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Arooj Aftab, la triunfadora sorpresa del festival. Foto: Marina Tomàs
Arooj Aftab, la triunfadora sorpresa del festival. Foto: Marina Tomàs

Festival

Primavera Sound (11 de junio /y 4): buena última ronda

Ha sido una constante en esta edición de Primavera Sound: los recorridos alternativos al trazado de los escenarios principales y la zona alta de cartel son territorio abonado para la sorpresa. También sugieren itinerarios alternativos para ulteriores escuchas, lejos ya del fragor escénico y de la superpoblación festivalera. Y entre tanta pista valiosa –Angel Bat Dawid, Genesis Owusu, Arooj Aftab–, uno puede encontrarse también con valores seguros como The Weather Station o Mogwai.

12. 06. 2022

Angel Bat Dawid

Afortunadamente, Primavera Sound sigue dejando huecos para rara avis como Angel Bat Dawid, chamana de la negritud, insólito cruce de Nina Simone y Sun Ra que es capaz de obrar prodigios como el de crear una música todavía original e inclasificable. Una música que hermana góspel, spoken word, free jazz, ruido, vudú haitiano y espíritu cósmico. Tras ser purificado el escenario Cupra con ramas y ropajes blancos, los músicos improvisaron una procesión para después iniciar una extraña liturgia muy teatral envuelta en fascinantes imágenes de películas racistas, estampas esclavistas y Venus prehistóricas. La chamana, que alternó clarinete, teclado y Auto-Tune, no dudó en versionar a su manera “Para Elisa” de Beethoven o lanzar bizarros “vivas” a Gaudí y la Sagrada Familia. Una performance alucinógena que augura que la anarquía, la bella anarquía, todavía es posible. Si Sun Ra venía de Saturno, Angel Bat Dawid viene de más lejos todavía. Por lo menos, de Urano o Neptuno. Luis Lles

Angel Bat Dawid: desde una galaxia muy lejana. Foto: Ismael Llopis
Angel Bat Dawid: desde una galaxia muy lejana. Foto: Ismael Llopis

Arooj Aftab

Y al tercer día, fatigados de recorrer kilómetros sin salir del recinto, llegó el bálsamo que todo lo cura. La alondra de Lahore salió frente al mar (escenario Ouigo) con su chaqueta plateada, a juego con su voz, para ofrecernos un regalo de amor sereno, tan delicado que parecía que por momentos iba a quebrarse. Acompañada solo (¿solo?) por el contrabajista griego Petros Klampanis y la arpista escocesa Maeve Gilchrist, esparció una música llena de silencios, dejando huecos a la inmensa creatividad de sus músicos y sublimando su qawwali del siglo XXI. Joyas como “Mohabbat” o la sutilísima “Saans Lo” contribuyeron a evocar una plácida melancolía. Y supo trocar la solemne tristeza de su repertorio por la lunática sensualidad rítmica de “Last Night”. Un espejismo, un milagro. Luis Lles

Arooj Aftab: sublime delicatessen. Foto: Marina Tomàs
Arooj Aftab: sublime delicatessen. Foto: Marina Tomàs

Ela Minus

Gabriela Jimeno Caldas (Ela Minus) no esconde su pasado en las filas del hardcore (Ratón Pérez) y el punk. La colombiana comenzó su actuación en la lúgubre caverna NTS con sonidos de pajaritos, pero no tardó ni un minuto en introducir un bombo hipnótico que abrió paso a su especialidad: la cold wave más viscosa, oscura, perversa y marcial. Con pequeños interludios de ruido, sirenas y distorsión, la sacerdotisa Ela atacó sugerentes piezas como “Megapunk” o “They Told Us It Was Hard, But They Were Wrong”, que invitaron a bailar en medio de una tiniebla de humo y sudor. Luis Lles

Ela Minus, entre tinieblas. Foto: Òscar Giralt
Ela Minus, entre tinieblas. Foto: Òscar Giralt

Genesis Owusu

“Beware black dogs”, rezaba la pancarta con que abrió el rapero Genesis Owusu, vestido con traje rojo –él diseña su vestuario– y acompañado por tres bailarines de rojo y negro con pasamontañas. Su primer álbum, “Smiling With No Teeth” (2021), trabaja el concepto de black dog –metáfora de depresión, popularizada por Winston Churchill– y quiso dejar constancia de ello con algunas canciones en el Binance. Hip hop australiano –aunque nacido en Ghana–, benigno, trufado de guiños al soul sedoso de los 80, cuyo dinamismo alegre contrasta con el mensaje (otra pancarta desplegada después convidaba: “Don’t forget to smile”). Terminó con dos de sus piezas más populares, “A Song About Fishing” y “Good Times”. Al final, paradójicamente, todos más felices. David S. Mordoh

