Álbum

Ute Lemper

Time TravelerJazzhaus, 2023

Deberíamos remontarnos al año 2001 para encontrar la génesis del último disco de Ute Lemper. La cantante y actriz alemana se había hecho antes un nombre interpretando el temario de Kurt Weill: “Ute Lemper Sings Kurt Weill” (1986), “Ute Lemper Sings Kurt Weill” (1988) o “Ute Lemper Performs Kurt Weill” (1991), en algunos de ellos con acompañamiento al piano de Jürgen Knieper, autor de la banda sonora de “El amigo americano” (1977), entre otros trabajos con Wim Wenders. Tras una media docena de discos en la misma línea, incluyendo la colaboración con Michael Nyman, “Songbook” (1991), y un homenaje al cabaret berlinés, “Berlin Cabaret Songs” (1997), Lemper tuvo su especial epifanía con el pop anglosajón sin dejar de ser una cantante alemana en el amplio sentido de la palabra: el magnífico “Punishing Kiss” (2000) está formado por canciones que le escribieron expresamente Scott Walker, Nick Cave, Elvis Costello, Tom Waits y Neil Hannon-Joby Talbot (The Divine Comedy), además de otra versión de Weill cantada con Hannon y un tema de Philip Glass.

Allí comenzó a brotar otro imaginario musical, el de las canciones pop en inglés, el de las canciones propias. Terminada la gira de “Punishing Kiss”, Lemper escribió y grabó al piano y en cinta analógica varios temas alumbrados por la reciente experiencia. Buena parte de “Time Traveler” es la actualización de aquellas primerizas canciones personales de la devota de Weill, Frederick Hollander y la escena musical berlinesa de los años 20 y 30. Algunos de estos temas aparecieron de forma inmediata en su siguiente disco, “But One Day…” (2002), combinados con versiones de Astor Piazzolla, Jacques Brel, Hanns Eisler y Weill, claro. Los otros quedaron guardados en una caja, no olvidados, pero sí arrinconados por el momento mientras la cantante hacía discos cantados en francés, homenajes a Marlene Dietrich y grabaciones de poemas de Pablo Neruda. El batería y coproductor de “But One Day…” es Todd Turkisher, con quien Lemper se casaría en 2011. Los dos se han encargado de rescatar y digitalizar las cintas de 2001, arreglar e instrumentar los temas –a los que han añadido otros nuevos– y en algunos casos, respetando lo que fueron en un momento y en lo que se han convertido ahora, mezclar la voz de entonces de Lemper con el registro actual, un dialogo entre dos tiempos.

No hay ecos de la escena berlinesa, del teatro de Weill y Brecht, el music hall o la chanson, salvo en el homenaje a la Édith Piaf de “La vie en rose” en la canción Envie d’amour”. Lemper no arriesga mucho en sus fluctuaciones con el pop, el jazz y el blues de siempre, consciente, además, de la armonía de unas cualidades vocales que pueden disimular costuras torpes y tapar grietas. La mayoría de los temas resultan demasiado pulidos, más evanescentes que tensos, aunque los textos resulten escépticos, adornados con pianos eléctricos jazzy, guitarras con discreto wah-wah, solos y fraseos de saxo nocturno y arreglos de apariencia sofisticada. “Moving On”, “At The Reservoir” y “Magical Stone” son las canciones que mejor definen el álbum, su interés y también sus limitaciones: supone un cambio en la obra de Lemper sin aportar mucho a los géneros que maneja. Solo en “Little Face-The Sequel” –reinvención del “Little Face” incluido en “But One Day…” sin su ornamento orquestal– asoma una belleza rugosa, un tejido minimalista y un seductor juego con las voces (que hace pensar en Portishead). ∎

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