Laurie Cunningham, Cyrille Regis y Brendon Batson: “The Three Degrees”. West Bromwich Albion, temporada 1978-79.
Laurie Cunningham, Cyrille Regis y Brendon Batson: “The Three Degrees”. West Bromwich Albion, temporada 1978-79.

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“The Three Degrees”: el equipo que tumbó el racismo

1978. West Bromwich. Brendon Batson, Cyrille Regis y Laurie Cunningham se convierten en la primera tripleta de jugadores negros que se asientan en un equipo de la First Division, el precedente de la Premier League. Cada vez que pisan el césped, el ambiente hostil hacia ellos se intensifica, en un fútbol inglés de tono marcadamente racista. Cuando el balón llega a sus pies, responden a base de goles. Una forma de resistencia en una Gran Bretaña en riesgo de resquebrajarse, con una ultraderecha empoderada que apunta, y dispara, a la inmigración y la multiculturalidad.

Laurie Cunningham (1956-1989) llegó al West Bromwich Albion procedente del Leyton Orient. Le sobraba talento, aunque necesitó tiempo para domarlo. No había podido aprovechar su paso por las inferiores del Arsenal, así que tuvo que buscar otra vía hacia el éxito. La encontraría en The Hawthorns, en una etapa breve pero dulce en West Bromwich, un municipio de Sandwell, bajo la influencia de Birmingham. Se incorporó a los “Baggies” en 1977, y la aventura duró dos años, hasta que el Real Madrid le puso el ojo encima tras una eliminatoria de Copa de la UEFA en la que el conjunto inglés se deshizo del Valencia de Kempes, una sorpresa que toda España (y toda Inglaterra) pudo seguir por televisión. En Madrid, pese a una trayectoria irregular condicionada por las lesiones, dejó huella. Y no solo por su trágico fallecimiento, a los 33 años, en un accidente de tráfico, cuando ya militaba en el Rayo Vallecano en una segunda etapa en el club de Vallecas. También porque pocos jugadores vestidos de blanco pueden decir, como él, que un día salieron ovacionados del Camp Nou (tras una victoria en 1980 del Real Madrid por 0-2 a la que él colaboró decisivamente con un partido extraordinario). El balón era para Laurie otra forma más de expresión, la manera que tuvo más a mano para alimentar un espíritu artístico y libre que también brillaba en las pistas de baile. Un fútbol impregnado de habilidad y clase, de arrancadas y regates que producían un impacto instantáneo en los que lo veían danzar sobre el césped por primera vez. Un efecto que se veía multiplicado por el tono general del juego inglés de la época, taciturno y malencarado.

“Todavía recuerdo la primera vez que lo vi jugar, contra el Ipswich, en un partido nocturno. Fue emocionante. Los 70 tenían un ambiente gris, pero él poseía ese talento… Cuando le llegaba el balón uno sabía que podían pasar cosas. Es difícil imaginar a jugadores fuera de su tiempo, pero Laurie era uno de esos que hubiera encajado en cualquier época”, cuenta Paul Rees, periodista musical, hincha del West Brom desde niño y autor de “The Three Degrees. The Men Who Changed British Football Forever” (2014), el libro que narra cómo Laurie Cunningham, así como el delantero Cyrille Regis (1958-2018) y el lateral Brendon Batson (1953-), miembros de aquel West Brom de la campaña 1978-79, cambiaron el fútbol inglés para siempre al convertirse en la primera tripleta de futbolistas negros que jugaba con regularidad en un club de la máxima categoría. Un hito en un contexto en el que los cánticos racistas eran la norma en los estadios. Un desafío en una etapa de depresión social y económica que alimentaba los recelos hacia la inmigración, alentados por candidatos y parlamentarios populistas. Uno de los campos de batalla del thatcherismo en el que el Frente Nacional, partido de extrema derecha (sin representación parlamentaria, pero con sus mejores resultados electorales a finales de los 70), se movía con soltura, con el hooliganismo como brazo armado en calles y gradas y con la agresión a todo lo que sonaba o parecía distinto como moneda de cambio.

