Álbum

Regina Spektor

Home, before and afterSire-Warner, 2022

Según ha explicado en entrevista con ‘The Guardian’, Regina Spektor ya no tiene tanto tiempo para hacer arte desde que tiene un par de niños y siempre está ahí la posibilidad de acurrucarse un rato con ellos. Posiblemente podría haber tardado menos en dar continuación a “Remember Us To Life” (2016), pero los discos de Spektor serán épicos y redondos o no serán. Es decir, no podía hacer cualquier continuación, sino, por supuesto, algo como “Home, before and after”, una colección de canciones sobre las Grandes Cuestiones (vida, muerte, tiempo) con densos arreglos orquestales. La clase de temas que la han convertido en una artista recurrente para supervisores musicales.

Apoyada por primera vez por el gran John Congleton (St. Vincent, Sharon Van Etten) en la producción, Spektor vuelve a lucir voz y piano dúctiles y una gran versatilidad estilística a lo largo de diez canciones, ni una más, con potencial para sonar en películas. Empieza la inicial “Becoming All Alone” y ya estás viendo un pasear solitario nocturno, entre tiendas abiertas demasiado tarde, y cuando finalmente llega ese groove con colchón de cuerdas, un viaje en metro casi al amanecer. Pero Spektor no es solo comedia dramática melancólica. Con “Up The Mountain”, la película imaginaria adquiere un punto más espectacular y bollywoodiense y las cuerdas, en sintonía, se tornan más expresivas: es el primer corte de varios del disco con arreglos de Jherek Bischoff, uno de los aliados de Angel Olsen en el giro maravillosamente trágico de “All Mirrors” (2019).

Con su sonido synthpop amable, “One Man’s Prayer” parece hecha para una romcom indie, pero las apariencias engañan: esto iría mejor para un drama oscuro, oscuro sobre algún célibe involuntario. Una nueva “Taxi Driver” (Martin Scorsese, 1976), digamos. “Como no llegaré a conocer a Dios ni ser un dios / Al menos, Dios, haz que una chica sepa que existo”. Y, de paso, añade en un giro inquietante, “que me tenga miedo”.

Algunas canciones se ajustan mejor al documental que la ficción, sin que la autora lo buscara. “Raindrops” parece una bonita canción de resiliencia (“en una ciudad que es fría y gris / tendremos un día soleado”) tras las embestidas del coronavirus, pero en realidad se compuso hace un par de décadas. Cuando Spektor dice “bombardeos y refugios combinan bien” en la enumeración de rimas de “What Might Have Been”, no está haciendo referencia a la invasión de Ucrania por su natal Rusia: el disco se acabó antes del primer paso fatal de Putin. Pero las resonancias resultan inevitables y dolorosas.

Spektor se crece en las distancias largas, y dos de los mejores temas de “Home, before and after” rebosan tanto minutos como emoción. Imposible no rendirse al blockbuster “Spacetime Fairytale”, casi nueve minutos en alternancia entre portentos orquestales y ligeras partes de piano que harían feliz (que harían bailar claqué) al Gene Kelly de “Un americano en París” (Vincente Minnelli, 1951). Todavía mejor es, en cualquier caso, “Loveology”, una favorita de sus conciertos desde principios de los dosmiles, ahora por fin disfrutable en grabación de estudio. Es esa canción en la que, convertida en maestra de colegio (¡qué afortunados alumnos!), Spektor repasa disciplinas que deberían enseñarse en todos los centros educativos del mundo: “mamaología”, “papaología”, “losientología”, “perdonameología”… Como mínimo, se debería enseñar la que engloba todo eso: “amorología”. Propongamos una más por si cuela: spektorología. ∎

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