Álbum

Lizzo

SpecialNice Life-Atlantic-Warner, 2022

Después de una pandemia extenuante y un escrutinio público constante, por el cual a Lizzo se la ha criticado por absolutamente todo (desde por su peso hasta por ser una artista negra haciendo música para blancos, como si eso no resumiese décadas de música pop), cualquiera podría haberse hundido en la miseria. Pero si a alguien le podía importar tres mierdas el qué dirán pese a vivir en una época que ha supuesto el mayor reto para la salud mental de una generación esa es Lizzo, un monumento a la superación personal y a la confianza en una misma. Musical y personalmente, parece que no haya cambiado demasiado entre su álbum de consagración y favorito de TikTok, “Cuz I Luv You” (2019), y este “Special” repleto de himnos pop de optimismo desbordante hijo de Bruno Mars y Maroon 5.

Todo “Special” es otra demostración de que Lizzo se ha propuesto ser la hermana mayor de todas aquellas personas que se han sentido juzgadas por terceros, un manual de autoayuda en clave disco-funk para que sus seguidores se acepten a sí mismos. A fin de cuentas, ¿quién ha aguantado más mierda que esta mujer negra, de cuerpo no normativo y sin pelos en la lengua? Todo este discurso se concentra en la pieza titular, que aunque incluye un verso –“En caso de que nadie te lo haya dicho hoy / Eres especial”– que podría haberse colado en el himno feel good de Justin Timberlake para “Trolls”, “Can’t Stop The Feeling!”, tiene abundantes perlas de sabiduría como: “¿Imaginas un mundo en el que todos somos igual? / Y puedes cancelar a una chica porque solo quería cambiar / ¿Cómo puedes tirarle piedras sin saber el dolor por el que ha pasado? / Por eso nos sentimos tan solos / Por eso nos sentimos tan avergonzados”.

Porque sí, en una escucha superficial “Special” podría pasar por otro trabajo pop en la estela de “Blinding Lights” (The Weeknd, 2019), y quizá hayas pensado que esto ya lo han hecho antes y mejor Dua Lipa o BTS, pero el disco esconde maravillas difíciles de ignorar. Y sorprende especialmente en un álbum cuyas canciones no superan los tres minutos de media y, por cierto, no cuentan con featurings. En poco más de media hora a Lizzo le da tiempo a hacer cosas como darle la vuelta a la discutida “Girls” de Beastie Boys y convertirla en un himno de empoderamiento y a la amistad femenina (“Grrrls”). O hacer, en clave soul, reflexiones matinales por medio de un monólogo interior desde Tulum mientras se reapropia del “Yellow” de Coldplay. Pero nada como la autorreferencial “The Sign”, en la que certifica su enorme personalidad y su misión vital en cuatro versos: “Sigo escribiendo estas canciones / Porque sigue haciéndome mal / Y mis chicas cantan conmigo / Imagino que no estoy sola”. Es la constatación definitiva de la simbiosis entre artista y base de fans, tan necesaria para que un producto pop no solo haga clic, sino que trascienda. ∎

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