Brendan Fraser, enorme (en todos los los sentidos).
Brendan Fraser, enorme (en todos los los sentidos).

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“La ballena (The Whale)”: un bote salvavidas

Darren Aronofsky construye un relato de superación apoyándose en la mitológica presencia de Brendan Fraser. Uno de los retornos al estrellato de Hollywood más memorables de los últimos años que llega a nuestras salas el 27 de enero, con tres nominaciones a los Óscar (actor, actriz de reparto y maquillaje y peluquería).

Charlie (Brendan Fraser) es un hombre que pesa casi trescientos kilos. Trabaja desde casa, dando clase de literatura, manteniendo apagada la cámara de su ordenador para no mostrar su verdadero rostro. Su difícil situación, agravada por una reciente depresión, solo mejora de forma momentánea cuando recibe chequeos puntuales de su amiga Liz (Hong Chau), una enfermera que lo acompaña en lo que ella cree que serán sus últimos días de vida. Al borde de la desesperación, Charlie intenta contactar y recuperar la relación con su hija Ellie (Sadie Sink), a la que abandonó hace ocho años y que se ha convertido en una adolescente problemática. También recibe las intermitentes visitas de Thomas (Ty Simpkins), un misionero que pretende salvarle utilizando las enseñanzas de la Biblia y de su particularísima secta.

Darren Aronofsky, director de cine nacido en Brooklyn, Nueva York, y autor de películas como “Réquiem por un sueño” (2000), “El luchador” (2008) o “Cisne negro” (2010), se enamoró de esta historia cuando era una pequeña obra de teatro del off-Broadway. Escrita por Samuel D. Hunter –autor, además, del guion de la película–, durante años fue un proyecto que abandonó y retomó en varias ocasiones. Incluso se llegó a hablar de una adaptación con Tom Ford como director, sin Aronofsky en el equipo, en la que James Corden sería el actor principal. George Clooney también se llegó a mostrar interesado, pero ninguno fue capaz de enamorarse del proyecto como Darren, quien todavía recuerda en las entrevistas de promoción las lágrimas que derramó la noche que conoció la historia de Charlie.

Sadie Sink, de “Stranger Things” a malvada hija rebelde en lo último de Aronofsky.
Sadie Sink, de “Stranger Things” a malvada hija rebelde en lo último de Aronofsky.

Durante diez años, la historia se quedó en un cajón, esperando al actor adecuado para levantar con sus hombros el peso literal y figurado de esta adaptación. Ese hombre resultó ser, contra todo pronóstico, Brendan Fraser. El protagonista de películas como “George de la jungla” (Sam Weisman, 1997) o “La momia” (Stephen Sommers, 1999) vivía una situación que muchos actores conocen. Se encontraba –excepto por algún papel secundario como su intervención en “Sin movimientos bruscos” (Steven Soderbergh, 2021)– al margen de las primeras ligas, habiendo olvidado su éxito en los noventa, centrado en el presente y sin querer recordar tiempos mejores. Durante años le había dado la espalda a Hollywood, buscando quizá un proyecto como este, que removiese de nuevo su amor por el oficio. Lo que seguramente no esperaba es que ahora estemos hablando de un más que posible Óscar.

Durante diez años, la historia se quedó en un cajón, esperando al actor adecuado para levantar con sus hombros el peso literal y figurado de esta adaptación. Ese hombre resultó ser, contra todo pronóstico, Brendan Fraser

Fue en el Festival de Venecia de 2022 cuando todo cobró sentido. La película recibió una ovación de diez minutos. El público aplaudía la obra, sí, pero el sentimiento general era que Fraser era el homenajeado. Desde aquel día, un movimiento que ya ha sido bautizado como “Breinaissance” –“el renacimiento de Brendan”– ha invadido internet, Twitter, los medios de comunicación, los platós de televisión… Todo el mundo se alegra del regreso a primera línea de este hombre afable que tanta diversión nos proporcionó hace años. Sus apariciones aquí y allí como parte de la promoción para la temporada de premios son una suma infinita de momentos repletos de emotividad. Como lo fue el conmovedor discurso al recoger su premio a mejor actor en los Critics Choice Awards de 2023, que puso en pie a todo el auditorio. O su reciente reencuentro con Jonathan Ke Quan, otro actor que está viviendo una segunda oportunidad en su carrera. Quan fue Tapón en “Indiana Jones y el templo maldito” (Steven Spielberg, 1984) y Data en “Los Goonies” (Richard Donner, 1985) y, veinticinco años después, ha vuelto a la gran pantalla gracias a la película “Todo a la vez en todas partes” (Dan Kwan y Daniel Scheinert, 2022). Ambos actores coincidieron en la comedia “El hombre de California” (Les Mayfield, 1992). Cuando, durante una mesa redonda para ‘The Hollywood Reporter’, los dos se reencontraron, Fraser abrazó fuertemente a Quan mientras le decía: “Seguimos aquí”.

Ty Simpkins, uno de los secretos de la película.
Ty Simpkins, uno de los secretos de la película.

El resto del reparto también incluye otras historias de superación. Por ejemplo la de Ty Simpkins, otro actor que pese a su corta edad había dejado de actuar, desencantado con la crudeza de la profesión. Mary Vernieu, la directora de casting de “La ballena”, encontró su perfil unos días antes del inicio de los ensayos –que duraron más de tres semanas, otro de los secretos del éxito de la película– y encajó al instante con lo que Aronofsky y los productores buscaban. Sadie Sink interpreta a Ellie, la hija adolescente con la que Charlie busca reconciliarse. Más conocida por su papel de Max en “Stranger Things” (The Duffer Brothers, 2016-), es capaz de otorgar a su personaje numerosos matices y de ofrecer en su trabajo compasión y amabilidad a través de un ser humano roto y con trazos de auténtica maldad. Hong Chau es otra de las enormes sorpresas de este relato, una actriz estadounidense de origen tailandés y padres vietnamitas que conocimos en “Una vida a lo grande” (Alexander Payne, 2017).

El resto del reparto también incluye otras historias de superación. Por ejemplo la de Ty Simpkins, otro actor que pese a su corta edad había dejado de actuar, desencantado con la crudeza de la profesión

“La ballena” es un viaje a lo profundo del alma humana. Es un cuento cargado de irreverencia, incorrección y valor, capaz de reírse de Herman Melville o de los principios que conforman nuestra realidad. Es una sátira sobre nuestra forma de relacionarnos con las imágenes que nos rodean o nuestro reflejo en el espejo. Pero también es una fábula repleta de ternura y humor. Los personajes bailan entre lo lacrimógeno y lo patético, dejando al espectador con una sensación de asfixia y calma. “La ballena” es, por momentos, una de las películas más pausadas de Aronofsky. Acostumbrado al alarde visual, su director decide contenerse y cazar a esta ballena blanca poco a poco, plano a plano, con una puesta en escena sobria, teatral. Todo este derroche de talento quizá sea suficiente para llevarse el Óscar en una temporada de premios en la que ya está destacando, sirva como muestra su nominación al Globo de Oro y al propio Óscar. Si ven a cualquier persona saliendo de una sala de cine estos días con cara de haber experimentado un viaje en barco, tómenselo como una señal. Por allí resopla, por allí proyectan “La ballena”.

Una historia más grande que la vida.
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