Alynda Segarra describe estas canciones como algo que surge de un carácter “punk por naturaleza”, pero precisamente son las que integran su trabajo más pulido. Podría parecer paradójico, la verdad. Apenas hay pistas de la huella mestiza que hacía de “Navigator” (2017) un disco tan especial. El legado de su herencia puertorriqueña es muy poco visible. Y, por descontado, no hay aquí ni country ni blues ni americana (si nos ponemos en plan panteísta), ni tampoco jazz ni sonidos pantanosos, que podrían transpirar si tenemos en cuenta su vuelta a Nueva Orleans.
Y sin embargo, y pese a todo lo dicho, este es el disco con el que Hurray For The Riff Raff debería romper la baraja, hacer saltar la banca, cambiar las reglas de (su) juego o como diablos lo queráis llamar. Por rebuscar en el manual de tópicos. Es el álbum con el que debería llegar a un público potencialmente más amplio. Mucho más. Y he ahí la cuestión: ¿significa eso que se nos ha domesticado, que lo que nos depara es una versión licuada o desvaída de sí misma? La respuesta es un NO rotundo. Como un piano de cola.
Es impresionante la forma en la que la neoyorquina otorga aquí ligereza a su temario en lo sonoro sin rebajar ni un ápice de la punzante urgencia de sus historias. El modo en el que consigue sonar más comercial que nunca sin renegar de su carácter genuino (lo de “auténtico” aplicado a la música popular es algo que ya produce sarpullidos, de tan cuestionable).
“LIFE ON EARTH” es una colección de clásicos instantáneos, canciones sobre cambio climático y esperanza humanista en un mundo cada vez más hostil, que aspiran desde el minuto cero a pervivir en la conciencia colectiva, a anidar en nuestra memoria. Y la producción de Brad Cook (Waxahatchee, Snail Mail, Kevin Morby, Bon Iver, Whitney, Big Red Machine…) las enluce sin restarles pegada, porque son redondas como una pelota, irrebatibles como puños. Tersas pero rotundas. Con silueta estilizada y a la vez con un mensaje poderoso. Hay forma y hay fondo.
“PIERCED ARROWS” evoca un synthpop que podrían firmar Joan As Police Woman o la última Sharon Van Etten; “POINTED AT THE SUN” guiña el ojo a Chrissie Hynde y sus Pretenders, una de sus sombras recurrentes; “RHODODENDRON” apela al traqueteo sostenido de la escuela Modern Lovers, y “PRECIOUS CARGO” recurre al rap sobre un colchón de factura casi trip hop como una forma de plasmar el drama migratorio. “LIFE ON EARTH” es, por su parte, una torch song de libro, pero incluso cuando en otros momentos invoca un ritmo cercano a los sonidos puertorriqueños, como en esa “JUPITER’S DANCE” con reminiscencias de la bomba, la plena o el reguetón, lo hace de una forma tan velada, sutil y minimalista que no extraña que lo primero que le pueda venir a uno a la cabeza sea el “Venus As A Boy” de Björk.
En definitiva, es esta la nueva reválida de una artista de raza, detentora de un ingente arsenal de recursos para vestir sus estupendas canciones con ropajes nuevos y convertir la desazón de estos tiempos en un potente mensaje de esperanza al que asirse con fuerza. ∎