. Me enseñaste cómo llorar, pero nunca me enseñaste a decir adiós”, suelta desde las entrañas en la imponente “The Teacher”, diez minutos de remolinos eléctricos y alaridos escalofriantes que dibujan uno de los grandes picos de intensidad del disco.

¿Lo mejor de este “But Here We Are”? La sinceridad y la pena oceánica de “The Glass” (“tenía una persona a la que amaba, y así sin más tuve que vivir sin ella”, dice), los arrebatos de furia de “Rescued” y “Nothing At All”, el nuevo horizonte que parece abrirse tras “Hearing Voices” y la emoción que Grohl consigue imprimir a la descarnada “Rest”, cierre de un disco que transforma la terapia, el duelo y el ajuste de cuentas en una apabullante bola de energía. ∎

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