Álbum

Pete Astor

Time On Earth Tapete-Gran Sol, 2022

Pionero del indie británico cuando se hacía acreedor de tal nombre, el británico Pete Astor (ex The Loft, The Weather Prophets y The Wisdom Of Harry) llevaba una década de entregas solventes, reconfortantes y artesanales, pero no tan memorables como para optar a competir con los picos más altos de su carrera ni lograr que ninguno de ellos oposite a la calificación de obra maestra en su lid. Tuvieron que llegar una pandemia, los espectros de varias muertes cercanas y la barrera de los 60 (ahora tiene 62) para que su discurso recobre una hondura lírica y emocional que no desprendían los notables Spilt Milk” (2016) o One For The Ghost” (2018). Aquel jangle pop ha trocado ahora en un sonido más clasicista; se nota que ya no tiene a James Hoare (Ultimate Painting) de lugarteniente, y todo adquiere un registro más británico y menos norteamericano, más crepuscular también, con algunas canciones que se van deshilachando como la vida misma en una tarde cualquiera de otoño, redondeando temas que por fondo (que no por forma) pueden recordar a la última Beth Orton.

“Time On Earth”, decimoprimer álbum en solitario desde 1987, grabado con músicos que han pasado por Wreckless Eric, la banda de Paul Weller, Everything But The Girl, Edwyn Collins o The Rockingbirds, es su intento confeso de extraer un sentido a la vida a través de su trabajo, y por eso no extraña que Jesucristo, Johnny Thunders, Kevin Ayers o Buda aparezcan en las letras de estas canciones de vida y de muerte. Difícilmente se entiende la una sin la otra. Espectros, miedos y los estragos de la (des)memoria en composiciones de una sensibilidad punzante. Las grandes cuestiones. No hay más que escuchar la taciturna y sensacional “English Weather” (“cuando tu mejor amigo no puede recordar tu nombre”, reza una letra enteramente imprescindible), apuntalada por el saxo noctívago de Sean Read –productor del disco –, para darse cuenta de que esa dicción a lo Lou Reed predice que estamos ante una obra mayor.

Como buen prestidigitador pop, se pone liviano cuando canta sobre temas graves, y grave cuando el texto se aligera: la soberbia “Undertaker” habla sobre la muerte con la placidez de quien describe un atardecer, “Stay Lonely” lo hace sobre la soledad en un registro similar al del Richard Hawley más reflexivo, sin rasgarse las vestiduras, y “Fine And Dandy” rinde tributo al fallecido Pat Fish (The Jazz Butcher) en una rotunda pieza de rock recio, sin plañir, con una rocosidad que también toma cuerpo en las gloriosas guitarras de “Sixth Form Rock Boys”, que remiten al libro de estilo de su amigo Luke Haines (The Auteurs, Baader Meinhoff, Black Box Recorder) para rememorar sus días de juventud, o en el acrisolado estribillo de una “New Religion” que apuntala su escepticismo ante la fe.

Tras múltiples cambios de sello (Creation, Static Caravan, Fortuna Pop) y una trayectoria algo intermitente, parece que Astor ha encontrado en la germana Tapete (hogar de Robert Forster y Lloyd Cole, con cuyo tramo imperial aquí esboza cierto paralelismo vocal en canciones como la propia “New Religion”) el trampolín adecuado para perfeccionar un arte de la canción que desde la sencillez hace del ocaso vital algo bello y significativo. ∎

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