Carrera de fondo. Foto: Paul Shoul
Carrera de fondo. Foto: Paul Shoul

Entrevista

Lloyd Cole: “Intentar sonar como un músico de 24 cuando tienes 62 es un poco perverso”

Instalado en los Estados Unidos desde hace más de treinta años, el músico británico observa con aflicción la deriva política de su país, mientras ensancha su obra en una combinatoria de necesidad material y devoción por el oficio. Nos habla de todo esto, y mucho más, con una claridad poco habitual.

Lloyd Cole sigue revolviéndose, desde la discreción que otorga su segundo (o tercer) plano mediático, contra la foto fija que de él pueda tener quien lo recuerde por los primeros tramos de su carrera. “On Pain” (earMUSIC, 2023) es su decimosegundo álbum en solitario desde que en 1990 comenzara trayecto sin The Commotions, y reafirma la exploración de texturas electrónicas que ya emprendió en su notable precedente, “Guesswork” (earMUSIC, 2019).

Es un trabajo influido por el minimalismo digital y la música concreta –creado con la ayuda de viejos compinches como Blair Cowan y Neil Clark más la producción de Chris Merrick Hughes– que no empaña las radiaciones de emotividad de su voz ni su pericia para dar con melodías esbeltas y subyugantes. Y con el tacto doméstico que le confiere haberlo grabado en The Establishment, que es el estudio que tiene en el ático de su casa en Easthampton, Massachusetts, donde vive desde hace dos décadas. Desde allí nos atiende a través de la pantalla del PC, rodeado de cacharrería electrónica, sumido en su laboratorio.

Este nuevo disco modula el sendero de pop electrónico que emprendiste con “Guesswork”. ¿Querías desmarcarte del clásico sonido de Lloyd Cole?

En realidad creo que he estado cambiando desde el 2000. A mediados de los noventa intenté alejarme un poco de algo que no sé si podríamos calificar como mi sonido clásico, porque creo que solo es pop y rock del estilo del que mucha otra gente hace, pero sí me di cuenta de que lo que publicaba no era suficientemente aventurado. Y solo cuando abandoné las discográficas multinacionales a finales de los noventa e hice “Music In A Foreign Language” en 2003, lo concreté. Para mí aquel es probablemente el disco más aventurado que he hecho, porque está muy lejos del pop y del rock’n’roll. Y también abarca música acústica y electrónica. Desde entonces he tratado de hacer la música que me resulta natural y acorde con mi edad. Creo que el único álbum desde entonces que no responde a ese concepto fue “Standards”, de 2013, que es un disco de rock’n’roll. No sé muy bien de dónde me vino la idea, pero, una vez la tuve, me propuse que si iba a ser un disco de rock, debía hacerlo con los mejores profesionales que tuviera a mi alcance, y por eso trabajé en él con Fred Maher y Matthew Sweet. Y “Guesswork” fue el primer intento de hacer un disco que se pareciera a la música que escucho hoy en día. No escucho nada de rock. Creo que la última banda que me excitó fue The Walkmen, y se separaron hace diez años, aunque luego hicieran una gira de reunión; los pude ver y fue excelente. “Guesswork” me llevó mucho tiempo, y cuando estuvo terminado me quedé muy contento porque comprobé que podía hacer ese tipo de música. Luego quise continuar ese camino, pero llevarlo más a los extremos en “On Pain”. Y aún lo quiero llevar más a los extremos, porque creo que puedo hacer música más compleja y más simple a la vez. Me gustaría hacer una música extremadamente minimalista. Creo que hay momentos en “On Pain” en los que me acerco.

“Me gusta la música electrónica desde que era un niño. Me compré ‘(No Pussyfooting)’, de Robert Fripp y Brian Eno, con 13 años. David Bowie también introdujo a una generación entera de fans en la electrónica en la segunda mitad de los setenta hablando sobre Kraftwerk y Cluster. Así que yo diría que ha estado conmigo toda mi vida”

De hecho, esos dos extremos podrían ser “Warm By The Fire”, que es lo más directamente pop que tiene el disco, y “Wolves”, que es mucho más reflexiva y ambiental; me recuerda a The Blue Nile o a los últimos Junior Boys. ¿Los escogiste como avances del disco por eso?

No fue esa la idea. Terminamos el disco en octubre del año pasado y no podíamos editarlo hasta este mismo junio por la escasez de vinilo a nivel mundial. Y eso me frustraba. Quería publicar algo antes. La idea con “Wolves” era publicarlo como un miniálbum, compuesto por la versión que está en el disco, que es la esencial, y los cuatro remixes que íbamos a hacer. Cuando Chris Merrick Hughes hizo su remezcla, que es fantástica pero no me la esperaba, no podía permitir que la gente la escuchara antes de la publicación del álbum. Pensé que primero había que escuchar la del disco. Así que en lugar de publicar los cuatro remixes antes en forma de miniálbum, decidimos publicar dos antes y otros dos después del disco. Mi compañía no piensa en “Wolves” como un single, es solo un proyecto que me permitía anunciar el álbum y publicar que tengo unas remezclas. Lo planeé así, nueve meses antes de que saliera el trabajo. Pero estoy de acuerdo contigo en que “Warm By The Fire” es lo más cercano a una canción pop o rock dentro del disco y que “Wolves” es quizá su momento más abstracto. Aun así, lo que me parece más interesante es que ninguna de ellas fue construida de un modo tradicional, sentado ante un piano o una guitarra. Vienen de un proceso más parecido a la música concreta, cortando fragmentos de audio, poniéndolos al revés de nuevo hasta que encajen. Toco la guitarra en “Warm By The Fire”, pero lo que escuchas es el resultado de cortar esos fragmentos y volverlos a unir para sonar más angular, que me parece más interesante. Sí, son dos extremos, pero ambos son ejemplos de que la línea que separa la producción del songwriting aquí prácticamente no existe. “Warm By The Fire” no tenía ni título, porque no tenía letra. Y en ella no me interesa tanto describir un escenario como encontrar palabras que suenen de una forma determinada con la música. Me ilusiona trabajar así, me lleva a sitios a los que no hubiera podido ir con mi método más tradicional. Pero es exigente y lento (risas).

Arte y oficio. Foto: Mark Dellan
Arte y oficio. Foto: Mark Dellan

En cualquier caso, sí que es verdad que “Warm By The Fire” tiene una letra con mucha miga: parece que alude a los incendios en California en 2020, al consumismo voraz y al desastre ecológico. Más allá de esa abstracción a la que aludías, ¿es aún la realidad que nos rodea una fuente de inspiración?

Siempre lo es. ¿Cómo podría no serlo? Lo único que necesito como escritor es un nuevo ángulo desde el que mirar las cosas. No quiero hacer una canción en la que la gente piense que Lloyd Cole dice que la humanidad está haciéndolo fatal con el planeta. Eso no es interesante. Pero sí puedo imaginar un escenario en el que varios lobos se topan con un transistor de radio en la montaña y se enteran de cómo es la humanidad a través de las emisoras de onda media, y eso los lleva a tener curiosidad y a sentirse tremendamente decepcionados con la realidad, es algo mucho más interesante. Hay que encontrar diferentes voces, diferentes perspectivas. Si solo contara la mía, sería demasiado aburrido. Es mucho tiempo ya. Y creo que la mayoría de la gente que me escucha se da cuenta de que hay demasiadas voces contradictorias en mi música como para pensar que solo prevalece mi visión.

¿Influyeron “Plastic Wood”, de 2001, y el álbum que hiciste en 2013 con Hans-Joachim Roedelius, “Selected Studies Vol. 1”, en estos dos nuevos discos?

No, para mí ha sido un largo viaje. Me gusta la música electrónica desde que era un niño. Me compré “(No Pussyfooting)” (1973), de Robert Fripp y Brian Eno, con 13 años. David Bowie también introdujo a una generación entera de fans en la electrónica en la segunda mitad de los setenta hablando sobre Kraftwerk y Cluster. Así que yo diría que ha estado conmigo toda mi vida. Pero es en los últimos doce o trece años cuando he empezado a explorar la forma de crear sonidos que no se limiten a encender un sintetizador y darle al preset. Todo lo que ves detrás de mí es instrumental modular que empleo conectando cables, y he ido cogiendo confianza hasta el punto de que a veces toco con esto en directo.

“No dejamos de tocar canciones antiguas, si no lo hiciéramos habría gente que se enfadaría. Pero las reinterpretamos. Los arreglos de ‘2CV’ o ‘Are You Ready To Be Heartbroken?’ son muy sencillos, no necesitan muchos cambios. Pero con ‘Perfect Skin’, que tiene dos guitarras en el disco, haremos algo diferente”

He visto que en los conciertos que tienes previstos en Reino Unido en octubre y en otros países de Europa en noviembre ofreces un set solo y otro con banda. ¿Hay posibilidades de que vengas a España?

Me encantaría. En realidad he cambiado de idea desde que publiqué el post de la gira. Empiezo solo y durante la primera mitad la banda se me une, aunque esa primera mitad de concierto es fundamentalmente acústica, la versión más acústica de mi catálogo, cosas como “Are You Ready To Be Heartbroken? o “Music In A Foreign Language”. Y el segundo tramo será un concierto en cuarteto, conmigo tocando el bajo casi todo el rato, por primera vez. También sintetizadores y guitarra. Algo diferente a The Commotions, que siempre eran dos guitarras. Tocar solo una es muy diferente. Le da más espacio al sonido y creo que será más directo. Pero no sonaremos como en ningún disco. Creo que no es muy inteligente tratar de replicarlos salvo que seas la misma banda que lo acaba de grabar. Yo necesitaría seis teclistas para sonar como en el disco; no me lo puedo permitir (risas). En realidad, nos sentimos como cuando The Commotions hacían versiones de otros. Intentamos no sonar como músicos de veinte, treinta o cuarenta años y ceñirnos a mi estética actual, que no es enormemente diferente a la de entonces, pero sí es distinta. Es emocionante. Que se amplíe la gira dependerá de si lo disfrutamos, la gente lo disfruta y es económicamente viable: no puedo perder dinero. Puedo no ganar mucho, pero no perder. Una de las grandes ironías con las que me he topado este año es que hay promotores que no solo no quieren pagarme más por girar con banda al completo, sino que me quieren pagar menos porque les supone mayor coste de producción. Mi gasto con banda es un 300% más que si voy solo y en acústico, y hago menos dinero (risas). Es muy frustrante, porque piensas que la gente pagará más si vas con banda, pero algunos promotores no quieren ni intentarlo. Ojalá fuera todo como en los ochenta y en los noventa, cuando yo no sabía nada del negocio y tenía a alguien que se ocupaba de esto (risas).

Sin nostalgia del pasado. Foto: Paul Shoul
Sin nostalgia del pasado. Foto: Paul Shoul

Yo tengo la impresión de que los fans siempre quieren escuchar los clásicos y en la forma en que sonaron en un primer momento. ¿Te has sentido rehén de la repercusión de discos como “Rattlesnakes”, tu debut de 1984?

No creo. Y también creo que la gente que se aferra al sonido de nuestra juventud ya no es mayoría. Lo pienso porque mi público es más pequeño, quizá si fuera tan amplio como antes sí sería mayoría. Pero ese público nostálgico lo hemos perdido porque ya no toco así. Sí que hay parte del público en algunos países y ciudades que se tiran toda la noche pidiendo “Rattlesnakes” aunque ya la haya tocado en acústico (risas). Pero eso le pasa a todo el mundo. Imagínate si a Bob Dylan le preocupara eso. Lleva haciendo adaptaciones en directo de sus canciones desde 1970. Cuando toca “Like A Rolling Stone” la gente ya no espera que suene como en el disco. Intentar sonar como un músico de 24 cuando tienes 62 es un poco perverso. ¿Debería intentarlo? Se trata de encontrar un equilibrio. Al fin y al cabo no dejamos de tocar canciones antiguas, si no lo hiciéramos habría gente que se enfadaría. Pero las reinterpretamos. Los arreglos de “2CV” o “Are You Ready To Be Heartbroken?” son muy sencillos, no necesitan muchos cambios. Pero con “Perfect Skin”, que tiene dos guitarras en el disco, haremos algo diferente.

¿Cómo ha sido el trabajo con Neil Clark y Blair Cowan, tus dos compañeros desde los tiempos de The Commotions?

Neil vive en Toronto y Blair en Glasgow. Trabajamos a distancia. Me remiten ideas, a veces ya completamente grabadas. Por ejemplo, una canción como “The Idiot” es casi toda la grabación que Blair me envió en un multipistas, que yo importo luego a mi sistema. Luego lo corto y le doy otro orden. Le aplico tratamientos y ecualizaciones, pero es como un trabajo de banda en el que cada miembro aporta cosas. Ya trabajamos así en “Guesswork” y fue satisfactorio. Pero es muy lento. El plan para este disco era ir los tres al estudio de Chris Merrick Hughes a finales de 2020 o principios de 2021, entre cuatro y seis semanas, y grabarlo rápido, como solíamos hacer. Pero llegó el COVID y tuvimos que trabajar a distancia otra vez. Sabemos cómo hacerlo y nos entendemos muy bien. Ellos están contentos dejándome a cargo de las decisiones finales, como en The Commotions. Yo he de coger piezas instrumentales y convertirlas en canciones. Lo hago sin presión. Aunque no siempre es fácil encontrar las palabras para cantar sobre esa música instrumental, por preciosa que sea. Con “Remains”, una de las canciones de “Guesswork”, me costó seis años. La escuché una y otra vez. A veces llega inmediatamente, otras muy lentamente. Tengo unas veinte canciones inacabadas en los últimos quince años. “I Can Hear Everything”, del nuevo disco, surge de un fragmento musical que Blair escribió en 1983. Una asignatura pendiente. No había forma de cantar sobre ella. La rescatamos y ahí está.

“La situación política es un desastre, lo peor que ha ocurrido en el Reino Unido en mi vida. Durante los últimos veinte años me he imaginado retirándome a vivir en Reino Unido, pero no podría vivir en Inglaterra ahora. Igual en Escocia sí, que votó mayoritariamente contra el Brexit”

¿Hay algún disco tuyo del que te sientas particularmente orgulloso? ¿Y alguno que borrarías porque fue una mala idea?

No borraría nada, pero creo que “Bad Vibes” (Fontana, 1993) fue una mala idea. El productor Adam Peters y yo intentamos hacer un disco que no sonara a Lloyd Cole. Me costó unos años darme cuenta de que era inútil no querer sonar a mí mismo. Tiene algunas canciones muy bonitas, pero también ideas muy mal desarrolladas. No pienso lo mismo de ningún otro disco. Sobre los que más orgullo me generan te diría que ninguno, porque lo único que me enorgullece en la vida son los logros de mis hijos. Estoy contento con mi obra, sobre todo con aquellos discos que marcan un nuevo comienzo. El primero, “Rattlesnakes”; el primero que hice sin banda, cuando vine a Nueva York y comprobé que podía ser un artista en solitario, “Lloyd Cole” (Polydor, 1990); el primero que hice cuando abandoné las grandes discográficas y me vine a vivir aquí en el campo, en Massachusetts, que fue “Music In A Foreign Language”, del que he pensado durante muchos años que era el mejor. Y también “Guesswork”, que pensé durante un tiempo que sería el último. Pero económicamente no me puedo permitir retirarme, no tengo la libertad para eso. Aunque ahora me alegro de no haberme retirado, porque no me arrepiento de ninguno de mis últimos discos. Creo que “Broken Record” (Tapete, 2010) quizá no esté muy enfocado, que no sepa muy bien lo que quiere ser, pero estoy muy contento con todos los demás.

Llevas viviendo en los Estados Unidos desde finales de los ochenta. ¿Fue por razones personales o profesionales? ¿Cómo ves desde allí la actualidad y la música de Reino Unido?

Sí, desde 1988. No entraba en mis planes quedarme. Conocí a mi mujer, nos casamos y aquí estoy. No fue bueno para mi carrera. Por otro lado, creo que si me hubiera quedado en el Reino Unido habría dejado la música. Allí la escena siempre está buscando modas nuevas, y yo he estado y dejado de estar de moda demasiadas veces durante los noventa y los dosmil. Me hubiera agotado. Me viene bien verlo a distancia. Tampoco encuentro mucha música excitante viniendo de allí, aunque reconozco que no le presto demasiada atención. Me gusta la mujer que ganó el Mercury el año pasado, Arlo Parks. La situación política es un desastre, lo peor que ha ocurrido en el Reino Unido en mi vida. Durante los últimos veinte años me he imaginado retirándome a vivir en Reino Unido, pero no podría vivir en Inglaterra ahora. Igual en Escocia sí, que votó mayoritariamente contra el Brexit. Tengo muchos amigos allí, también en Inglaterra. Pero creo que en Inglaterra cada vez que fuera a un pub acabaría peleándome con alguien. Los gobiernos de los últimos doce años han sido una vergüenza. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados