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Vive desde hace dos años en el madrileño barrio de Carabanchel con Lena, su pareja colombiana, tras haber pasado el confinamiento de la pandemia en Texas. El pasado 2 de diciembre el sello italiano Ponderosa Music publicó “I Lie To You” (2022), un disco que devuelve al Micah P. Hinson más personal, con historias devastadoras que hablan sobre alcoholismo, redención, abandonos, rupturas o desencantos sociales. Lo grabó con el guitarrista y productor italiano Alessandro “Asso” Stefana, conocido por ser miembro de grupos como Guano Padano y por haber trabajado con PJ Harvey, Mike Patton, nuestros CaboSanRoque o Vinicio Capossela, entre otros. Conoció a “Asso” precisamente a través del cantautor italiano.
Hablamos en el balconcito de su casa, mientras expone su discurso de manera fluida, explosiva, como un chorro de pensamiento, y fuma un cigarro tras otro durante toda la entrevista. “Es interesante estar aquí. Mira todas estas tiendas: de zapatos, de ropa, de electrónica o una frutería. En Estados Unidos no tenemos esto. Todo es un conglomerado del tipo Walmart, donde compras leche, un arma o tu reproductor de DVD. Es algo muy extraño”, nos explica, mientras cuenta que el último concierto que vio fue uno de Lorena Álvarez y que le gustó mucho. “Conseguí tocar en salas un poco más grandes y algo ocurrió. Sentí que en 2008 o 2009 algo cambió en mi carrera, que ya no crecía. Aquí tocaba en el Ocho y Medio o en sitios más pequeños. Estaba sentado viendo a Lorena Álvarez en la Galileo Galilei y me dije: ‘¿Por qué he tocado en este tipo de bares cutres?’. Porque parece ser el sitio ideal de un jodido ‘songwriter’”, subraya con cierta sorna.
Comenta que no es fácil sobrevivir con la música: “Especialmente tocando esta mierda que hago, tocando este tipo de historias que toco. Es bastante increíble que todavía esté aquí dispuesto a ello, dispuesto a hacerlo”. Pero España siempre le ha tratado bien: “Siempre me he sentido realmente aceptado aquí, quizá después estaría Italia. Parece que la gente disfruta con lo que hago, supongo, aunque no estoy seguro que dé placer”, reconoce. Y enciende un nuevo cigarrillo al que acopla su filtro especial.
¿Te sientes más europeo que americano?
No estoy seguro de que haya muchas cosas positivas sobre los Estados Unidos. Vivir en Estados Unidos es siempre peligroso, por lo menos para mí. Parece haber una tensión en la tierra de la libertad, en la casa del guerrero, del valiente. Como si fuéramos el mejor país del jodido planeta. Cuando eres niño y estás en el colegio viendo la bandera cada mañana, eres parte de ese maldito régimen fascista. Y cantas el himno nacional y juras lealtad; crees que es lo normal. Pero cuando creces, piensas: “¿Cómo funciona esta mierda fascista?”. Veinte años después de haber comenzado mi carrera me doy cuenta de que la libertad depende de la libertad, o no, de los países que te rodean. Con toda la propaganda anticomunista que he tragado en mi vida, películas, videojuegos y todo eso… Es extraño que, mientras la guerra comunista entre Rusia y Ucrania avanza, Estados Unidos se ha quedado de brazos cruzados. En su momento trabajé en una pizzería y en una tienda de videojuegos. No, en un videoclub. Y era extraño, porque estaba en la escala más baja del capitalismo, era un trabajador por horas, un trabajador enfadado, limpiando platos o haciendo la masa de la pizza y todo eso. Te dijeron que si estás en el último escalafón de la escala social es que no estás haciendo lo suficiente para vivir. Y luego llega una pandemia y resulta que la pizza es una necesidad, aunque no estoy seguro de que lo sea. Imagino que para los pueblerinos de allí lo era.
¿Te hubiera gustado vivir en una ciudad especial para un músico, como Nashville o Austin?
Nashville siempre ha sido una ciudad más para la gente que quiere escribir canciones, quiere vender esas canciones y hacer un montón de dinero. Nashville representa un lugar para los compositores, mientras que Austin es más para la gente a la que le gusta escribir y tocar. A Austin he ido desde niño y, siendo honesto, era una ciudad pequeña, nuestra capital, pero relativamente pequeña. He vivido allí como cuatro o cinco veces y, cada vez que volvía, crecía y se hacía más duro encontrar un lugar para vivir. Hubo una californización de la ciudad, la gente de California se dio cuenta de que Texas era más barato y se mudó. Cuando empecé a ir al festival South By Southwest era para artistas sin sello que intentaban dar conciertos y ser vistos. Un lugar para encontrar mánager, promotores e intentar que sucedieran cosas. Y de pronto cambió, veías a The Strokes, The Flaming Lips o bandas como The Smashing Pumpkins y Green Day. Es el sueño capitalista que quiere forzar todo. Yo no toqué mucho allí, no conseguí meterme en la escena. Tocaba en un sitio o en otro, y estaba bien. Europa siempre era el sitio donde me ganaba el pan, el lugar donde la gente me escuchaba y parecía interesarle lo que hacía. En los Estados Unidos creía que me costaba más. El año pasado estuve con Lena en el norte, toqué en Massachusetts y Vermont. La última vez que actué fue cuando hice una gira de telonero de The Twilight Sad, antes de que mi hijo naciera, ya hace tiempo.
¿Crees que “I Lie To You” es el disco más sincero que has escrito?
Es una buena pregunta. Sí, creo que sería el más sincero y honesto. Tengo una larga historia, pero siento que he llegado a este punto. Cuando publiqué “Micah P. Hinson And The Gospel Of Progress” (Sketchbook, 2004), al principio de todo, era importante tener una historia detrás. Y empujaba todo eso de estar sin hogar, la adicción a las drogas, la quiebra y toda esa jodida mierda de tipo triste. Y todas aquellas historias que incomodaban funcionaron. Hicieron que la gente se interesara en mí. Pero sentí que no me hacía ningún favor intentando mitigar las expectativas que la gente tenía sobre mí o lo que pensaban de mí. Y quería ser más honesto conmigo mismo. Luego estaba esa historia de beber leche en el escenario; la gente pensaba que estaba borracho. Tuve un grave problema con las drogas y fui tratado por psiquiatras. Y eso, sin querer, afectó claramente la forma en que componía canciones sobre mis experiencias del pasado: escribir sobre gente muerta, cosas muertas y las relaciones que fueron importantes para mí pero que ya no lo eran, y que fueron un punto crucial de mi existencia. Pero quedarme en el pasado no me servía en el presente y estaba un poco fuera de lugar. No me sentía bien con mi música desde antes de “Micah P. Hinson Presents The Holy Strangers” (Full Time Hobby, 2017); te estoy hablando de 2015 o así. No me gustaban mis canciones, no me gustaba tocarlas. Todo ese pasado mío me golpeaba. Entonces empecé a escribir muy deprisa “Ignore The Days”, la canción con la que empieza este último disco. Fue un punto crítico para mí. Porque no era la típica canción que solía escribir. Y me di cuenta de que quería ir a un lugar más positivo y mejor para mí, lo que no significa que escriba canciones felices, pero sí que estaba en un lugar mentalmente más saludable, porque antes estaba haciendo las cosas mal. Todo esto me sirvió como preparación para el compositor que soy ahora, dejando el pasado de lado. Estoy agradecido con este disco y espero que le guste a la gente.
Todas esas experiencias duras, como el accidente de tráfico que casi te cuesta la vida en 2021, ¿crees que te han transformado de alguna manera?
Sí, cuando tuve el accidente lo más importante era volver a caminar y recuperar la movilidad de mis brazos. El accidente pudo ser peor, podría no haber sido capaz de tocar la guitarra nunca más. Un amigo me decía que había estado confuso y las había pasado canutas, pero que escribía mis mejores canciones cuando era un jodido miserable. Todo eso me ofreció claridad y me empujó como músico y como persona.
¿Te consideras una persona espiritual?
