La juerga de Pavement. Foto: Juan Sala
La juerga de Pavement. Foto: Juan Sala

Concierto

Pavement: anarquía ruidista

Los responsables de uno de los discos más definitorios del indie rock, un “Slanted And Enchanted” de campanillas, visitaron la sala KGB de Barcelona el 28 de noviembre de 1992: experiencia iniciática que mereció la pena vivir... un domingo por la noche.

Confirmados como una de las escasas revelaciones consistentes llegadas desde el underground USA en 1992, Pavement hicieron un alto en su gira con Sonic Youth y cruzaron los Pirineos para presentar su ya añejo “Slanted And Enchanted”, un álbum descubierto aquí el año pasado pero cuya grabación se remonta a enero de 1991; un álbum convertido en un pequeño hit dentro de la paupérrima escena independiente hispana: la más que excelente entrada que presentaba KGB en la poco atractiva noche de un domingo así lo atestiguaba.

Escuchando “Slanted And Enchanted” ya queda claro que los de Stockton son un grupo, digamos, diferente: a pesar de las claras influencias que barajan –Mark E. Smith, Lou Reed, Black Francis, J Mascis–, es audible que han encontrado una fórmula para adaptarlas a su propio juego. La diferencia, además, la remarca un batería absolutamente freaky –Gary Young–, un personaje alucinante –escapado a tiempo de una integral de “Tales From Topographic Ocean”– que, antes del concierto, se dedicó, en la entrada, a repartir “talismanes” a todos los asistentes: aquí nos tocaron trozos de plástico, en otros lugares pueden ser monedas, papelitos o cerillas; cuestiones kármicas y todo eso. Young estaba respaldado por un segundo drummer, más por cuestiones prácticas que estilísticas: en cualquier momento las baquetas oficiales podían quedarse en las nubes y hundir el entramado rítmico.

El lo-fi por excelencia. Foto: Juan Sala
El lo-fi por excelencia. Foto: Juan Sala
Pavement atacaron todos los prismas de su sonido, en algunas –bastantes– ocasiones lanzados al vacío de improvisaciones que hicieron que la experiencia sonara todavía más amateur de lo que presuponía. Lo de amateur hay que entrecomillarlo, claro, porque el supuesto desorden eléctrico amasado por el quinteto estuvo en todo momento bajo control, esculpiendo con firmeza pero con aparente dejadez las subidas de tensión que generaban. Entre sacudidas, cambios de ritmo y atmósferas bruscamente apedreadas, se colocaba el perfecto masaje pop (“Here”, “Trigger Cut”, “In The Mouth A Desert”), temas donde el talento de Stephen Malkmus, perfecto en su rol de cantante college, podía ser administrado sin interferencias, aunque en general, y al contrario que en su última y excelente entrega discográfica –el EP “Watery Domestic” –, donde los ánimos brillan más serenos, Pavement ofrecieron en Barcelona su veta más anárquica, ruidosa y juerguista. Fue un triunfo saboreado en su momento justo: no todos los días se tiene la oportunidad de comprobar las alabadas virtudes de un grupo en plena proyección. ∎

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