Álbum

PJ Harvey

Let England Shake - DemosIsland-Universal, 2022

Larga historia tiene PJ Harvey acompañando sus lanzamientos con material complementario. Y puede que muchos resulten más golosinas para fans: el placer culpable de sumergirse en pruebas seminales, canciones en ciernes. Pero Let England Shake - Demos” va más allá. Documenta y revela detalles muy interesantes sobre el proceso creativo de uno de sus discos más experimentales y célebres, Let England Shake” (2011) –nº 1 en los discos del año en Rockdelux y en primeros puestos de los rankings internacionales–.

Esta séptima entrega de demos, cierre de sus reediciones en vinilo, prueba que un gran álbum no es un golpe de genialidad, sino fruto de pequeñas y sabias decisiones –como eliminar el ruido de sirena en “Bitter Branches”–. Revisitados en su forma primigenia, varios de sus ya potentísimos temas llegan, incluso, a ganar en retroactivo más matices y expresividad.

En el álbum más político y social de su carrera, Harvey había invertido dos años entre libros de historia y filosofía, fotografías de guerra, poesía de Harold Pinter y TS Elliot, arte de Dalí y Goya… para encontrar su relato y su voz: ese fraseo de registros altos, frágil e incisivo, como de bardo desengañado. Aquí, el trasfondo de cuerpos, huérfanos y sangre que mostraba el disco de estudio, como épica quebrada de la “gloriosa Inglaterra”, es más descarnado y expresionista.

El ambiente despojado resalta con voz más lacerada y lacerante (“In The Dark Places”, “The Glorious Land”). ¿Cuál es el fruto de nuestra tierra, surcada por tanques y pies marchantes? Niños deformes. Una guitarra más cruda y desaliñada prevalece en “The Last Living Rose”. La aspereza grunge refuerza el hastío, evidenciando esa relación de amor-odio con la gris y “hermosa Inglaterra”, su “húmeda inmundicia de siglos” y “apestosos callejones”.

Dejándose habitar por lo que escuchaba entonces, algunas clásicos sirvieron de andamios compositivos, como aquel fraseo reggae de “Blood And Fire” (Niney The Observer) que atravesaba “Written On The Forehead”. Los demos desvelan mejor la estrategia. Y sorprende cómo la juguetona "Istanbul (Not Constantinople)” de Four Lads –en estudio se adivinaba en el ritmo y una línea de guitarra– se revierte disonante en “Let England Shake”. Por cruce y contraste, añade sarcasmo al reclamo. “England’s dancing days are done”, los días de baile se han acabado, y aunque pidas volver (“Take me back to Constatinople”), ya es imposible (“No, you can’t go back to Constantinople”).

El punto más alto es “The Words That Maketh Murder”, donde el festivo sample del “Summertime Blues” de Eddie Cochran se extiende y escabulle entre las crudas palabras: “He visto soldados caer como trozos de carne / Volados por los aires y tiroteados de forma imposible de creer”. Autoarpa, tambores, voces y palmas entretejen, con aparente inocencia, un siniestro conjuro: “These, these, these are the words, the words that maketh murder”, son las palabras que documentan el asesinato. El parafraseo de Cochran remata en cáustico mantra: “What if I take my problem to the United Nations?”. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados