Parquet Courts

Parquet Courts empezaron a construir su buena reputación prácticamente con lo puesto, extrayendo considerables réditos artísticos de unas canciones esquemáticas pero muy efectivas, firmemente aferradas a los cánones del indie rock y del punk estadounidense en su versión menos agresiva. Además, han trabajado duro en el estudio –este es su séptimo larga duración en diez años– y han tocado profusamente desde su fundación, fortaleciendo una popularidad más que merecida que no les impide seguir afrontando retos con los que avivar la llama de su inquietud creativa, que dista mucho de extinguirse.

Con el tiempo, el cuarteto afincado en Nueva York ha ido incorporando complejidad a su discurso, permitiéndose licencias colindantes con la experimentación sonora como el EP “Monastic Living” (2015), embarcándose en trabajos colaborativos de corte conceptual como “Milano” (2017) –junto a Daniele Luppi– y alejándose del esquelético aunque estimulante piñón fijo de sus inicios de la mano de Danger Mouse, quien añadió gordura funk y sabrosura bailable a “Wide Awake!” (2018).

Esta vez confían en las decisiones y consejos de Rodaidh McDonald –exresponsable artístico del sello XL y productor de currículo imponente– para rematar la mayoría de canciones de “Sympathy For Life”, aunque dos de las once que componen el disco están supervisadas por el veterano John Parish, conocido entre otras cosas por su intermitente alianza con PJ Harvey. Junto a ellos, Parquet Courts aliñan un álbum que profundiza en lo expuesto por su anterior obra, asumiendo riesgos con valentía y dando pasos con firmeza, aceptando que el tropiezo y la caída también forman parte de este juego.

La anhelada ración de nervio guitarrero que siempre les ha acompañado queda bastante rebajada con respecto a sus inmediatos predecesores, aunque ahí están “Black Widow Spider”, “Zoom Out” y “Homo Sapien” para asegurar la necesaria dosis de electricidad que se espera de cualquier registro rockero. Quienes quedasen prendados de su incipiente faceta dance van a disfrutar de ese hito henchidos de groove titulado “Walking At A Downtown Pace”, pero también del sorprendente y lacónico dub de “Marathon Of Anger” o del intrigante ritmo kraut que sostiene la robótica “Plant Life”. Fuera de ambas categorías se sitúa la contemplativa “Pulcinella”, extensa composición casi al ralentí que cierra en clave hipnótica este disco irregular, digno de aplauso por su innegable voluntad de avance. ∎