Cyrille Regis y Laurie Cunningham, jugando con el West Bromwich, en 1977. Foto: Daily Mirror / Mirrorpix (Getty Images)
Cyrille Regis y Laurie Cunningham, jugando con el West Bromwich, en 1977. Foto: Daily Mirror / Mirrorpix (Getty Images)
Aún no estamos preparados para conjugar en pasado el racismo en el fútbol, pero sí para asegurar que la situación de hoy dista mucho de la que se vivía en los 70 y los 80. Los gritos simiescos, el lanzamiento de plátanos o los abucheos constantes, hoy escondidos en el anonimato digital de las redes sociales, eran entonces actitudes a cara descubierta que los jugadores negros tenían que soportar sin que se armara escándalo mediático alguno. Alzar la voz era un problema añadido en forma de sanción o, según la vehemencia de la respuesta, de detención. Hinchas y medios, cómplices silenciosos, veían todo aquello casi como una parte integrante del juego. “Cuando llegué al West Brom, me impactó la intensidad de los abucheos. El ruido y el nivel de los insultos era increíble. Pero era habitual, uno casi se acostumbraba”, contaba Batson en el libro de Rees. “Mientras escribía el libro, busqué en la hemeroteca crónicas y noticias que hicieran referencia a esas actitudes durante los partidos. No encontré nada. Tampoco había sanciones de ningún tipo”, explica el autor, que, como espectador asiduo a los encuentros del equipo, a los que acudía junto a su padre, fue testigo de situaciones que no trascendían más allá de los muros del estadio. La pared del silencio mediático, sin embargo, empezaría a resquebrajarse una noche en Old Trafford, con el West Brom como protagonista.

Valerie Holiday, Helen Scott y Sheila Ferguson, formación del grupo musical The Three Degrees (período 1976-86) junto a Laurie Cunningham, Brendan Batson y Cyrille Regis. Foto: MSI / Mirrorpix (Getty Images)
Valerie Holiday, Helen Scott y Sheila Ferguson, formación del grupo musical The Three Degrees (período 1976-86) junto a Laurie Cunningham, Brendan Batson y Cyrille Regis. Foto: MSI / Mirrorpix (Getty Images)

Cuento de Navidad

Fue el técnico Ron Atkinson, llegado en ese 1978 (se trajo consigo a Batson del Cambridge), quien los bautizó como “The Three Degrees”, en un juego de palabras facilísimo, propio de la época (¿Tres jugadores negros? ¿El nombre de un trío femenino negro de soul que en aquella época hacía disco music producido por Giorgio Moroder? No me diga más). Así que ahí estaba el West Brom de los “Three Degrees”, el 30 de diciembre de 1978, líder de la First Division, en una visita al feudo del Manchester United, con barro en el césped, nieve en el cielo y un aire congelado en el ambiente que se calentaría a base de goles. El resultado iba a ser digno de un clásico navideño que quedaría como uno de los partidos más recordados de la historia de la liga inglesa. El duelo se fue 3-3 al descanso y se lo acabaron llevando los visitantes por 3-5. Para mayor gloria de los “Baggies”, la televisión lo emitió para todo el país. En lo futbolístico, el impacto fue evidente. Pero su importancia fue más allá. “El comentarista señaló que cada vez que un jugador negro tocaba la pelota era abucheado. Fue la primera vez que alguien prestaba atención a esa situación y lo mencionaba. En los medios se empezaba a hablar del asunto”, recuerda Rees. “Cunningham, abucheado pero imperturbable, la juega con Brown, que la coloca al primer toque ajustada al palo”, explicaba el narrador durante la repetición del primer tanto. Cunningham marcó el cuarto y Regis, el quinto. Una actuación estelar con la que respondieron a los constantes improperios que les caían desde la grada. Unos años antes, cuando era un joven debutante en el Orient, Cunningham se había atrevido a levantar el puño junto a su entonces compañero Bobby Fisher ante un graderío repleto de hinchas del Millwall que los habían recibido lanzándoles insultos, plátanos y hasta un cuchillo. Aun así, su estilo era, principalmente, responder a base de fútbol. Batson, más beligerante, quizá más concienciado, era el más vehemente de los tres. Pero no había mucho que pudieran hacer en la época. Lo ilustra lo que le ocurrió unos meses después, ya en 1980, a George Berry, defensa galés del Wolverhampton Wanderers, tras un partido de FA Cup ante el Watford en el que no había estado especialmente brillante. Un mal día que, sin embargo, acabaría peor. Cuando abandonaba el terreno de juego, un aficionado de su propio equipo le recriminó su actuación usando términos racistas. Berry lo recordaba así para la BBC: “Empezó a llamarme ‘negro cabrón’, a decir que era una vergüenza para el club, ‘vuelve a tu país, negro’, y todo el repertorio. Cuando enfilé el túnel de vestuarios, pensé: ‘Por ahí no paso’. De modo que regresé y me enfrenté a él. Sus acompañantes empezaron a reírse. Y perdí los nervios. Salté a las gradas, le di un gancho de derecha y me arrestaron”.

Manchester United 3 - 5 West Bromwich Albion, partido histórico en la temporada 1978-79.
Ese salto del césped a las tribunas para contestar a la intolerancia, que años más tarde emularía, con más éxito mediático, Éric Cantona, significaba cruzar una frontera que, de todos modos, era inexistente, porque el racismo que fluía con normalidad en los 90 minutos de partido era el mismo que acompañaba a los jugadores cuando vestían de calle. El fútbol, claro, era un reflejo de la sociedad. Mientras comía con su prometida, Nicky Brown, en un restaurante de Birmingham, Cunningham tuvo que soportar las amenazas de un grupo de individuos a los que no les gustaba que un negro pasara el rato con una chica blanca en un lugar público. Hasta que se dieron cuenta de quién era. Por supuesto, luego les faltó tiempo para pedirle un autógrafo; eran aficionados del West Brom. Pero los ataques que soportaban los jugadores negros no solo se sucedían en el espacio público. El mismo Cunningham recibió amenazas de muerte en su buzón, ladrillazos en su ventana y hasta un cóctel molotov en su portal. Cyrille Regis, después de ser convocado con la selección inglesa (fue el tercer negro en vestir la camiseta de los “Tres Leones”, después de Viv Anderson y, precisamente, Cunningham), recibió una carta que lo instaba a no pisar el césped de Wembley. En el paquete había también una bala. Brendon Batson todavía recuerda cómo en algunos partidos a domicilio llegaron a tener que escapar de miembros del Frente Nacional: “Al bajar del autobús en los partidos fuera de casa, teníamos al Frente Nacional delante de nuestras narices. En aquel entonces no había seguridad y quedábamos expuestos. Era el signo de los tiempos. No recuerdo que nos quejáramos demasiado. Lo soportábamos. No era un fenómeno nuevo para nosotros”, aludiendo a las dificultades que vivían las personas de origen inmigrante en muchos barrios (tanto él, nacido en Saint George, Granada, como Regis, de Maripasoula, en la Guayana Francesa, habían llegado del otro lado del Atlántico siendo niños; Cunningham, londinense, era de ascendencia jamaicana). Incluso el técnico Ron Atkinson abrió cartas de hinchas visitantes que le pedían que no convocara a “esos monos”.

Laurie Cunningham y Cyrille Regis, rodeados de fans del West Brom en 1979. Foto: Daily Mirror / Mirrorpix (Getty Images)
Laurie Cunningham y Cyrille Regis, rodeados de fans del West Brom en 1979. Foto: Daily Mirror / Mirrorpix (Getty Images)

Reggae y goles

“El impacto que tuvo Bob Marley en el Reino Unido fue enorme”, recuerda Rees. En Birmingham, surgieron formaciones como UB40. La cultura del reggae subía como la espuma. Por supuesto, también estaba el sonido 2 Tone, no muy lejos de allí, en Coventry, con exponentes como The Specials o The Selecter, o en Londres, con grupos como Madness. Esa (y lo sentimos por las auténticas Three Degrees) debe ser la banda sonora que acompañe al recuerdo de aquel West Brom. “Una música que hizo que la juventud se interesara por la cultura negra”, señala Rees, cuando alude al movimiento musical contemporáneo del fútbol de Batson, Regis y Cunningham. Para reivindicar los valores de la multiculturalidad que se dibujaba en las calles, los singles funcionaban tan bien como los goles. “Los jugadores negros de la siguiente generación los recordaron como pioneros. Hay quien dice que aquel West Bromwich Albion es el equipo más importante de la historia del fútbol inglés, por la enorme influencia que tuvo”, continúa el periodista.

“Batson es uno de los jugadores británicos más infravalorados de las últimas décadas. Fue el mejor lateral derecho del país con diferencia durante varias temporadas”, señala Rees, que cuando hacía sus pinitos en el fútbol, también como lateral, lo tenía como modelo a seguir. Primer jugador negro en la historia del Arsenal, el nivel que mostró en sus mejores años le hubiera permitido haber sido seleccionado varias veces con Inglaterra, pero fue el único de los “Three Degrees” que no vistió nunca la zamarra inglesa. Regis, fallecido de un paro cardíaco, a los 59 años, sí. Su historia, la de un jugador llegado desde categorías amateurs tras haber trabajado de electricista, lo unía más si cabe a la masa social del club. “Lo tenía todo. Era grande, musculado, rápido. Si tuviéramos que diseñar a un delantero centro, sería Cyrille. No marcaba goles normales, generalmente eran golazos desde 25 metros”, detalla el periodista, que da con la clave definitiva, con la esencia del impacto que el trío del West Brom tuvo en la mentalidad de tantos y tantos aficionados en Gran Bretaña: “Era uno de mis héroes. No lo veía como un jugador negro. En el colegio, cuando jugábamos, los chavales querían ser Cyrille. Los niños blancos querían ser como él porque era muy bueno”.

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