Decía Lucio Battisti (1943-1998) en una de sus raras entrevistas que no ambicionaba pasar a la posteridad como cantante, pero que no le molestaría hacerlo como compositor. Ahí radicó su gran aportación, en aquella nueva manera de ensamblar canciones que vislumbró con el letrista Mogol y que no dejó de enriquecer –a veces también las hizo trastabillar– con su inercia a asomarse a territorios ignotos como medio directo para seguir creciendo. Valgan estos diez temas para sobrevolar una discografía única, que sigue brillando hoy día hasta en el último recoveco de la música italiana.