Cuero de pescado de colores chispeantes, tejidos hipersuaves a partir de hongos, chaquetas que se termorregulan, piezas vaqueras reinventadas y zapatos a medida con impresión 3D. La moda del futuro clama por ser sostenible, eficiente e inteligente, y tanto grandes marcas como firmas locales dan puntadas en esa dirección. ¿Qué será lo próximo que encontremos en las tiendas?
Hace unos 170 mil años, uno de nuestros antepasados empezó a cubrirse con ropa. Por supuesto, aquello distaba muchísimo de cualquier cosa que ahora podamos encontrar en las tiendas y en los desfiles (aunque quizá era cercano a aquel mítico vestido con filetes de Lady Gaga). Pero la moda no deja de evolucionar y, en los últimos años, se investiga especialmente con dos objetivos: que sea más sostenible y más inteligente.
Desde piel de pescado y cuero de hongos para sustituir a las pieles actuales, a fibras de algas para dejar de lado el algodón, pasando por denim rediseñado para darle una segunda vida a tus vaqueros favoritos. Y no son proyectos solo de laboratorio: grandes firmas de moda ya los utilizan y respaldan, como Christian Dior, Adidas, Levi’s y Stella McCartney.
La innovación también busca optimizar la ropa y hacerla mucho más que una prenda: fibras inteligentes para conocer los movimientos de quien las lleva puestas, materiales que regulan la temperatura corporal y piezas que se generan al instante con tecnología de impresión 3D. ¿Vamos de compras?
¿Incluirías los insectos en tu dieta? En los últimos años se ha hablado mucho de que formarán parte de la alimentación del futuro. Ya lo dijo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en 2013. Todo se redefine. ¿Nos suena tan raro como pensar en vestir con pieles de peces? Pues esto ya está aquí.
Atlantic Leather (Islandia) fue pionera en curtir pescado en Europa. Procesa pieles de salmón, perca, bacalao y pez lobo desde 1994, que utilizan firmas como Dior, Salvatore Ferragamo o Jimmy Choo. Pero hoy nos movemos por los océanos para conocer otras dos propuestas.
Vos Honduras florece desde Centroamérica y, a la vez que busca en el pescado una opción más sostenible para crear tejidos, genera empleo para las comunidades locales. “La piel del pescado que se obtenía para alimentación se lanzaba al mar, se pudría, contaminaba las aguas… Millones de toneladas. Era un material de desecho. Así que pensé en darle un aprovechamiento para generar un doble ingreso con la misma captura y convertirlo en un medio de vida alternativo para la gente que solo vive de la pesca”, explica Pili Luna, la creadora del proyecto, que nos atiende en pleno taller desde una de esas comunidades.
La diseñadora enseña a los locales a tratar el producto, curtirlo con mangle y añadirle colores intensos, pero “solo con materiales sostenibles; en el cuero de vaca se utiliza mucho cromo dañino para el medioambiente”, compara.
¿Y no es más endeble la piel de pescado? Sorpresa, una vez curtida puede ser hasta “nueve veces más resistente que la de ganado vacuno debido a la forma en que se entrecruzan sus fibras”, siguiendo un patrón en cruz. Por eso puede utilizarse en multitud de usos, como asientos de coche, barcos, bolsos y calzado. “Es un material impermeable, exótico y 100% sostenible. En Europa, Estados Unidos y Canadá se aprecia mucho como un artículo de lujo”, añade Luna.
Por su parte, la startup francesa ICTYOS ha puesto en marcha su propio proceso de fabricación y teñido de cuero con productos 100% vegetales. Salmón, trucha, esturión, carpa… “Hay pequeñas diferencias, pero la mayor parte del proceso es igual para todos los peces, solo se ajustan parámetros como el tiempo y el pH”, explica Gauthier Lefébure, cofundador de ICTYOS y director de producción.
El proceso es manual, pero se ayudan de varias máquinas. “En una ponemos la piel durante una semana con diferentes baños y así cambiamos sus propiedades. Después hay otra parte del proceso en seco y modificamos el color, la forma y los patrones”, continúa Lefébure.
¿Tendremos todos alguna prenda en nuestro armario hecha con piel de pescado? “Seguro, esto se democratizará”, afirma el cofundador de ICTYOS. “De momento hay iniciativas pequeñas, pero cuando la industria sea más grande se abaratará el precio y podrá competir con el cuero tradicional. La industria de la moda se ha dado cuenta de que tiene que cambiar”, reflexiona, y recuerda que todo esto tiene sentido solo si la piel del pescado se utiliza como subproducto, “nunca si se crían peces exclusivamente para obtener el cuero”.
