La música elaborada por el compositor y violonchelista londinense Oliver Coates para “Aftersun” (Charlotte Wells, 2022) es al principio tan cristalina y envolvente como lo es, también en sus primeras escenas, aún inciertas, aún esquivas, esta espléndida película –una de las revelaciones del pasado año– sobre las relaciones paternofiliales en la edad adolescente. El chelo de Coates, amplificado lo justo y mecido entre aletargadas ondas electrónicas ambientales, comunica a la perfección el estado de ánimo de la joven Sophie en aquellas vacaciones, recordadas desde el tiempo presente del relato, que pasó veinte años atrás con su padre, un recuerdo en el que se mezclan hechos que ocurrieron con otros inventados que Sophie quizá deseó que ocurrieran. En cortes como el titulado “Bus”, Coates se acerca a las figuras más ominosas que han poblado los scores de Mica Levi. Nada extraño teniendo en cuenta que Coates tocó el chelo en la banda sonora de “Under The Skin” (Jonathan Glazer, 2013), una de las más apreciadas composiciones para cine de Levi, y que juntos registraron en 2016 el disco de música contemporánea y experimental “Remain Calm”.
En temas como “Swimming Pool-Sky”, Coates introduce unas breves y espaciadas notas de piano que aportan una extraña materialidad a la banda sonora, aunque después el tema deriva hacia una música repetitiva que retiene las incertezas de la protagonista del filme y antecede a espacios sonoros menos tranquilos como el de “Boat”, una pieza corta y tensa que hace pensar en cualquier cosa menos un estío apacible. Y así, sin que casi nos demos cuenta, la música empieza a destilar una mayor gravedad conforme más severos son los acontecimientos filmados. Más resonante –“Ocean>Rave”, “Tai Chi”– o profundamente misteriosa –“Gilders Peace Of Mind”, “Sophie Pool With The Guys”, “Night”– hasta llegar a “Limit”, unas notas prolongadas e infecciosas que parecen estar escritas para una película de ciencia ficción. Ni en la elaboración del sonido para ilustrar el cumpleaños de la protagonista, “Happy Birthday Sophie”, decae ese rumor aciago que envuelve el tiempo y el espacio a medida que avanzan las vacaciones entre hija y padre. En la despedida, “Last Dance (Score)”, se intuye el sonido pacífico del mar que rodea a los personajes, pero el violonchelo irrumpe entonces con una fuerza desconocida hasta entonces, rompiendo la calma tácita.
Parece que Coates ha llegado al cine como compositor para quedarse; también participó como instrumentista en cuatro cortes de la banda sonora de Jonny Greenwood para “El hilo invisible” (Paul Thomas Anderson, 2017). Además de la de “Aftersun”, Coates elaboró el pasado año la música de “The Stranger” (Thomas M. Wright, 2022) y “Significant Other” (Dan Berk y Robert Olsen, 2022), historias indie de desdoblamientos y pesadillas rurales que le van muy bien a la tersura de su violonchelo y a sus ráfagas cimbreantes de electrónica ambiental. ∎