Eric Jiménez, Antonio Arias, Juan Codorníu y JJ Machuca: Lagartija mutante.
Eric Jiménez, Antonio Arias, Juan Codorníu y JJ Machuca: Lagartija mutante.

En portada

Lagartija Nick

Lo imprevisto, otra vez

Fotos: Antonio García Olmedo

13.01.2023

La trayectoria de Lagartija Nick es absolutamente única en el rock español. Desde su formación hace más de treinta años, el grupo granadino ha pasado por etapas de culto, reconocimiento tardío, inspiración y olvido. Por aventuras creativas marcadas por el riesgo y el pulso visionario y otras lastradas por la inercia. A menudo también desafiando las leyes de la lógica evolutiva que se suelen aplicar a una carrera artística. Sobre todo esto –y con el álbum “El perro andaluz” como excusa– hablamos con su líder, Antonio Arias.

T

iene sentido comenzar esta historia en 2012, cuando, después de dar muchas vueltas, Antonio Arias (voz, bajo y líder del grupo) decide reunir a la formación original de Lagartija Nick, con Juan Codorníu y Miguel Ángel Rodríguez Pareja a las guitarras más Eric Jiménez a la batería. El motivo, tocar en directo el primer álbum del cuarteto, “Hipnosis” (Romilar-D, 1991), que por entonces se reeditaba. Lagartija Nick venía de reactivar su sonido con la sucesión de “Lo imprevisto” (Lagartija Records, 2004), “El shock de Leia” (Recordings From The Other Side, 2007), “Larga duración” (Recordings From The Other Side, 2009) y “Zona de conflicto” (Chesapik, 2011), este último en formato power trio, con Víctor Lapido a la guitarra y Eric a la batería. Lo que se podía haber traducido en un movimiento nostálgico más, una reunión de antiguos alumnos o un gesto por el simple placer de tocar juntos de nuevo, llevó otra vez a lo imprevisto, a un reseteo total de la banda.

El desencadenante, según revela Arias a través de videoconferencia desde su casa, se produjo en 2015. Aquel año falleció su hermano Jesús, introductor del punk en Granada al frente de TNT. “Él tenía mucho repertorio que había dejado sin editar y nosotros decidimos afrontar parte del mismo con nuestra formación original”. El primer paso fue el álbum “Crimen, sabotaje y creación” (Virgin-Universal, 2017) y, sobre todo, una de sus canciones, “Agonía, agonía”. “Estoy convencido de que ese tema nos devolvió la convicción de que no solo no nos íbamos a autoparodiar, sino a avanzar sobre una canción punk y un texto absolutamente lorquiano, ya que comenzaba con frases de su obra ‘El público’. Fue toda una revelación porque al acercarnos al repertorio de mi hermano nos estábamos acercando a nosotros mismos. Una canción que nos hacía pensar en los Lagartija Nick del principio nos estaba llevando a los Lagartija Nick del futuro. Vimos que teníamos un sonido digno y, al mismo tiempo, distinto”. Prosigue Arias su relato: “Cuando vimos en nuestras manos la potencia del repertorio inédito que tenía Jesús, seguimos ahondando en él en un disco se refiere a Los cielos cabizbajos” (álbum publicado en 2019 por el sello Montgrí)– que nos abrió muchas posibilidades de puesta en escena, de trabajar en equipo… La pandemia se lo llevó porque en la gira íbamos a ir en un autobús de cincuenta personas o así. Nos encontramos de nuevo a nosotros mismos en paisajes completamente distintos de los que habíamos conocido nunca y nos dio mucha valentía a la hora de mirarnos y de afrontar textos tan extraños a priori como los de Luis Buñuel”, apunta el músico.

“El perro andaluz” (Montgrí, 2022) es el decimocuarto álbum de Lagartija Nick –cuya formación actual incluye a Arias, Codorníu y Jiménez, además de los teclados de JJ Machuca–, pero no solo eso: se trata de un proyecto multidisciplinar que se ha ido tejiendo durante los últimos cinco años y que surgió como iniciativa del Festival Internacional de Cine de Albacete, Abycine. Para su gala inaugural, celebrada el 20 de octubre de 2017, los responsables del Laboratorio de Creación del certamen manchego invitaron a la banda granadina a poner banda sonora a un montaje con diferentes imágenes de películas de Buñuel. Lo que iba a ser un concierto exclusivo para una sola noche acabó derivando en mucho más. En febrero, Lagartija Nick presentará el disco en Madrid (1) y Valencia (10). Y en marzo llevarán el espectáculo a Barcelona (24).

¿El reflejo de Buñuel?
¿El reflejo de Buñuel?


¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te llegó la oferta de Abycine?

Me encantó la idea por atrevida, porque ya desde el primer momento sabíamos que Buñuel odiaba meter música al uso en sus películas y que en México había sufrido mucho por ello. Eso implicaba que había un gran espacio en blanco para sonorizarlo. A la hora de preparar el espectáculo, encontré en internet una serie de poemas que eran parte de un libro que pensaba publicar en 1929 y que se llamaba “El perro andaluz” (y que escribió con anterioridad a la película “Un perro andaluz”, codirigida con Salvador Dalí aquel mismo año). Eso ya me dio una guía sobre cómo acercarme musicalmente a su obra. Me fijé en estilos como el charlestón o el jazz, que se estaban manifestando en aquella época, y los poemas tenían mucho de guion de cine, así que fue sorprendente que, conforme íbamos aplicando los poemas y los estilos musicales de los años 20 sobre esas imágenes, coincidieran con lo que estábamos cantando. La experiencia fue fantástica desde todos esos puntos de vista, me sentí satisfecho del atrevimiento. Yo creo mucho en la fuerza de los espíritus artísticos. Si esos me convencen, es difícil luego fallar en el escenario.

Ha habido musicalizaciones previas de esos poemas a cargo de cantautores como Ángel Petisme (en el álbum “Buñuel del desierto”, 2000), por ejemplo. ¿Qué dificultades os encontrasteis vosotros a la hora de adaptarlos a vuestra visión sonora?

La principal, que es algo que relacionamos con el pasado porque hace un siglo de ello. Parece que está asumido, visto y desfasado; desde la actualidad tiene el conflicto de que a la gente le puede resultar arcaico, así que se trataba de liberarlo de ese concepto para otorgarle el de rompedor. Gente como Dalí, Lorca y Buñuel rompieron como nadie lo había hecho hasta entonces, inmiscuyéndose en los movimientos intelectuales y en los sectores artísticos más importantes, en la pintura, el cine, la música y la literatura. Queríamos liberar esa personalidad artística y que ese poemario te guíe en un desarrollo más desconocido de ti mismo.


“Buñuel había mezclado las formas delicadas francesas con la brutalidad española. Ese impacto que tienen en las artes, esa interconexión con lo más interesante de aquel momento a nivel internacional hace que estemos hablando de una especie de Sex Pistols que lo están rompiendo todo”

Antonio Arias



Por momentos, en el disco no se muestra el tipo de sonido que uno espera de Lagartija Nick. ¿Cómo se enfocó esa traslación musical?

En un principio teníamos la grabación del directo del espectáculo y en la pandemia tuve la oportunidad de revisar todo el material y ampliar el repertorio musical con otros poemas. En un principio nos fuimos a su época, al charlestón, al foxtrot y el two-step, que si lo piensas significa pasodoble: nosotros lo consideramos algo muy español cuando en realidad es más norteamericano que otra cosa. Pude hacer partir las canciones de esa inspiración y ampliarlas hacia su esencia aragonesa; tomé los ritmos y fraseos populares de Aragón sin desestimar que, desde el principio de los tiempos, la jota aragonesa y el flamenco tienen mucha concordancia. Había elementos musicales que incluso afloraban en los poemas, o cuando el propio Buñuel nombraba sitios específicos. Desde la soledad me fui aproximando a las canciones con la batería, con la guitarra, con el bajo… Parece que en todo momento el proceso iba llamándome.

¿Y cómo fue la grabación?

En 2021 hicimos en el Centro Conde Duque de Madrid un concierto dedicado a la generación del 27, y ahí incorporamos algunos de esos temas. Luego nos pusimos manos a la obra ensayando en mi casa durante muchísimas semanas, todo el mundo muy involucrado. Eso incluso lo grabamos en formato cine para un posible documental. No queríamos repetir estudio porque buscábamos que la experiencia como grupo fuese distinta. Me sorprendió ver cómo la misma formación de “Hipnosis” estaba abordando un poemario de Buñuel, metiéndose en la música aragonesa siendo los mismos. Eso nos daba mucho ánimo, nos mostraba que seguía habiendo la misma conexión, mucha complicidad a la hora de meternos en mundos extraños que desconocíamos, donde nunca antes nos habíamos visto y que es donde podíamos aprender más. Como queríamos grabar las baterías de Eric muy guay, que tuviesen mucho ambiente, la mejor decisión la sugirió José Sánchez, de Producciones Peligrosas, el ingeniero que trabajaba con nosotros. Él nos dijo que podíamos usar el teatro Pablo Neruda de la localidad granadina de Peligros, que nos cedieron amablemente. Ahí tuvimos una buena experiencia, no solo de la grabación en sí, sino por tocar en directo los temas y proyectar en la pantalla gigante las películas de Buñuel, que era una cosa muy inspiradora que ya habíamos hecho cuando grabamos “Val del Omar” en 1998. También proyectamos las letras en la pantalla, lo cual lo hizo muy divertido. No tienes por qué mirar la hoja en el estudio o en el ensayo, lo tenía en grande y podía quitarme las gafas de leer, y eso era rejuvenecedor. Ahora lo digo de broma, pero este disco sí que ha supuesto ese rejuvenecimiento, ese viaje temporal para delante y para atrás lo ha adaptado mucho al sonido que estábamos buscando y que, aun así, no conseguíamos del todo. Intentamos meternos en cambios sorprendentes, en algo que no viniera de la nada pero que fuera a la nada. Estábamos por el camino correcto en la grabación. Juan Codorníu nos sugirió que lo mezclaran David Soler y Marcel Bagés, que aparentemente venían de un mundo totalmente distinto, y eso también nos motivó bastante, saber que lo iban a hacer ellos y pensar qué locuras le iban a aportar. Todos nos envalentonamos un poco. Hay que tener en cuenta que se trataba de un punto de vista artístico distinto porque, aparte de Lagartija Nick, estaba toda la obra cinematográfica de Buñuel, su poesía. Todo se confabulaba, incluso la edición de Jordi Xifra en Cátedra, “Obra literaria reunida” (2022), también apareció durante el proceso, y fue de muchísima ayuda porque te metía en los entresijos de cada experiencia.

Un nuevo gran reto.
Un nuevo gran reto.


Habíais trabajado antes con Lorca y el cineasta Val del Omar. ¿Qué es lo que os atrae tanto de las vanguardias españolas de principios del siglo XX?

Después de que Marinetti inaugure el futurismo en 1909, aparecen en España diferentes artistas que toman esas formas poéticas y las enlazan con Freud y también con la aparición del cine. Están muy atentos a todas esas cosas que están ocurriendo en el mismo momento, se están deslumbrando y, al mismo tiempo, quieren deslumbrar. Y se conforman en un grupo diría que muy punk y muy transgresor. Buñuel, como bien dijo cuando estrenó la película “Un perro andaluz”, había mezclado las formas delicadas francesas con la brutalidad española. Ese impacto que tienen en las artes, esa interconexión con lo más interesante de aquel momento a nivel internacional hace que estemos hablando de una especie de Sex Pistols que lo están rompiendo todo. A la vez, son lo suficientemente valientes como para aguantar lo que les venía porque siempre habían vivido en un mundo artístico relativamente estándar, así que cualquier gesto de ruptura siempre era muy atractivo, y ellos lo tenían. Como grupo se desintegró enseguida, duró poco tiempo, y eso lo hizo tan interesante también.

La visión multidisciplinar de vuestros trabajos ha permitido entrar en centros culturales y otros lugares ajenos a los recintos típicos del rock, con otro tipo de pedigrí artístico. Supongo que ahí contaréis con mejores condiciones e incluso os pagarán mejor.

Sí, tienes razón. Nosotros nos hemos acercado a diferentes estilos buscándonos en algo que desconocemos, y al mismo tiempo, este tipo de proyectos como “Omega” (su álbum con Enrique Morente, de 1996), “Val del Omar” o el de Buñuel lo que te obligan desde un primer momento es a interconectar con otra gente que ha estudiado eso antes que tú. En este caso tuvimos que acercarnos al Centro Buñuel de Calanda, al Centro de Estudios Turolenses, a la gente de Agosto Clandestino de Logroño, que fueron los que me pasaron la única edición que yo conocía de “El perro andaluz”. Y eso se fue ampliando con la necesidad de conectar con otras fuerzas que, a su vez, te conectan con otros espacios. Yo lo he experimentado mucho con mi serie de discos en solitario “Multiverso”, con los que acudí a observatorios espaciales y sitios así. Debemos tener en cuenta que hay muchísimos espacios escénicos en España que prácticamente no se usan. En el rock lo más visible ahora mismo son los festivales y es un sistema un poco rígido de presentar tus espectáculos. De la otra manera tienes no solo el entorno de gente que has buscado, que has necesitado para desarrollar tu proyecto, sino esos nuevos espacios, como donde hemos estado tocando en Teruel o en Huesca, que son muy atractivos y que supongo que siempre van a tener algo que ver con la figura que estamos tratando. Se cuida todo mejor porque es un proyecto específico, se cobra mejor también y, como diría el maestro Morente, incluso aunque no cobres ganas más. En este caso porque has presentado un proyecto difícil, conceptual. Luis Buñuel nos ofrece la posibilidad en directo de volver a llamar a Lorca, a Val del Omar y proponer un espectáculo distinto, no tan sesudo ni tan cabezón como si se hubiese dedicado solo a una figura. Yo no sé por qué le encontramos tanto placer a esa llamada colectiva, a la experiencia colectiva del proyecto, pero supongo que es porque el personaje lo está pidiendo.


“Cuando ensayamos, donde tenemos una distribución distinta a la del directo, nos estamos mirando, y ahí es donde yo noto que algo se despierta, el verte a ti mismo a través del tiempo y que, aun así, siga sonando a algo nuevo para ti que te impulsa a seguir para delante”

Antonio Arias



La formación en directo no es estable ahora mismo, ¿no?

En los últimos tiempos estamos simultaneando estos conciertos con los de otro formato o incluso los que se aplazaron en 2020. Vivimos en un mundo absolutamente capitalista, cada vez más. Lagartija Nick nos movemos en esa especie de clase media musical, así que todos los músicos simultaneamos varios proyectos para sobrevivir. El teclista JJ Machuca está con Lori Meyers, Eric con Los Planetas… Cuando él no puede venir, lo suplimos con David Fernández, que lleva en el grupo desde 1998, desde la primera gira de “Omega”. Para sustituir a JJ estos últimos meses hemos recurrido de nuevo a Víctor Lapido, que nos da un sonido más cercano al de los primeros Lagartija Nick, más guitarrero. Intentamos hacer de la necesidad virtud. Ellos nos permiten recrear otros espacios de nuestra discografía que son muy placenteros y nos llevan a muchos sitios, al multiverso de diferentes épocas de la banda. Como dice mi amigo Alfonso Puyal, el autor del collage de la portada: el que se enfada, pierde. El de la música es el peor mundo para buscar justicia.

¿Miguel Ángel Rodríguez Pareja ya no está en la banda?

Miguel estuvo en la presentación de 2017 y en la de 2021 y en varias sesiones de ensayo, pero ya no disponía de tanto tiempo porque tenía una niña chica y nosotros queríamos meternos mucho más profundamente en el disco. Yo no recuerdo en los últimos años haber ensayado tanto un álbum como este, en diferentes espacios, con diferentes grabaciones. Oírnos mucho, vernos mucho. Nunca habíamos trabajado un disco tan sesudamente. Los que seguimos fuimos Eric, JJ, Juan y yo, pero también ha sido muy importante la presencia de David Montañés. Él estuvo en el primer concierto tocando los teclados y arregló varias canciones. Ya habíamos trabajado con él en “Los cielos cabizbajos” y recuerdo que para este álbum le había comentado que si él ya había trabajado con elementos cubistas en la canción “Guernica” los arreglos de este disco tenían que ser más surrealistas. Se le ocurrió que, al contrario del disco anterior, que tenía una orquesta completa, en este caso solo hubiera cinco instrumentos de viento que lo acercaran mucho a la sonoridad de los años 20 y, al mismo tiempo, también a Manuel de Falla. No contamos solo con la influencia de las vanguardias cinematográficas y artísticas, sino también de las musicales, y esa fue la aportación de David Montañés.