Crecí en una familia cristiana, no católica ni espiritual. Mi padre era un maldito psicólogo y crecí en una de las últimas sectas, la Iglesia de Cristo, que era de las más estrictas y bizarras. Creo que “la gran visión de Dios” asusta, porque hay muchas cosas implicadas. La principal cosa que aprendí es la vergüenza, la culpabilidad. Es absurdo forzar a otra gente a creer en esto o lo otro; empiezas a cambiar leyes o a poner una nación bajo los designios de Dios. Ahí es cuando aparece lo malo, como en Estados Unidos con el aborto o la homosexualidad o el colectivo LGTBIQ+, porque parece que somos pecadores constantes. La Biblia me enseñó algunas buenas bases morales de Jesucristo, como amar al prójimo o ser una buena persona, pero en una lógica capitalista, de la máquina capitalista. O eso que te dicen de que las mujeres deberían estar en casa y cuidar a sus hijos, perpetuando esa dinámica familiar del sueño americano y creando unas expectativas de vida diseñada. Esa felicidad forzada por unas carencias, esas expectativas irracionales. Nosotros como sociedad necesitamos cambiar las cosas. Tienes que tener cuidado con las palabras que usas para describir temas delicados como el racismo. Dicen que estamos más cómodos en una sociedad haciendo las cosas que se supone que tenemos que hacer, pero eso no le importa a nadie. Amazon, Glovo, Uber, Deliveroo son formas modernas de opresión. No quiero sonar negativo, creo que el corazón de la gente es un muy buen lugar, pero las acciones de la gente no están en ese buen lugar. Cómo nos sentimos y cómo actuamos funcionan de manera separada. ¿Cómo una buena persona que quiere a los seres humanos va a comprar por Amazon? Yo tengo un iPhone en mi bolsillo y encargué los filtros para cigarrillos por Amazon hace dos meses. Soy un ejemplo de eso. Controversia. Supongo que son tiempos duros porque el mundo que hemos creado y el mundo que encontramos está basado en el comercio y en sistemas monetarios, y tomamos decisiones que nos afectan económicamente. Al mismo tiempo, por otro lado, es bueno ver el movimiento #MeToo o el empuje del feminismo.
Es increíble la cantidad de mujeres de nivel que hay en la escena musical. ¿Qué te parece a ti? ¿Te gustan?
Es una revelación. Cuando veo toda la gente que me ha apoyado abriendo sus conciertos y toda la gente que he llevado en mis giras y las mujeres que me han teloneado, he querido apoyarlas. Te das cuenta de que hay muchas mujeres haciendo cosas interesantes. Y esto me concierne. Cuando era un chaval y me sentía perdido o solo, escuchaba a The Cure o cosas que me conmovían como David Bowie, Skinny Puppy o Depeche Mode o Elliott Smith. Podía sentir algo cercano; era como hablar con una voz. Me gusta la música y me siento reconfortado por cosas como estas. Me pregunto si siendo una chica joven te sientes comprendida y reconfortada, porque con ese confort te puedes sentir más entera, sentirte mejor con quién eres y las cosas en las que crees. Así que son tiempos interesantes con el #MeToo o Black Lives Matter, porque son cosas de las que se tiene que hablar.
¿Cuál es tu relación con las raíces de la música americana como Woody Guthrie o Bob Dylan? ¿Te sientes dentro de esa tradición?
Crecí escuchando en mi casa a John Denver y música cristiana, y a mi madre le gustaba Neil Diamond. La gente supone que crecí con Johnny Cash, Woody Guthrie, Bob Dylan o The Carter Family, pero era más de My Bloody Valentine, de bajos, de cosas industriales como Nine Inch Nails. De sonidos oscuros, de bandas como L7, Hole, Lush o Curve. Siendo de Texas, ¡cómo no vas a escuchar música country! Parecía algo común, como un cliché, algo esperable. Empecé a escuchar a Bob Dylan cuando tenía 20 años. Tarde. En las canciones que escribo nada es original. Está esa idea de que todo ya ha sido inventado, así que lo manipulo –aunque no me gusta esta palabra– y me sirvo de ello con un propósito. Creo que la música es sagrada en sí misma. Supongo que lo importante y lo que marca la diferencia es respetar de dónde vienes. Nací en Memphis y me crié en Texas. Escribo música country desde hace veinte años, aunque empecé a componer canciones cuando tenía 10. ¿Soy un sucesor de The Carter Family, Hank Williams o Woody Guthrie? ¿Puedo entrar históricamente en ese árbol genealógico? Mi primera reacción sería decir que solo soy un pueblerino escribiendo estas canciones absurdas. Aquella gente provocó un cambio drástico en la sociedad. Cuando empecé, estaban Iron And Wine, José Gonzalez y Fleet Foxes, y me gusta ese movimiento folk. Muchos de ellos no hacen lo mismo que entonces. Y sí, me gustaría ser parte de ese linaje o tradición. Supongo que solo estoy agradecido; con suerte escribo música y comunico mis sentimientos y mis experiencias de una forma que otra gente puede encontrarse, o encontrar un propósito, o un placer, o lo que sea que necesite. Es lo que la música me hizo a mí y lo que quiero ofrecer a la gente. Nunca he tenido un gran éxito económico, nunca he tenido un hit de verdad, pero el hecho de que esté aquí hablando contigo veinte años después es bastante asombroso. ∎