Máscara de baile.  Foto: Adrià Cañameras
Máscara de baile. Foto: Adrià Cañameras

Entrevista

John Talabot: la sombra acogedora

John Talabot, el enmascarado. Un juego para evitar prejuicios y dejar que la música, su música, hable por sí sola. Hiperactivo y expansivo, desde Barcelona fue descubriendo al mundo una serie de EPs que lo convirtieron en la gran next big thing del pop electrónico. Lo entrevistamos meses antes de que llegase su primer largo, cuando su prestigio creciente ya apuntaba alto.

¿Quién es John Talabot? Saberlo o no, es lo de menos. Lo importante es el qué: una electrónica simultáneamente ensayista y pop, cargada de algo tan difícil y necesario como el misterio, cada vez más oscura y, sin embargo, cada vez más vital. Quien todavía no sepa quién es John Talabot debería dejar de perder el tiempo en elucubraciones y empezar a ganar en vida y en aire analizando no las pistas sobre su identidad, sino las pistas de su música, que se cruzan y condensan en puzles inasibles y difíciles de desentrañar, pero fáciles de disfrutar. En realidad, nuestro hombre no lleva ese alias para darse importancia, sino para quitársela. “Me gusta porque implica no enseñar mi rostro y así la gente no sabe quién soy”, nos comenta a cara descubierta, tranquilamente, en una cafetería de la barcelonesa calle de Consell de Cent. “No sé si podría ir a una tienda de discos y ver mi cara en una portada. Me daría vergüenza”.

“Me gusta mi alias porque implica no enseñar mi rostro y así la gente no sabe quién soy… No sé si podría ir a una tienda de discos y ver mi cara en una portada. Me daría vergüenza”

A Talabot también le incomoda que su proyecto pueda situarse –quizá a raíz de la idea de autoprotegerse, y lo mucho que ha gustado la idea a los medios– por encima de los otros que componen el sello Hivern Discs. “El sello es de tres personas”, dice. “No quiero que Talabot ocupe un lugar que no le corresponde, que ocupe un sitio más arriba que el resto”. Fue en Hivern donde Talabot empezó su carrera –con un tema en un EP digital– para después publicar en 2009 “My Old School”, un EP de debut en Permanent Vacation con tres temas ya casi históricos: “Afrika”, “Naomi” y “Korlee”. Su house en cámara lenta y con elementos étnicos ganó, si cabe, en luz y lucidez en el single “Sunshine” (Hivern, 2009), y en textura en “Matilda’s Dream” (Permanent Vacation, 2010). Para lo siguiente, el EP “Families” (2011) y el esperado álbum (finalmente para 2012), ha contado con la potente escolta de Young Turks, el sello de The xx, El Guincho y Holy Fuck.

En las entrevistas sueles decir que no sabes nada de música. ¿Te gustaría saber más o tienes miedo a saber demasiado y dejar de provocar, casi sin querer, felices accidentes?

Si una canción es buena y luego la produces, siempre será mejor. Al revés no es así; y me gustaría saber hacerlo. Poder decir: “Voy a componer diez canciones: una de amor, otra sobre mi madre, otra sobre el oso panda del zoo”… Pero eso no sé hacerlo, no.

Pero el tema titular del EP “Families”, con Glasser, es una canción, ¿verdad?

Sí, eso es una canción. Es una excepción. Mi familia da para un culebrón. Hablé con Glasser de temáticas al respecto y ella sacó una letra que me pareció muy guay. A mí me mola, es diferente…

¿La voz que suena en “Lamento” es un sample de flamenco?

No, no es flamenco. Es alguien como llorando, pero no. También es mi favorita del EP.

“Ya vale de gastar en remezclas las mejores ideas”, nos confiesa. Foto: Adrià Cañameras
“Ya vale de gastar en remezclas las mejores ideas”, nos confiesa. Foto: Adrià Cañameras
Es decir, no es otra muestra de tu habilidad para aprehender motivos exóticos sin caer en el denostado ethno-techno.

Me mola usar instrumentos fuera de mi alcance. Por eso he sampleado música de los Andes y mil lugares, a veces solo con MP3. Sí, tengo habilidad para adaptar instrumentos o sonidos. En “Matilda’s Dream” sampleé al que debe ser, no sé, el segundo grupo más importante de la historia, pero nadie se dio cuenta.

¿Por qué derroteros irá el álbum?

El disco es bastante oscuro; todos los temas son más densos de lo habitual. Dicho esto, he querido hacer un disco fácil de escuchar y que fuera accesible a todo tipo de público, como ha hecho Four Tet. Es muy diferente a todo lo que he hecho: no se basa tanto en el sampleo como en la composición, los sintes, las cajas de ritmo…

“El dueño de Young Turks tiene 24. La que descubrió a The xx, 17. Y lo peor, o lo mejor, es que tienen un criterio increíble. Y no se andan con tonterías: si algo no les gusta, te lo argumentan. Pero luego te respetan si decides no cambiar nada”

¿Esa oscuridad es una respuesta a la avalancha baleárica?

En realidad, es algo que solo tiene que ver conmigo. Cuando me ponía a producir, me salían temas más oscuros, más densos, y a mí eso me mola. Aunque, claro, tampoco sé ya cuál es el concepto de oscuro y no oscuro, porque cuando hice “Matilda’s Dream” pensaba que era oscuro y, en cambio, todo el mundo me decía: “¡Qué luminoso!” (risas).

Háblanos un poco de tu relación con Young Turks, un sello con un olfato que asusta. ¿Te sientes atendido? ¿Te tratan bien?

A ver, tardan un poco en contestar a los mails, pero es que a la vez que están conmigo trabajan con The xx o Tyler, The Creator… En realidad, son como nosotros pero en inglés; y otra diferencia es que ganan dinero.

Y son jóvenes, realmente, ¿no?

El dueño de Young Turks tiene 24. La que descubrió a The xx, 17. Y lo peor, o lo mejor, es que tienen un criterio increíble. Y no se andan con tonterías: si algo no les gusta, te lo dicen y te lo argumentan. Pero luego te respetan si decides no cambiar nada. Eso está bien, porque aquí la gente te dice a todo lo mismo: “Qué guay, qué guay, no sé qué, muy guay”. Y el artista tampoco tiene siempre la razón.

Eres uno de los pocos artistas españoles, junto a El Guincho, Aias y Delorean, que graba para un sello de fuera. Con Delorean tienes relación estrecha. ¿Os influís mutuamente? En “Subiza” aparecías en los créditos como consultor.

Siempre hemos tenido mucha relación, pero lo suyo es muy suyo. En el caso de “Subiza”, me iban pasando cosas y yo iba opinando, aunque tenían claro lo que querían, que era un álbum pop. Yo no soy pop. Me gusta el espíritu, claro, pero no busco, como ellos, las canciones ni los estribillos.

También os habéis remezclado mutuamente. ¿Qué tal te llevas con las remezclas?

Puede ser un poco angustioso, porque a veces cuesta encontrar un equilibrio entre el estilo del artista que te encarga la remezcla y el tuyo propio. Hace poco, tras ocho meses tratando de hacer un remix, abandoné. Ahora sale el de Teengirl Fantasy –“Cheaters”– y me temo que, por ahora, ya está. Ya vale de gastar en remezclas las mejores ideas. 

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