Genesis Owusu, el perro sabio. Foto: Marina Tomàs
Genesis Owusu, el perro sabio. Foto: Marina Tomàs

Mogwai

Tras tocar el primer fin de semana para cubrir el hueco dejado por la cancelación de The Strokes, los de Glasgow volvieron el último día del festival al escenario Cupra para su set oficial, con una decena de temas en los que la lírica de las guitarras se impuso a los muros de sonido. Cada vez menos post-rock de lo que siempre han sido, ofrecieron una angulosa actuación construida con sus característicos crescendos en abismo combinados con remansos de cierta tranquilidad, como en “Hunted By A Freak”. Quim Casas

Mogwai: el orgullo de Glasgow. Foto: Òscar Giralt
Mogwai: el orgullo de Glasgow. Foto: Òscar Giralt

Romy

Romy Madley Croft esta vez vino a pinchar. Se puso los auriculares y al tajo, encendiendo mecha fácil con “The Rhythm Of The Night”. Pocos instantes después, no obstante, como otros famosos que vienen a hacer una sesión pero no son profesionales y no saben manejar muy bien la cacharrería de DJ –no es Jamie xx, evidentemente, ni en técnica ni en riesgo–, tuvo que parar para que le subsanasen el embrollo mientras el público coreaba su nombre. Una vez reanudada la sesión, tiró de piñón fijo un rato, como si de una sintonía televisiva de media hora de una vuelta ciclista se tratase. En la segunda mitad se recompuso con varios temas conocidos, buscando a menudo complicidades con su estilo lánguido. Entonces sonó “Lights Out” (su colaboración con Fred again.. y HAAi), algún mix de Tracey Thorn cuando Everything But The Girl probaron con la electrónica (Tracey y Romy a veces parecen almas gemelas en lo físico, lo vocal y lo emocional), hasta llegar a la cima a las 22:38 cuando sonó “Lifetime”. El mundo al revés: que te paguen por venir aquí a pinchar tu canción en vez de cantarla. David S. Mordoh

Romy, dispuesta a todo. Foto: Ismael Llopis
Romy, dispuesta a todo. Foto: Ismael Llopis

Sky Ferreira

Tengo un recuerdo triste de Sky Ferreira: 28 de mayo 2014, Primavera Sound. La cantante, modelo y actriz americana canta bajo una lluvia persistente. Y su música suena un poco gris, como el clima. De repente sale Stromae en su debut español y el sol surge resplandeciente. Se acabó la grisura. Han pasado ocho años de aquello y Sky Ferreira, que la noche anterior había entonado “Just Like Honey” con The Jesus And Mary Chain, continúa pareciendo una versión alternativa de Britney Spears o Miley Cyrus. En su paso por el escenario Binance estrenó un tema nuevo a lo Lana Del Rey e interpretó hits como “Don’t Forget” o “You’re Not The One”, que siguen sonando eficaces y competentes, pero que es difícil que lleguen a emocionar. Luis Lles

Sky Ferreira no despega. Foto: Marina Tomàs
Sky Ferreira no despega. Foto: Marina Tomàs

The Weather Station

Cuando llegué al escenario Plenitude un cuarto de hora antes, los músicos ya estaban en posición, con Tamara Lindeman cariacontecida ante el barullo disco de la Boiler Room cercana. Volvieron al backstage, donde se abrazaron y conjuraron para afrontar la circunstancia, e incluso antes de empezar ella pareció rezar afligida. Por supuesto, optaron por las canciones más musculadas de su repertorio, como “Loss”, “Thirty” y “Parking Lot”, siempre con un savoir faire elegante –incluso en la indumentaria: todos de blanco y ella con túnica de transparencias azules “to match the sea”– y casi pidiendo perdón una vez más cuando dejaron caer la única composición tranquila del lote, “Subdivisions”, pues eran conscientes que parte del público venía buscando en ellos el sosiego canadiense de su último álbum “How Is That I Should Look At The Stars” (2022). Los festivales no están hechos para paladares delicados. David S. Mordoh

Tamara Lindeman y The Weather Station: triunfar contra los elementos. Foto: Òscar Giralt
Tamara Lindeman y The Weather Station: triunfar contra los elementos. Foto: Òscar Giralt
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