Después de “Heart’s Ease” (2020), segundo trabajo largo de Shirley Collins desde su regreso a la vida discográfica en 2016, la musa de Hastings reaparece con este EP –por ahora solo digital– de cinco cortes, que arranca con un conocido recitado a capela. Se trata de los versos iniciales de “Just As The Tide Was Flowing”, una canción que aprendió de su tía Grace –como tantas otras rescatadas del ámbito familiar por la cantante a lo largo de su vida–, según rememora en el libreto de la reedición de “The Power Of True Love Knot”, álbum matriz de 1968 grabado con su hermana Dolly y el cogollo más psicoactivo de Incredible String Band, devocionalmente rescatado por Fledg’ling Records en el año 2000. Llega un momento en que todo parece que fue ayer. El tema reapareció en “No Roses” (1971), su obra maestra con The Albion Country Band.
Además de coincidir con el título del último corte de “Heart’s Ease”, “Crowlink” es un lugar favorito de Collins localizado en el Parque Nacional de South Downs, tierra de acantilados calcáreos que recortan el litoral meridional de Inglaterra, aproximadamente entre Eastbourne y Brighton, y que, según reza Wikipedia, se consolidó durante la temible orogénesis alpina. Pero no, la música de Collins no resulta tan antigua a pesar del claro tono recapitulativo pero renovador de “Crowlink”: como antaño, la voz de la cantante parece surgir de su garganta sin esfuerzo, casi neutra y fantasmal; los instrumentos acústicos que emplea habitualmente en sus grabaciones desaparecen en buena medida viéndose sustituidos por unas ambientaciones que remiten a los trabajos más etéreos de Craig Leon, como su versión de la fúnebre “Wayfaring Stranger” para “1917” (Sam Mendes, 2019). Collins escoge la menos abiertamente cristiana “Through All Eternity” para saludar a la parca.
El eco de esos lugares eternos –el trino de los pájaros, el impacto de la lluvia, el rumor del canal– conforman un manto sonoro orgánico que, junto a la voz de Collins y la cuidada música de sus fieles colaboradores, reafirma la vida con una belleza difícilmente clasificable. No porque no existan referentes, sino porque se dejan de buscar ante este nuevo acierto de una mujer que en julio cumplió 86 años, capaz de transformar lo tradicional en vanguardia, el sentimiento común en emoción, lo sencillo en algo realmente conmovedor. En “Crowlink” confluyen exploración y memoria, añoranza y esperanza, alegría de vivir, morir inevitable o el amor redentor de “The Rose And The Briar”, una versión con zanfona medieval que suena a síntesis pura del clásico “Barbara Allen”, mujer querida y cruel, pieza que también cerraba “The Power Of True Love Knot”. ∎