Seguimos en el mar y de los peces braceamos hacia las algas. No solo se usan cada vez más en alimentación por su alto poder nutricional y en cosmética y farmacia por sus antioxidantes, también van a pasar a formar parte de nuestra ropa, ya que pueden convertirse en una fibra más amigable con el medioambiente porque necesitan mucha menos agua para su producción que, por ejemplo, el algodón.
Puede que sea porque lo sepa o porque lo de Aquaman le dejara secuelas, pero Jason Momoa ya las usa: el actor, conocido también por su faceta de activista medioambiental, patrocinó unas zapatillas que incluían unas plantillas hechas con algas de la empresa BLOOM. (Su última acción ecologista ha sido raparse la melena para concienciar de la importancia de cuidar de los océanos contra el plástico).
Otros organismos que se están usando para confeccionar prendas son los hongos, una alternativa más ecológica que el cuero animal y el sintético. En particular el micelio –el sistema de raíces subterráneas de los hongos–, que, comparado con las vacas, emite menos gases de efecto invernadero y utiliza menos agua y tierra para su cultivo.
Ya hay productores y compradores que se pirran por este cuero de tacto –dicen– ultrasuave: la startup californiana MycoWorks de la mano de Hermès, y Bolt Threads, también en California, con Stella McCartney. En su caso, la firma ha lanzado Mylo™️, cuero de hongo vegano y cultivado en laboratorio con el que diseñó dos prendas que, la verdad sea dicha, hasta en foto parecen aterciopeladas.
“Estas piezas raras y exclusivas de Mylo™️ encarnan nuestro compromiso compartido con Bolt Threads para innovar en una industria de la moda más amable, que vea el nacimiento de materiales hermosos en lugar de la muerte de nuestras criaturas y del planeta”, dice la propia McCartney.
¿Has tenido este verano la típica pelea de oficina en la que unos quieren poner el aire acondicionado a baja temperatura y otros están congelados? (Bueno, recuerda que lo recomendado son 27ºC). Pues la ropa del futuro también tendrá la solución. Hace años que universidades y centros de investigación buscan tejidos capaces de ajustarse a la temperatura corporal en lugar de tener que subir y bajar constantemente el termostato.
Como si fuera una especie de termo donde guardamos el café o el té, si sudamos la ropa emitiría radiación infrarroja para expulsar el calor y, si tenemos frío, lo mantendría. Atletas, bebés, personas mayores, habitantes de zonas con temperaturas extremas… Seguro que en Yakutsk (Siberia), conocida como la ciudad más fría del mundo y donde alcanzan temperaturas de -71º C, estarían agradecidos de tener este tipo de prendas.
Igual suena a algo que podría hacer la ropa aburrida o incluso “fea”. Para eso está el diseño, y es lo que propone Dior gracias a su colaboración con la startup italiana D-Air Lab en su colección otoño-invierno 2022-2023.
“El diseño y la tecnología se influyen mutuamente. El equipo de Dior tenía muy claro cuál era el objetivo a comunicar en la colaboración: la imagen de una mujer fuerte, que se mira a sí misma con nuevos ojos. Nuestras tecnologías han servido de inspiración al equipo de Dior y hemos trabajado juntos para construir las prendas de la colección”, explica Alberto Piovesan, director artístico de D-Air Lab.
Corsés hinchables que parecen chalecos salvavidas, botas militares, guantes de boxeo con la frase The next era y mallas de rejilla negras. Detrás de ese aspecto militar, la innovación busca la funcionalidad.
“Las prendas de la colección encarnan la idea de protección: algunas de forma más conceptual, como en el caso del traje con tubos fotoluminiscentes; otras, de forma concreta, como en el caso de la versión en punto de la chaqueta Bar, que cumple una función específica de termorregulación”, explica Piovesan. Esa pieza, que integra un sistema tecnológico con un complejo dispositivo de calefacción en la espalda, “se inspira en nuestro proyecto de la Antártida; en particular, en la ropa interior que protege a los investigadores que están hasta a -80°C”.
