Reedición

Sigur Rós

()Krunk, 2022

La losa del tiempo no entiende de prerrogativas. Tampoco para aquellas formaciones musicales que parecían salir del cascarón hace dos inviernos y que ahora imparten cátedra en su materia –por mucho que la que ocupa estas líneas haya bajado uno o dos puntos de share; o, al menos, esa es la sensación de quien escribe–. Es el caso de Sigur Rós, como el de otras muchas bandas que cogieron altura con el arranque de milenio, de quienes este año se celebran el 20º aniversario de algunas de sus obras reconocidas, sin que la mayoría logremos asimilar por dónde se han escurrido esas dos décadas. Con los islandeses la efeméride corresponde a “()”, su tercer álbum de estudio, originalmente editado en octubre de 2002. Ese disco de escucha abierta, sin tutelaje ni orientación: ni título para el álbum ni las canciones. Tampoco el packaging ayudaba. Y mucho menos el uso de un idioma incomprensible. Todo cantado en ese “Hopelandic” inventado por la banda y utilizado como un instrumento más.

En 2002 la escuadra islandesa pasaba por su momento álgido. Los dividendos de “Ágaetis Byrjun” (1999) los habían convertido en el último yacimiento al que acudir por los espeleólogos del post-rock. Su ambient de progresión parsimoniosa había calado entre un amplio segmento de audiencias y se había convertido en una fuente sonora para creativos publicitarios; cuando la publicidad aún buscaba entrar por la vía emocional. Para la tercera contienda discográfica, Jónsi y su cuadrilla decidieron mantenerse fieles a ese evocador ensimismamiento que desprendía esa música gestada en el permafrost de su tierra; salida de ambientes opacos y gélidos.

Los mismos que recupera esta reedición remasterizada por el ingeniero Ted Jenson en los estudios Sterling Sound, en la que se incluyen caras B y demos inéditas. “()” sigue demandando, por muchos barnices aplicados y años que pasen, una atención impropia, hasta sacrificada en estos tiempos de sobrestímulo, multitasking e hipercomunicación (“No disponer de nada estabiliza y acentúa la atención, despierta la mirada contemplativa. Esta tiene la paciencia para lo largo y lo lento”, que diría Byung-Chul Han en su célebre “No-cosas”). Aquí se reclama un ambiente de escucha con el contador eléctrico en registros mínimos –como también exigen estos tiempos–, parejo con el que se debieron alumbrar estos ocho cortes de una intensidad comedida y progresión al ralentí. Las mismas pautas que se despedazan con esas rupturas climáticas que desfiguran la lenta escalada, y con las que inoculan sensaciones placenteras a los oyentes más pacientes; abriendo escotillas para entrar en un trance ensoñador.

Esa fórmula marca de la casa, la del borboteo en crescendo controlado, que se descubre con mucho brío en “Untitled #1” y en “Untitled #3”, dos de los cortes más luminosos y perecederos de la primera parte del lote. La segunda parte, anunciada con un silencio de 36 segundos, aminora pegada, extiende minutaje y potencia el revestimiento melancólico. Mínimas variaciones de tempo, llegadas instrumentales de soslayo, manteniendo esos arreglos orquestales de embellecido resplandor. En ambas casos Jónsi dirige la respuesta emocional con sus cavilaciones a medio camino entre lo operístico y lo etéreo, con esa lengua que podría formar parte del mapamundi mental de Tolkien, y con la que facilita el transporte del oyente hacia latitudes ignotas regidas por leyes fascinantes.

El lanzamiento en digital se emplazó para el 28 de octubre, justo a los veinte años de su alumbramiento. Por su parte, la edición en físico llegará en formato CD y vinilo el próximo 25 de noviembre. Los más entusiastas pueden aspirar a la caja deluxe con un tiraje de 2500 copias (2 LPs + 1LP con caras B), completada con 10 ilustraciones, algunas firmadas por su frontman, la vigía emocional de este trayecto que mantiene su esplendor por el túnel del espacio-tiempo. ∎

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