Llevas en esto desde 1982, cuando empezaste a tocar con 091. ¿Qué es lo que más te motiva para seguir en la música?

Siempre he tenido claro, por toda la experiencia que he vivido a mi alrededor, que el mundo de la música posee un punto de fragilidad bastante grande. Yo siempre me lo he tomado como que soy músico hoy y mañana ya veremos, pero hay que serlo día a día. Eso lo noto de forma más clara cuando ensayamos, donde tenemos una distribución distinta a la del directo, nos estamos mirando, y ahí es donde yo noto que algo se despierta, el verte a ti mismo a través del tiempo y que, aun así, siga sonando a algo nuevo para ti que te impulsa a seguir para delante. Eso es algo que poca gente ve, pero ahí es donde tenemos el termómetro, nuestra temperatura de creación. Tanto es así que desde que tengo el local de ensayo en mi casa no paro de intentar tocar con otra gente. Tengo el proyecto de folk Mawlid, con Ramón Rodríguez, del grupo Fandila. También toco con gente del jazz… Al final mi mujer se enfada porque la casa está llena de gente, la cerveza nunca llega a satisfacer las necesidades de los músicos, pero ahí es donde yo noto el mejor impulso, donde visito ese otro mundo que te ayuda a estar en este y a decirte si debes continuar otro día más o si ese ha sido el último. ∎

Abycine, encuentros entre la escena indie y los grandes del Séptimo Arte

Buñuel & Lagartija Nick. Foto: Iván MartínezBuñuel & Lagartija Nick. Foto: Iván Martínez

Puede que no se haya ponderado suficientemente la importancia que el Laboratorio de Creación de Abycine ha tenido en la música independiente española. El Festival Internacional de Cine de Albacete, que en 2023 cumplirá 25 ediciones, ideó este laboratorio como una sección de producción propia que aunaba montajes cinematográficos ad hoc con música en directo compuesta en exclusiva por artistas de nuestra escena indie. Las proyecciones casi siempre han ensamblado imágenes tomadas de la cinematografía de grandes cineastas internacionales, labor que realiza José Manuel Borrajeros, inductor de esta iniciativa junto a José Manuel Zamora y Pedro Mateo.

Todo comenzó en 2007 con el espectáculo “Carreteras perdidas” (David Lynch musicado por Joaquín Pascual). Le sucedieron otros albaceteños ilustres como Javi Milla y Fernando Alfaro, ambos en Chucho, con sesiones dedicadas a Jan Svankmajer y Stanley Kubrick, respectivamente, mientras que, en 2010, Christina Rosenvinge lo hizo con un filme completo: “Mouchette” (Robert Bresson, 1967). Al año siguiente fue Nacho Vegas quien con el título de “La vida es dulce” puso música a un montaje sobre películas de Mike Leigh y rompió incluso la exclusividad del evento para hacer una minigira por España con ella. Triángulo de Amor Bizarro con Alejandro Jodorowsky, Neuman con “Malas tierras” (Terrence Malick, 1973), Refree e Ylia con Wes Anderson, Los Pilotos con Hayao Miyazaki… Cada nueva experiencia ha sonado realmente atractiva.

“No sé si hemos sido influyentes, pero sí es cierto que cuando nosotros empezamos no había tantas propuestas de este tipo y ahora es más habitual ver imágenes en pantallas durante los conciertos”, apunta Borrajeros, quien sí reconoce que Abycine se ha ido popularizando entre los músicos de la escena indie y, cada vez más frecuentemente, son ya ellos quienes acuden con proyectos pensados para el festival. “La música inspirada en imágenes es un reclamo artístico que todos nuestros invitados llevaban dentro, y esa idea de acoplar su universo poético o textual a directores o ambientes cinematográficos suele ser un desafío interesante para ellos, ya que normalmente les saca de su manera de concebir la música”, concluye el realizador y programador del certamen. ∎

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