El director artístico cree que son ideas funcionales que podrían implementarse en la vida diaria para llevar la protección a nuevos contextos, como los de las temperaturas extremas. Otra ocurrencia que llama especialmente la atención es la de añadirle airbags (sí, airbags) a las prendas. Lo han hecho también con su icónica chaqueta Bar, creada en 1947 y que se reinventa como si fuera una armadura gracias a la tecnología, con cinturón a juego. “Los diseños integrados con airbags pueden proteger contra los impactos en las actividades cotidianas. La chaqueta Bar resguarda la zona del torso, mientras que el cinturón protege la cadera y la cabeza del fémur de las caídas”, detalla Piovesan.
Hay más ejemplos de ropa inteligente. Están los proyectos que quieren que los teléfonos móviles sean definitivamente una extensión de nosotros, como la chaqueta que codiseñaron Levi’s y Google, con la que se podía responder llamadas, reproducir música y tomar fotos con solo un movimiento de manga. Y también la ropa enfocada en la actividad deportiva, que recoge desde la frecuencia cardíaca hasta los kilómetros recorridos.
Desde que se empezaron a llevar los vaqueros rotos, que se te desgarre un pantalón o una chaqueta no es tanto drama. (Bueno, depende de por dónde). Sin embargo, no siempre aguantamos hasta toda la vida útil que podría tener la prenda. Desde 1996, la cantidad de ropa que compra un europeo medio ha aumentado un 40%, y se estima que algunas de las prendas que adquirimos se dejan de utilizar después de haber sido usadas solo de siete a diez veces. A nivel mundial, solamente se recicla el 1% de la ropa; en España, la cifra sube a un todavía discreto 11%, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.
En Barcelona querían ponerle coto a esto, así que un grupo de mujeres profesionales creó Back To Eco, ONG que promueve una moda más circular, e Infinit Denim, la marca de moda y producto propio que surgió de la evolución del trabajo en la ONG. El proyecto ha diseñado su propia ruta 66 para los tejanos, aunque esta, a diferencia de la original, es circular: el objetivo es precisamente cerrar el viaje y que ese pantalón que estaba destinado a ser un residuo no acabe en el contenedor o en una incineradora.
Todo empieza con tejanos posconsumo. Primero, animan a la gente a tratar de repararlos en sus tiendas y, si no, a darle una segunda vida útil. Con esa ropa de segunda mano, primero tratan de crear accesorios y ropa reciclada única. “Si no se puede arreglar, el jean que ya has utilizado lo puedes volver a vestir convertido en una falda o un bolso”, ejemplifica Núria Nubiola, socia fundadora de Infinit Denim y Back To Eco.
Con lo que no pueden reutilizar o con lo que la gente no quiere crean hilos reciclados en su taller. Después, con ese material diseñan y producen a nivel local nuevas colecciones. Para ello, “en Infinit Denim combinamos los hilos y el algodón triturado creados en Back To Eco de los tejanos reciclados con otras fibras sostenibles. Estamos probando con cáñamo y otras fibras innovadoras con certificado ecológico”, explica Nubiola.
Hay otros enfoques que buscan optimizar la fabricación de la ropa, pero con el objetivo de usar la mínima cantidad de material posible y de confeccionar solo las prendas que se van a vender. ¿Cuánta ropa de cada temporada acaba sin ser adquirida amontonada en mesas al final de las rebajas? O, en el caso opuesto, ¿cuántas veces has ido a comprar unos zapatos y ya no quedaba tu número?
La tecnología busca formas de minimizar el gasto y maximizar la personalización, y la respuesta es la impresión 3D. Es algo que ya lleva un lustro de recorrido: en 2017, adidas lanzó unas zapatillas impresas que se adaptaban a cada pie. Desde entonces, ha ido marcando diferentes hitos del uso de esta tecnología, como las 4DFWD, una zapatilla de running de alto rendimiento cuyo secreto está en su suela con estructura geométrica creada con impresión 3D.
También hay iniciativas con apellido español. En ATHOS, con sede en Barcelona, ofrecen zapatillas de escalada personalizadas y ajustables. Un escaneo de tu pie y marchando tus zapatos de escalada del color que quieras. Así se reduce la cantidad de material que se desaprovecha y se pueden fabricar las piezas bajo demanda. Se acabó lo de tirar inventario no vendido y lo de que te aprieten o te queden grandes las zapatillas. Como hemos visto, el futuro de tu armario es sostenible, tecnológico, innovador y personalizado. ∎