Álbumes

Mary Halvorson

Amaryllis / BelladonnaNonesuch-Warner, 2022

Implicada recientemente en los magníficos álbumes de Tomas Fujiwara’s Triple Double –“March” (2022)– y Myra Melford’s Fire And Water Quintet –“For The Love Of Fire And Water” (2022)– y sin dar descanso a sus directos con el proyecto Thumbscrew, junto al mismo Fujiwara y al gran contrabajista Michael Formanek, la frenética agenda de Mary Halvorson no se resiente lo más mínimo a la hora de aplicar otro envite a su ineludible crónica en solitario. Es más, lo hace debutando por la puerta grande en la etiqueta Nonesuch de la mano de una pareja de álbumes que subrayan su exclusiva dimensión en la primerísima línea del jazz y la música improvisada actual.

Si el precedente y brillante proyecto Code Girl ya evidenció la intención de la guitarrista y compositora de Massachusetts de reforzar su faceta compositora frente a la solista, este dúo (publicado en doble vinilo o dos CD separados) expone no solo tal propensión, sino también la capacidad de Halvorson para abordar distintos contextos en sendos trabajos, construidos a modo de suites “modulares y entrelazadas”, producidos y mezclados por John Dieterich y conectados por las coloristas cubiertas del músico DM Stith: por un lado, “Amaryllis”, protagonizado por su nuevo sexteto, con Adam O’Farrill a la trompeta, Jacob Garchik al trombón, Patricia Brennan al vibráfono, Nick Dunston al bajo y el siempre cercano Fujiwara a la batería, con la aportación puntual de las cuerdas de The Mivos Quartet en la mitad del disco; por otro, un “Belladonna” que prioriza la complicidad del cuarteto neoyorquino de la mano de cinco temas donde las oscilantes improvisaciones y efectos de Halvorson se despliegan con fluidez.

En ambos casos, deslumbra la capacidad de la líder para sorprender al escuchante partiendo de una visión sólida en método y naturaleza, pero impredecible en su estética. Más jazzística y dinámica en “Amaryllis”, sin perder de vista sus naturales espacios de abstracción; más camerística e introspectiva en “Belladonna”, sin descartar penetrantes puntos de fuga. El conjunto permite que la música de la norteamericana transite por un territorio tan exuberante como privativo, determinado por una mezcla de verificada tensión y misteriosa belleza que sedimenta un grado más, con inteligencia y sentido y sin perder ni una pizca de propiedad, aquellos envites de disrupción que han definido su música desde los inicios y en distintas encarnaciones. Y no, no es necesario detenerse en ninguna pieza o momento en particular: en tiempos de depreciación del formato álbum, esta rica narración, plagada de arreglos, giros y tramas, exige ser descubierta y disfrutada en su conjunto, como corresponde a una de las esas inspiradas realidades que nos transmiten que la felicidad consiste en el deseo de repetir, en este caso, por partida doble. ∎

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